
2012. El Dulce Nombre de María (EDITADA)

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Meditación en el 12 de septiembre, en que se conmemora el Dulce Nombre de María. Lucas dice: "Y el nombre de la Virgen era María". Su nombre "la llave del cielo". Llena de dulzura el alma. Nos defiende y protege de los ataques del Enemigo. Convoca a los ángeles. Nos lleva a Jesús. Lo que los santos han dicho sobre el nombre de María, su poder y su consuelo.
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. Hoy, cuatro días después de celebrar la natividad de la Virgen, el 8 de septiembre, tal y como era costumbre en los padres judíos, Joaquín y Ana impusieron el nombre a su hija, Miriam, María, y por eso hoy celebramos la fiesta del dulce nombre de María.
Fue en la ciudad española de Cuenca, donde por primera vez se autorizó la celebración de esta fiesta en el año 1513 y poco después se extendió por toda España, como tantas fiestas marianas, verdad, que han tenido su origen en esta tierra. 170 años después, en 1683, el Papa Inocencio XI permitió o admitió la fiesta en la iglesia de Occidente como acción de gracias por la victoria del príncipe Juan Sobieski, rey de Polonia, sobre los turcos que habían sitiado Viena.
Fue una de esas veces en que las tropas polacas salvaron a Occidente de los turcos. Y el ejército cristiano de Juan Sobieski entró en batalla gritando el nombre de María para invocar su protección frente a los turcos. Y por eso el Santo Padre introdujo en el santoral esta fiesta para que se celebrase en toda la iglesia universal.
Bueno, todo lo relacionado con nuestra Madre la Virgen es motivo de alegría y de consuelo para nosotros. La verdad, Señor, es que al preparar y pensar qué decir en esta meditación del día de hoy, he leído el evangelio pero al mismo tiempo pensaba, bueno, hoy quizás podemos hacer la oración de una manera distinta. Quizás hoy podemos simplemente ver lo que tantos santos han dicho de nuestra Madre, del dulce nombre de María.
Quizás hoy, Señor, podemos no tanto fijarnos en el evangelio del día como como en nuestra Madre y en su bendito nombre, Ave María.
El evangelio, que tan pocos datos nos da sobre la Virgen, al narrar el envío del arcángel Gabriel a una Virgen desposada con José, dice Lucas y recalca, el nombre de la Virgen era María. Dios, en su providencia, ha querido que tengamos su nombre. Muchas otras cosas no las sabemos de María, pero sí sabemos su nombre porque tú, Señor, has querido que sepamos su nombre.
Un nombre que es fuente de gracias y de consuelo. Un nombre que nos trae María ecos de la criatura más excelsa que ha existido, más bondadosa, más bella, más llena de ternura. Y por eso podemos rezar con el himno de laudes de la liturgia de las horas de hoy lo siguiente, dulce nombre de María, panal de miel en la boca. Toda la ternura es poca para sentir tu armonía.
La más bella melodía que se pudiera soñar, oye quien sabe gustar de tu nombre la dulzura, la grandeza y la hermosura que jamás podrá olvidar.
Quiero en mi pecho grabarlo, guizarlo como bandera. Toda la vida quisiera, hasta en mi muerte, invocarlo. Qué bonito sería, ¿verdad?, si lo pedimos al Señor ahora, que el día que nos toque rendir nuestra alma, pasar a la otra vida, el día, el momento de nuestra muerte, nos dé tiempo de decir, María, quiero en mi pecho grabarlo, guizarlo como bandera. Toda la vida quisiera, hasta en mi muerte, invocarlo. Y con fervor predicarlo, como defensa y escudo, que deja al infierno mudo. El nombre de nuestra madre nos lleva a casa del Padre. Dios hacer más ya no pudo.
Qué bonito, ¿verdad?, esta poesía del himno de Laudes, este himno.
Así es la Virgen, así es su nombre, así de poderoso, así de dulce, así de maravilloso. Sol María Jesús de Ágreda, en su libro La mística ciudad de Dios, narra una escena en la cual la Santísima Trinidad está en divino
















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