
1930. Corpus Christi (EDITADA)

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Meditación en la Solemnidad del Corpus Christi. La Eucaristía como Presencia y Comunión. Tratar con más fe, amor, constancia y delicadeza al Señor, presente en nuestros sagrarios.
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, Ángel de mi guarda, intercede por mí.
Pues hoy es un día de enorme fiesta, de gran fiesta. Celebramos el Corpus Christi, el día del sagrado cuerpo y la sagrada sangre de nuestro Señor Jesucristo. Y nos vendrá bien trasladarnos aquella noche del Jueves Santo, llena de amor, también de oscuros presagios durante la última cena en la que tú Jesús tuviste ese gesto loco de amor. Amor que llega al extremo, amor incondicional.
Después de lavar los pies a los discípulos, ardientemente les dices, he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer.
Y entonces coges el pan, das gracias, lo partes y se los das diciendo, esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía.
Imagino que se hizo un gran silencio en aquella sala donde estabas con tus discípulos. Algo grandísimo y misterioso había ocurrido y eran conscientes los apóstoles que lo que tú querías decir era lo que habías dicho. Y aquello no era un símbolo simplemente sino que era una verdad y con manos temblorosas fueron pasando el pan de unos a otros y comulgaron por primera vez.
El Señor no sólo nos quiere a nosotros, nuestro bien, sino que quiere unirse con nosotros. Decía el Papa Benedicto XVI que el amor de Jesús, el amor de Dios por nosotros es también Eros. El Eros que es ese tipo de amor que tiende a la unión. Hay una unión primera con la encarnación, el Señor que se une a la naturaleza humana. Pero también hay una unión impresionante con cada uno de nosotros cada vez que comulgamos.
Jesús quiere vivir con y entre nosotros, unirse íntimamente a cada uno de nosotros y por eso nos dice toma cómeme ya no sé qué más hacer. San José María lo entendía y lo explicaba así. Desde pequeño he comprendido perfectamente el porqué de la Eucaristía. Es un sentimiento que todos tenemos, querer quedarnos para siempre con quien amamos.
Es el sentimiento de la madre por su hijo. Te comería besos, le dice. Te comería, te transformaría en mi propio ser. El Señor nos ha dicho eso también. Toma, cómeme, más humano no puede ser. ¿Me sobran razones? Aquí está la explicación de mi vivir. Gracias Jesús, gracias por haberte rebajado tanto hasta saciar todas las necesidades de nuestro pobre corazón.
Hoy precisamente en la primera lectura de la misa del día del Corpus escucharemos a Moisés como dice al pueblo no olvidéis al Señor o no olvides al Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto y de la casa de esclavitud que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible con serpientes abrasadoras y alacranes un sequedal sin una gota de agua que sacó agua para ti de una roca de pedernal que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres no olvidéis les dice lo que el Señor ha hecho por vosotros cómo se ha alimentado con su cuerpo y con su sangre nos podría decir ahora mismo desde el cielo Moisés a nosotros que somos esas personas privilegiadas que hemos tenido la suerte de contar con el cuerpo y la sangre del Señor y de recibirles en la comunión de recibir al Señor en la comunión fijaros que el Homo Sapiens tiene doscientos mil años aproximadamente sobre la tierra y nosotros somos de ese 1% de esos últimos dos mil años que hemos tenido la oportunidad de comulgar con el cuerpo y la sangre del Señor Señor muchas gracias te damos gracias de corazón te repetimos con el Salmo glorifica el Señor Jerusalén alaba a tu Dios y on te sacia con flor de harina más que flor de harina es con el cuerpo y la sangre de nuestro Señor
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