
20-03-2025 ¡Viva la pepa! - 10 Minutos con Jesús

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** Ponte en presencia de Dios. Trata de hablar con Él.
** 10 minutos son 10 minutos aunque te puedas distraer. Llega hasta el final.
** Sé constante. El Espíritu Santo actúa “a fuego lento” y requiere constancia.
Audios de 10 minutos que te ayudan a rezar.
Un pasaje del Evangelio, una idea, una anécdota y un sacerdote que te habla y hab.la al Señor invitándote a compartir tu intimidad con Dios.
Busca tu momento, piensa que estás con Él y dale al play.
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Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, San José, mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.
Caminemos juntos en la esperanza, en este tiempo de cuaresma, de conversión.
Estamos pues más o menos en el ecuador de este tiempo de conversión y estamos caminando Señor contigo, acompañándote en esos 40 días que estuviste en el desierto, preparándonos junto a ti para vivir con fruto, para vivir muy cerca de ti y de tu Santísima Madre, pues esos días de la Semana Santa, esos días en los que tú Señor morirás por nosotros en la cruz y nos enseñarás que no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Te pedimos llegar preparados y para eso en el Evangelio de hoy se nos propone, nos cuentas tú Jesús, pues una parábola, una historia que es muy conocida, que es la del rico Epulón y el pobre Lázaro.
Es una parábola de contrastes, la conoces bien, pues aquel hombre rico nos dice el Evangelio que vestía de telas finas de púrpura y continuamente se daba a banquetes y tenía en la puerta a un mendigo que era Lázaro, cubierto de llagas, que estaba pues esperando en la puerta que alguien le diera algo para llevarse a la boca a la mesa del rico y nos cuenta el Evangelio, un tono así un poco desgarrador, que hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
La parábola narra que murieron los dos y el rico Epulón, pues se fue al infierno, se condenó, mientras que el pobre Lázaro, pues se salvó, fue al cielo y Epulón, estando ya ahí condenado, pedía que se acercara a Lázaro para darle un poco de agua que le pudiera saciar pues esa sed que sentía, porque estaba lejos de Dios. Y ahí está la respuesta de la parábola, que decía que no, que no se puede pasar del cielo al infierno ni del infierno al cielo, que ya habían tenido toda la vida pues para elegir, para decidir y que al final pues la muerte ponía a cada uno en su lugar.
Más allá, Señor, de tantas consideraciones que podemos hacer de este Evangelio, que es muy serio, yo quería hacer tres. La primera es esa responsabilidad, Señor, que tengo yo, que tienes tú, oyente, que tenemos todos, como cuerpo de Cristo que somos, como pueblo de Dios, que formamos la iglesia ante las necesidades de los demás.
El rico Epulón ignoraba la situación de Lázaro, ignoraba, y no es que no la viera, es que no la quería ver, o la veía, pero como no la afectaba a él, pues pasaba. Y yo pensaba, Señor, cuántas veces paso por alto las necesidades de quienes me rodean. No hace falta pensar únicamente pues en personas que están pidiendo en la calle, en personas que lo han dejado todo y se han venido al país a trabajar y no tienen de nada. A veces puede ser personas que tenemos más cerca, familiares, amigos, que lo están pasando mal, que tienen una situación difícil, que no tienen pues nadie que les escuche, nadie que les comprenda.
Ahí está esa frase de San Josemaría recogida en Camino, la caridad más que en dar está en comprender. Por supuesto que también está en dar, pero muchas veces esa limosna de mi tiempo, esa limosna en el fondo de mi corazón, de mi cariño, Señor, que a veces me lo guardo para mí, lo hago, selecciono a este sí, a este no, a este ni de broma, a este que me cae un poco mejor, sí, a este que somos del mismo equipo de fútbol, sí, a este que...
Señor, la pobreza y la desigualdad está en todas partes. A veces es una pobreza que no se ve o que hay que escarbar un poco, pero el Señor, con esta parábola, tú Jesús, nos llamas a la acción.
La segunda idea que me llama de este Evangelio es la importancia que tiene la empatía. Tengo una