1846. La autoobservación de nuevo

Muy buenos días. Yo siempre te digo aquí, y esta es mi experiencia, que lo que en la vida importa, refiriéndonos al autoconocimiento y a entender la manera de vivir, importa lo que uno ve y lo que uno siente. Porque según lo que uno ve, es lo que uno hace y es lo que termina sintiendo. Estamos totalmente condicionados, aparte por nuestra biología, por nuestra capacidad de ver. Totalmente condicionados. No vamos a hacer, no vamos a hacer nada que esté más allá de lo que vemos. Porque lo que no vemos, aquello de lo que no nos damos cuenta, es que ni existe para nosotros.

Entonces, de manera muy práctica en la vida, yo voy viendo que todo lo que me ha hecho sufrir, que tenga que ver con cómo yo vivo, no me refiero a que nuestra sociedad sea como es, que eso nos genera sufrimiento, por supuesto, esta manera de vivir, y lo que pasa, más bien nos genera dolor. Yo lo he pasado mal porque no me daba cuenta de las cosas.

Y me resulta por un lado asombroso y por otro me da un poco de rabia cuando me doy cuenta de algo y entonces dejo de sentirme mal por eso. Y digo, ¿y por esto he estado yo sintiéndome mal? Si me hubiese dado cuenta antes de esto, madre mía, y estoy en la misma situación que antes, pero ya no me siento mal, porque me he dado cuenta de cosas. Y dices, es que no ha tenido que pasar nada, no he tenido que hacer nada, no he tenido que cambiar las cosas.

Simplemente al darme cuenta de algo, esto ha cambiado. Y te pongo un ejemplo. ¿Por qué crees que yo puedo aquí a hablar amablemente y con una sonrisa de mi fracaso social? De mi fracaso en todos los ámbitos, en todos, no hay ninguno que no haya sido un fracaso. Y dices, bueno, ¿habrá algo salido bien? Desde el punto de vista que yo aprendí de esta cultura, de lo que es triunfar en la vida, todo ha sido un fracaso.

Y dices, jo, qué pena, que no sé qué, pero si has fracasado en todo, ¿cómo te vas a sentir bien? Ahí está la cuestión, porque me he dado cuenta del valor que tiene ese fracaso o ese triunfo social, que es ninguno. De hecho, me he dado cuenta del absurdo de la medición de lo que es fracaso.

Cuando yo era joven y empecé, ¿qué necesitaba yo? Yo necesitaba que me atendiesen, que me prestasen atención, que me siguiesen, una suerte de, y en mi época no había redes sociales, imagínate, de ego, de ser alguien entre la gente, de ser importante, que se acuerden de ti, que quieran estar contigo.

Lo que llamarían de manera así en los colegios, ser popular.

Estoy hablando de una persona joven.

Pero si te fijas, ese sentimiento lo tienen muchos adultos con 50 años todavía.

Quieren ser populares, quieren atraer atención de los otros.

Un poco desde el ego.

Me buscan, soy especial.

Bien, eso lo quiere ser uno.

Por eso de joven quieres ser estrella del rock.

Porque estás ahí subido y hay 50.000 personas aclamándote y tú eres el centro del universo ahí.

Es el ego.

Bien.

Uy, el aspecto físico.

Cuando eres joven quieres atraer, en mi caso, a todas las mujeres del mundo y ser el más guapo y el más.

Bien.

Lo que quería, ser un triunfador social, tener una posición social que todos admirasen, fuese la que fuese y como fuese, y luego tener mucha capacidad de gasto, tener mucho dinero, pero mucho.

Yo de joven quería todo eso.

Soy un hijo de esta cultura.

Y mi ego me lo creía muchísimo.

Esto que dicen, te lo dije hace un tiempo, como que lo descubrí esto haciendo uno de estos audios, dije, no es que haya gente con mucho ego, es que hay gente que se cree mucho.

La voz del ego.