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2033.¡Ay de tí... si no escuchas!

2033.¡Ay de tí... si no escuchas!

10/3/2025 · 17:48
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El Evangelio del día, viernes de la XXVI semana del Tiempo Ordinario, nos presenta el reproche de Jesús a tres ciudades en las que había predicado y hecho milagros: Corazín, Betsaida y Cafarnaún, porque no se convirtieron ni cambiaron de vida, no se comprometieron con la Buena Nueva. Luego se lamenta de que no escucharan a sus enviados: necesitamos docilidad en la dirección espiritual. Dios se sirve de enviados para ayudarnos a nuestra santidad.

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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.

Y el evangelio de hoy dice así hay de ti Corazain, hay de ti Betsaida porque si en Tiro y en Sidón hubieran sido realizados los milagros que se han obrado en vosotras, dice nuestro Señor Jesucristo, hace tiempo que habrían hecho penitencia sentados en saco y ceniza. Sin embargo, en el juicio Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotras.

Y tú, Capernaum, ¿acaso serás exaltada hasta el cielo? Hasta los infiernos vas a descender. Quien a vosotros os oye, a mí me oye. Quien a vosotros os desprecia, a mí me desprecia. Y quien a mí me desprecia, desprecia al que me ha enviado. Señor, no sé qué tendrías en la cabeza o por qué pronunciaste estas palabras tan duras.

¿Qué había ocurrido en esas ciudades para que hablaras así? ¿Qué lección podemos sacar nosotros para nuestras vidas de este evangelio? Corazain y Betsaida eran dos ciudades en torno al lago de Galilea, no muy lejanas a Capernaum, donde Jesús estuvo muchas veces. Sus habitantes oyeron sus palabras vibrantes y llenas de promesas eternas. Contemplaron asombrados tus milagros, Señor. En el caso de Betsaida, al menos dos apóstoles eran de allí, Andrés y Pedro. Y hay algunos padres de la iglesia que dicen que también Santiago y Juan.

Pero parece que esas ciudades Corazin o Corazain, depende cómo se diga a veces, pero Corazin y Betsaida, parece que esas dos ciudades, aunque tuvieron la suerte de verte entre sus calles, entre sus gentes, no cambiaron su modo de vida con tu predicación, no se convirtieron, no obedecieron a tus palabras, Señor.

Quizás las escucharon con complacencia, comentaron tus milagros con satisfacción, pero no cambiaron, no se desnotó en la conducta. Se cumplió en ellos, quizás, lo que tú mismo, Señor, reprochabas en otra ocasión. ¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza que gritan diciendo hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado. Escuchan y no hacen, no se convierten, ven y no se entregan, oyen la música y no bailan. Todo esto es lo que quizás les pasaba a esas ciudades, a los habitantes de esas ciudades. Y pienso, Señor, que eso mismo es lo que ocurre con ese modo de vivir la fe puramente sentimental.

No estoy haciendo una crítica de los sentimientos, por supuesto que no, que son algo magnífico, don de Dios, que hacen la vida estupenda y ojalá que siempre vivamos nuestra fe con toda la fuerza de los sentimientos también, que amemos a Dios con toda la fuerza de nuestro corazón. No tengo nada contra los sentimientos, pero decía que me da la impresión de que hay un modo de vivir la fe puramente sentimental, sin obras, como cuando hacemos una especie de turismo religioso porque queremos tener subidones afectivos aquí y allá, sentirnos conmovidos con la predicación aquí y allá, llorar con un testimonio aquí y allá, pero luego todo eso no cambia nuestra vida. Si nos lo cambia, estupendo, pero no se traduce en una conversión, en una conducta más cristiana.

Porque, por ejemplo, perdono a quien guardaba rencor, o ayudo con mi limosna generosa a los pobres y antes no lo hacía, o dejo de ver una serie que, por lo sensual que es, pues me hace daño y antes veía, o hablo con mi novia para dejar de tener relaciones antes de casarnos, o empiezo a tomarme en serio el ir a misa los domingos, que antes pues era un domingo sí y otro no, y ahora e incluso empiezo a ir algunos días a misa, entre semana, o comienzo a hacer oración, etcétera, etcétera. Obras, ese modo sentimental, puramente sentimental, de vivir la vida.

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