
196. Un abrazo por Cuaresma y otro por Ramadán

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La coincidencia entre Cuaresma y Ramadán ofrece una ocasión para reflexionar sobre el encuentro entre cristianos y musulmanes, dos caminos de conversión que, desde la oración y el ayuno, invitan a profundizar en la relación con Dios y con los demás. La creciente diversidad social ha dado lugar a espacios de convivencia donde la fe se comparte con naturalidad, siguiendo el ejemplo de quienes han hecho del diálogo interreligioso un puente hacia el prójimo.
En un mundo sacudido por discursos divisivos y un modelo globalizador que amenaza la dignidad humana, el compromiso de creyentes de distintas tradiciones se vuelve esencial para edificar una sociedad basada en la justicia, la tolerancia y la fraternidad. Inspirados por el mensaje de Fratelli tutti, es posible redoblar esfuerzos para construir un futuro donde la convivencia religiosa no solo sea una realidad, sino también una fuente de transformación.
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Hola, ¿qué tal estás? Como ya sabes, la semana pasada comenzó la cuaresma, un camino de conversión cristiana hacia la pascua. Y coincide que este mismo mes también dio comienzo el ramadán. Así que la portada de Vida Nueva viene con la fotografía de un abrazo que simboliza el encuentro entre estos dos grandes procesos religiosos que se están dando al mismo tiempo.
A lo largo de la próxima media hora vamos a echar un vistazo a las páginas interiores y tomaremos los testimonios que allí aparecen como punto de partida para explorar la convivencia entre catolicismo e islam, las oportunidades, los retos y también algunos de los errores que habitualmente se cometen. Y si te quedas conmigo hasta el final verás que añadimos además unas cuantas propuestas de cara a la reconfiguración de la sociedad del día de mañana. La construcción del reino no está reñida con desear un buen ramadán a quienes siguen a Mahoma. Acomódate, que empezamos.
Soy José Antonio y te doy la bienvenida al centesimo nonagésimo sexto episodio, el podcast de Vida Nueva. Yo me imagino que lo básico lo conoces, pero por si acaso alguno o alguna oyente no se acuerda, demos un poco de contexto al tema de hoy. La cuaresma es el período de los cuarenta días anteriores a la celebración de la resurrección de Jesús y el comienzo de la pascua. En griego se conoce como tesaracosti y en latín como cuadragésima.
Antes del año 325 había gente que ayunaba y otra que no, con duraciones que oscilaban entre las 40 horas y las 3 semanas. Pero a partir del concilio de Nicea de ese año 325 se estableció la duración fija de 40 días para prepararse de cara a la pascua.
Por su parte, el ramadán encuentra su origen en el momento que los seguidores de Mahoma consideran que el ángel Gabriel comenzó a revelar las palabras de Alá a su profeta, las mismas palabras que más tarde se convertirían en el Corán. Por tanto, dos épocas importantes por motivos similares, la preparación del cuerpo y el espíritu para conmemorar acontecimientos centrales en la propia fe. De un lado, sin resurrección de Jesús no hay cristianismo y por otra parte, sin revelación a Mahoma no hay Corán y por tanto tampoco Islam. Cuaresma y ramadán comparten la característica de ser un camino interior de relación con lo divino.
Hasta ahí el contexto. Ahora nos vamos a las páginas de Vida Nueva y descubrimos el testimonio de Ana García, una religiosa de las hijas de Jesús. Vive en Almería y conoce de primera mano el drama de las migraciones a través del Mediterráneo que tantas vidas reclama a lo largo del año. Cada viernes en la Asociación Intercultural de Mujeres Nakani se organiza un cineforum en el que ella participa junto a jóvenes musulmanes. En este tiempo de ramadán, cuando están viendo la película, llega un momento en el que suenan las alarmas de los teléfonos para avisar de que el sol ha caído y ya se puede romper el ayuno, y entonces pausan la película y luego continúan. Ana García lo cuenta de este modo.
¿Cómo lo vivimos? Con total normalidad. Es viernes, así que es un día especial para ellos. Aquí estamos, acompañando como podemos, igual que ellos nos acompañan en la Navidad u otras fiestas. Es muy importante que podamos acompañar la experiencia de fe desde sus claves o desde las nuestras y que no lo vivamos ni como dificultad ni como rivalidad, ni con la necesidad de convertir a nadie a nada. A mí se me alegra el alma cuando nos felicitan la Navidad o ellos mismos reconocen que Dios solo hay uno.
Claro, luego están las diferentes tradiciones religiosas, pero lo importante es que la persona descubra esa experiencia de relación con el trascendente que da sentido.
En el camino hacia la mutua convivencia, no basta con saber que los musulmanes se refieren a Dios como el compasivo y el misericordioso. El Corán está dividido en muchos capítulos y a cada uno de ellos se le conoce como Sura. Sura 1, 2, 3, etc.