
196. Enigmas sobrenaturales con Militares (LLDLL)

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VIII
A lo largo de la historia, miles de soldados han sido testigos de lo inexplicable en medio del horror de la guerra.
Fantasmas y Militares, rescatamos esos relatos olvidados, a veces silenciados, donde lo sobrenatural aparece justo cuando la muerte acecha.
Desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial hasta la jungla vietnamita, desde las aguas del Atlántico hasta los cielos de Europa, dramatización de historias reales: desapariciones, apariciones, objetos voladores, criaturas imposibles y testimonios que desafían toda lógica.
Cada episodio une historia militar con fenómenos paranormales documentados. Aquí no encontrarás ficción, sino voces que regresan del frente con verdades que nadie quiso escuchar.
En cada campo de batalla, más allá del estruendo de las bombas y las órdenes gritadas al viento, hay historias que no figuran en los partes oficiales. Testimonios sellados por el silencio, por el miedo… o por lo imposible. Este podcast rescata esos relatos, donde lo sobrenatural se entrelaza con la guerra.
En las oscuras junglas de Vietnam, en agosto de 1969, tres marines estadounidenses patrullaban el perímetro de su campamento en Da Nang, cuando una figura alada surgió entre los árboles. No era un helicóptero. No era el Vietcong. Aquello parecía salido de una pesadilla.
Viajaremos también a Ypres, en Bélgica, en plena Primera Guerra Mundial, donde un soldado, agazapado en la trinchera, dijo haber visto a su madre entre el humo del gas mostaza. No gritaba. Solo miraba.
En los Países Bajos, a finales de 1585, un destacamento de los Tercios españoles fue rodeado por las aguas al ser inundada la isla de Bommel. El enemigo creía tenerlos atrapados. Pero durante la noche, un soldado encontró algo bajo tierra… a partir de ese momento, la historia cambió.
En la batalla de Agincourt, en 1415, se cuenta que una niebla espesa descendió sobre el campo francés. Entre las sombras, algunos juraron ver figuras con arcos medievales, vestidas como en los tiempos de las cruzadas. Arqueros sin cuerda. Flechas que no mataban… pero paralizaban.
Siglos después, durante la Primera Guerra Mundial, en el frente de Mons, soldados británicos dijeron ver aquellas mismas figuras cruzando entre el humo y el barro. ¿Fue solo propaganda o realmente regresaron?
En la Segunda Guerra Mundial, un enorme B-17, bombardero estadounidense, descendió sobre territorio aliado. Sus motores funcionaban. Su tren de aterrizaje estaba desplegado. Pero ocurrió algo que no tiene sentido.
También conocerás el caso del submarino UB-85, interceptado en abril de 1918 por un buque británico en el Mar del Norte. La tripulación alemana se lanzó al mar, desesperada. Cuando fueron interrogados, dijeron que algo había emergido del océano la noche anterior…
En Gallípoli, 1915, durante la campaña del Dardanelos, un batallón británico marchó hacia una formación extraña, una nube densa en tierra firme. 250 soldados entraron
Observadores neozelandeses los vieron desaparecer. Ninguno regresó.
Estos no son cuentos populares ni mitos de taberna. Son testimonios reales, firmados por hombres que juraron decir la verdad. Fechas precisas. Lugares concretos. Voces que regresan desde las sombras de la guerra.
Porque cuando la guerra abre las puertas del más allá… no todos los fantasmas vienen del pasado.
Prepárate para marchar entre soldados... y entre fantasmas.
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En el corazón de la guerra de Vietnam, en los alrededores de Da Nang, una de las zonas más peligrosas y estratégicamente vitales del conflicto.
Tres infantes de marina estadounidenses vivieron una experiencia que no encajaba en ningún protocolo militar, ni tampoco en la lógica del mundo conocido.
Lo que vieron aquella madrugada de agosto de 1969 no fue una patrulla del Viet Cong y un helicóptero enemigo.
Fue una figura que parecía arrancada de una pesadilla o de un mito ancestral.
El principal testigo de este suceso fue el marine Herr Morrison, quien decidió guardar silencio durante tres años.
Fue en 1972 cuando se decide compartir públicamente su experiencia.
Su relato no solo extremeció a quienes lo escucharon, sino que también fue recogido por investigadores del fenómeno ovni como Don Worley y por escritores de lo paranormal como Janet y Colin Ball.
Morrison relató así lo que vivió.
Al principio vimos lo que parecían ser hadas, como de murciélago, solo que eran gigantescas en comparación a lo que sería un murciélago regular.
Entonces se acercó lo suficiente a pocos metros de nuestras cabezas para que pudiéramos ver lo que era.
Según Morrison, eran alrededor de las 1.30 de la madrugada cuando los tres marines que vigilaban el perímetro notaron algo anómalo.
Todo estaba en calma hasta que algo comenzó a moverse por encima del follaje.
Al principio solo distinguían las hadas, gigantescas, extendidas, batiéndose con fluidez.
Luego la figura se hizo más clara.
Era, sin lugar a dudas, una mujer.
Empezó a volar por encima de nosotros, pero todavía no oíamos nada.
Estuvo justo encima de nosotros, volando en círculos, pasando por encima de nuestras cabezas.
Y entonces la vimos.
Era una mujer de unos dos metros de alto.
Lo más desconcertante no fue solamente la forma femenina o su desnudez, sino la ausencia de ruido.
A esa distancia cualquier ave grande habría hecho un estruendo, pero la mujer hada no producía sonido alguno.
Incluso ocultó la luna una vez, completamente negra entonces, pero aún podíamos definirla porque ella simplemente brillaba, como un resplandor puro empezó a ir por delante de nosotros hacia nuestro campamento.
Cuando estuvo a unos tres metros, finalmente escuchamos el sonido de las alas batiéndose.
No era fuerte ni violento, sino parecido al aleteo regular de un ave, pero más grande, más rítmico.
Fue entonces cuando la figura comenzó a alejarse, deslizándose sobre el encampamento hasta perderse en la oscuridad de la selva.
Durante su entrevista con el investigador Don Worley, Morrison añade más detalles.
La mujer tenía el cabello lacio, negro, y las alas parecían estar cubiertas de una pelusa muy fina, similar al pelaje.
Sus brazos parecían tener forma humana, pero se curvaban de manera antinatural, casi sin sentido.
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