1841.Una llamada a la sensibilidad

Muy buenos días. Como estos dos días anteriores, seguimos hablando de la sensibilidad y la insensibilidad. Esta ya será la última entrega. Te dejo con el audio. Se necesitan dos o tres pasos muy claros. El primero es la toma de conciencia, es darse cuenta. Darse cuenta de que somos personas sensibles y que nuestra cultura es insensible. Independientemente de la cantidad de personas que haya insensibles, medio insensibles, nuestra cultura no defiende los valores sensibles humanos. Ese es el primer paso. El segundo paso es afianzar como una verdad inevitable, ineludible, la sensibilidad en la cultura.

Primero te das cuenta y lo segundo es que empiezas a ver la vida desde esa sensibilidad. La gente empieza a ver la vida desde lo que es realmente, no desde este personaje que estamos interpretando que nos genera tanto dolor y tanto sufrimiento. Y lo tercero es que cada individuo viva desde esa sensibilidad. ¿Cuál es la característica principal, aparte de todas las características de las que hemos hablado, esas tres o cinco características de la acción sensible? La característica principal es que la acción sensible es el rechazo hacia lo insensible.

Una amiga me dijo hace poco que llevaba un tiempo buscando trabajo, pero que todos los trabajos, y ella trabaja en el mundo de lo social que se supone que hay más sensibilidad, que en todos los trabajos, en la mayoría, una de las características que pedían y lo enfatizaban mucho era resistencia al estrés. Traducido es, te voy a dar más trabajo del que puedes soportar, por lo tanto lo vas a pasar mal, no vas a tener tiempo, te lo vas a tener que llevar a tu casa o no sé qué vas a hacer. Porque debería haber dos personas haciendo tu trabajo, pero sólo va a haber una.

Y tampoco es que te vaya a pagar por ese sobresfuerzo que vas a hacer, pero te aviso antes. Y luego no me digas que eres débil y no puedes aguantar con algo que es inhumano. Todas esas pequeñas inhumanidades, todas esas pequeñas insensibilidades que hacen una cultura insensible. Mientras una cantidad suficiente de personas no deje de vivir insensibilidades, y viva sensibilidades, pero sobre todo no deje de vivir insensibilidades, no se cambia. En la medida en la que se dejan de vivir esas insensibilidades, se deja de creer en ellas como forma de vida, se va cambiando.

Y se va abriendo la puerta a la sensibilidad, que es lo que somos. Yo aquí no te estoy hablando de un ideal. Si no vives sensible, te hundes como ser humano. Porque somos eso, y nos hemos coartado a nosotros mismos a lo largo del tiempo, con nuestra educación, nuestros padres, con toda su buena voluntad, para ser insensibles. O para encajar en una cultura insensible, es decir, ceder cierta sensibilidad para poder vivir aquí y ser ciudadanos más o menos válidos. Eso que hace, en la medida en la que vivimos realmente esta cultura, los más adaptados a esta cultura están fatal.

Si estás muy adaptado a esta cultura, estás enajenado, porque tiene unos tintes muy insensibles. Aquí lo que importa es si nosotros y nuestros representantes vivimos desde esos niveles más humanos. Somos empáticos, honrados, compasivos, altruistas, con corazón, somos éticos. Eso es lo que importa. Vivimos en una cultura que nos lo pone muy difícil, muy difícil. Hoy en día, la cuestión más básica, que ya la tendríamos que tener más que superada, que es tener un techo donde uno esté bien.

Hacer un trabajo, no donde ganarte la vida, sino donde dar lo que tienes, tus capacidades. Y eso no es algo que bonito, es lo lógico. Que cada uno entregue a la sociedad su capacidad. Esas dos cosas son muy difíciles. Tener una casa es difícil.