
19-03-2025 Obvio que Jesús se parece a José - 10 Minutos con Jesús

Description of 19-03-2025 Obvio que Jesús se parece a José - 10 Minutos con Jesús
** Ponte en presencia de Dios. Trata de hablar con Él.
** 10 minutos son 10 minutos aunque te puedas distraer. Llega hasta el final.
** Sé constante. El Espíritu Santo actúa “a fuego lento” y requiere constancia.
Audios de 10 minutos que te ayudan a rezar.
Un pasaje del Evangelio, una idea, una anécdota y un sacerdote que te habla y hab.la al Señor invitándote a compartir tu intimidad con Dios.
Busca tu momento, piensa que estás con Él y dale al play.
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Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con frutos de rata adoración. Madre mía inmaculada, San José, mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. Ocultarme y desaparecer, que sólo Jesús se luzca, es algo que San José María decía con frecuencia, como una máxima, como un programa de vida para sí mismo. Que Jesús brille, que Jesús se luzca, que Él tenga el protagonismo, que no me vengan a agradecer a mí, a mí que soy pues sólo como el sobre que contiene la carta y el sobre pues habitualmente uno lo abre, uno lo desgarra, uno lo tira a la basura y se queda con la carta.
Pues que te agradezcan a ti Jesús, que se queden contigo. Ocultarme y desaparecer, que sólo Jesús se luzca, es una máxima que se aplica muy bien a San José, al que celebramos hoy. San José, este santo discreto, este gigante del silencio, como lo llamaba Maurice Randel, un sacerdote suizo, gigante del silencio porque el Evangelio no se ha dejado ni una sola palabra suya. Eso no quiere decir que nunca dijera nada, pero sí, seguramente que era un hombre taciturno, discreto, que hablaba lo necesario. San José, el santo discreto, el santo que hace y que desaparece. Las últimas noticias que tenemos de él son de Nazaret.
San José se quedó escondido para siempre en Nazaret, para que Jesús brillara. Su misión era hacerlo crecer, enseñarle la vida y después desaparecer. Desaparecer como desaparece la sombra a mediodía, salvo que vivas en el ecuador, donde es muy difícil pescar una sombra, pero en los demás sitios, pues a mediodía, a mediodía, la sombra desaparece. Y a propósito de sombra, se ha llamado San José la sombra del padre. Si no has leído esa novela fantástica de Dobrashinsky, La sombra del padre, historia de José de Nazaret, te la aconsejo. El título está muy bien escogido, porque así es. José, como Dios Padre, se queda en la sombra y, sin embargo, se hace presente a través de Jesús.
José es, para Jesús, en el plano humano, lo que el Padre es para Jesús en el plano divino. Del Padre Jesús tú dirás, quien me ve a mí, ve al Padre. Y bien, tus vecinos y todos los que habían conocido a José y María, que os conocía también a los dos, todos podían decir, quien ve a Jesús, ve a José. Y eso incluso más a medida que la diferencia de edad entre él y tú disminuía. Es algo de lo que hemos hecho experiencia. Ver actuar o ver gesticular o hablar al hijo o a la hija de alguien que conocemos desde hace tiempo y decir, pero es que me parece estar viendo a tu padre o a tu madre. San José María habla de esto precisamente en una bonita homilía sobre San José que se titula En el taller de José.
Te aconsejo también leerla o releerla. Es muy fácil de encontrarla online, pero te dejo en todo caso el link en la app. A veces en YouTube nos pedís, pero ¿dónde están los links? Pues los links están en la app, que la podéis descargar gratuitamente, tanto si tenéis un iPhone como si tienes un Android.
Pues bien, San José María nos dice que Jesús debería parecerse a José en el modo de trabajar, en rasgos de su carácter, en la manera de hablar, en el realismo de Jesús, en su espíritu de observación, en su modo de sentarse a la mesa y de partir el pan, en su gusto por exponer la doctrina de una manera concreta, tomando ejemplo de las cosas de la vida ordinaria. En todo eso se refleja lo que ha sido la infancia y la juventud de Jesús y, por tanto, su trato con José.
Es bonito pensarlo. ¿Tú Jesús a quién amo? ¿Tú Jesús a quién busco? ¿Tú que vives por toda la eternidad? Tienes, por así decir, esta marca a fuego. No sólo los rasgos y la manera de hablar,