
191. La Abadía de Montserrat cumple mil años de fraternidad.

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El monasterio benedictino de Montserrat celebra mil años de historia. Este monumental aniversario permite reflexionar sobre la capacidad de la comunidad monástica de mantenerse vigente a lo largo del tiempo, adaptándose a las circunstancias sin perder su esencia. A partir de las palabras que el subprior Bernat Juliol comparte con Vida Nueva, exploramos la relación entre las raíces históricas del monasterio y su apertura a la innovación. Montserrat se presenta como un lugar de contemplación y oración, donde la tradición se encuentra con las necesidades de la modernidad, asegurando su relevancia en la actualidad. Más de dos millones de personas visitan cada año el santuario, buscando algo más que una experiencia turística: el monasterio invita a reencontrar el significado profundo de la fe a través de la liturgia, el silencio y la música de la escolanía. En este contexto, Montserrat también se visibiliza como un referente en el diálogo interreligioso y como un faro espiritual para la comunidad cristiana y la sociedad en general, ofreciendo una perspectiva de fraternidad y amistad social que busca iluminar el presente. Una llamada a seguir con esperanza y compromiso el camino del “ora et labora”.
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Hola, ¿qué tal estás? El monasterio benedictino de Montserrat cumple mil años. Esos son más
de 360.000 amaneceres. Tiempo más que de sobra para haber presenciado períodos enteros
de la historia local con sus correspondientes idas y venidas de poder mundano.
Esta semana Vida Nueva conversa con el suprior del monasterio, Bernard Julliol, a propósito
de la fecha tan destacada. Solo un pequeño puñado de edificaciones en el mundo siguen
habitadas pasados los 500 años, menos aún después de un milenio. Y si tomamos en cuenta
el impacto activo y positivo en el entorno por parte de quienes ocupan el lugar, probablemente
nos quedemos con un número que podamos contar con los dedos de una mano.
Hoy vamos a hablar del ayer, del hoy y quizás también del mañana en relación al monasterio
de Montserrat. Pero no solo de eso. Estoy seguro de que podremos echar un vistazo transversal
que nos permita conocer detalles de la realidad que suelen pasar desapercibidos. Veamos hasta
dónde podemos llegar. Soy José Antonio, y te doy la bienvenida
al centesimo nonagésimo primer episodio, el podcast de Vida Nueva.
Si en el episodio de la semana pasada comenzábamos con un contexto apacible frente a la orilla
de una playa contemplando el amanecer, hoy tenemos que cambiar de aires. Nada de lo que
hoy podamos decir aquí se podría entender sin los acontecimientos violentos que tuvieron
lugar hacia finales de febrero del año 1003. La historiografía de la época deja muchas
lagunas por rellenar, pero queda claro que en aquel momento se produjo la conocida como
Batalla de Alvesa. En esa localidad de Lleida, en Alvesa, una
ofensiva catalana arremetió contra fuerzas musulmanas. Para nuestro contexto no nos importa
demasiado quién se alzó con la victoria ni tampoco la represalia que este hecho desató
por parte de la capital del califato en Córdoba. Lo que sí tiene relevancia es que durante
la Batalla de Alvesa, falleció el obispo Berenguer, hijo del conde Oliva Cabreta.
El conde Cabreta gobernó varias zonas de la región y abdicó en el año 988 para ingresar
en la abadía de Monte Casino, que fue el primer monasterio fundado por San Benito y
el mismo que dio origen a la orden benedictina. De los cuatro hijos del conde, tres se iban a
hacer cargo de los condados y un cuarto, Berenguer, se encargaría de los asuntos
familiares desde el obispado de Elna. Pero sucede que el obispo Berenguer fallece
en la Batalla de Alvesa, de manera que los intereses de la familia para ver representada
su influencia en la jerarquía eclesiástica se truncan. Y de una u otra manera ese acontecimiento
provocó que otro de los hijos, llamado Oliva como su padre, renunciase a su título condal
y entrase a vivir en el monasterio de Ripoll, llegando a ser abad en el año 1008, unos
cinco años más tarde. También fue abad de Cuixá y en el 1018 fue
nombrado obispo de Vic. Bien pues resulta que varios años más tarde, en el 1025, funda
el monasterio de Montserrat. Por esa misma razón resultaba relevante comenzar el episodio
hablando de la Batalla de Alvesa. Si el obispo Berenguer no hubiera fallecido, teniendo en
cuenta el comportamiento propio de la época, es poco probable que Oliva hubiese renunciado
a su título condal y, por tanto, la fundación del monasterio no se hubiera producido.
Así, el superior Bernard Julliol no habría podido compartir lo siguiente con Vida Nueva
a propósito del aniversario número 1000 de Montserrat.