
1867. Escuchar los latidos del corazón de Jesús

Description of 1867. Escuchar los latidos del corazón de Jesús
Meditación sobre el Evangelio de la Vigilia Pascual: la Resurrección del Señor, según San Mateo. Ejemplo de María Magdalena y la otra María de amor a Jesús. La alegría de la Resurrección enlaza con la alegría de la Anunciación: todo el Evangelio bajo ese arco de alegría.
¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, resucitado, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.
Cristo ha resucitado. Este es el contenido más básico de la Buena Nueva, de todo el Evangelio. Cristo ha resucitado verdaderamente.
Aleluya. Imaginad que un mensajero corre desde el lugar de la batalla a la ciudad con la noticia de que los enemigos han sido vencidos y por tanto el pueblo está salvado. ¿Qué hace cuando llega corriendo a la ciudad? No se entretiene con muchos discursos, tan sólo grita una palabra victoria. Todo lo demás es accesorio frente a eso.
Todo lo demás vendrá después, pues también el anuncio cristiano tiene una única palabra. Resurrección. Cristo, hermanos míos, ha resucitado. Esta es la palabra que lo cambia todo, que llena el alma de fe y de esperanza, la boca de risas, los ojos de lágrimas de alegría y el cuerpo con ganas de bailar. Cristo ha resucitado. La muerte no pudo con él. Igual que la cruz fue una catástrofe, una catástrofe es esa palabra griega que sabéis que significa un paso repentino del bien al mal.
Todo iba fenomenal y de repente este accidente, vaya catástrofe. Pero también existen las eucatástrofes, que es un paso repentino del mal al bien. Después de la crucifixión y de la sepultura de nuestro Señor Jesucristo, todo iba mal, menos en el corazón de la Virgen, como vimos ayer. Pero de repente se produce un hecho sorprendente, la resurrección, que todo lo cambia.
Y es una imagen de nuestra vida también. En la madrugada del domingo, posterior al sábado santo, ocurrió algo inconcebible y misterioso, tan inconcebible y tan fuera de la experiencia normal, que los relatos se entrecruzan y contradicen.
Los iremos viendo los distintos relatos de los distintos evangelistas, los iremos meditando a lo largo de esta semana. Pero hoy vamos a empezar con el relato de Mateo. Empieza así. En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Siempre que está por medio María de Magdalena, María la Magdalena aparece el amor y la locura por medio. Un amor loco.
Se nos dice que fueron de madrugada, al alborear. Es la impaciencia del amor de estas mujeres. Quizás pasaron la noche en vela, llorando, consolándose, esperando a que acabara el sábado, un día inhábil para los judíos, en el que no podían caminar más de 500 metros, etcétera. Para poder salir corriendo al sepulcro y reunirse contigo, Señor. Porque no soportan estar sin ti, ni siquiera cuando ya te consideran muerto. No soportan separarse de tu cuerpo. No soportan haberte dejado embalsamao a medias. También ese detalle tan amoroso.
Y van corriendo pues para terminar esa tarea. Podemos, decía el Papa en la vigilia el 2017, unas palabras preciosas que nos van a servir en esta meditación, podemos imaginar esos pasos de estas mujeres. El típico paso de quien va al cementerio. Paso cansado de confusión. Paso debilitado de quien no se convence de que todo haya terminado de esa forma. Podemos imaginar sus rostros pálidos, bañados por las lágrimas y la pregunta ¿cómo puede ser que el amor esté muerto? Quien tiene un amor muy grande, decía Marcel, dice Gabriel Marcel, ese filósofo, decía es imposible que tú mueras.
El amor da vida, sostiene el ser. Cuando tenemos un amor enorme nos parece que es imposible que el ser amado muera. De hecho, es lo que hace Dios, es lo que hace el Señor.
Comments of 1867. Escuchar los latidos del corazón de Jesús