2041. Mejor lo de dentro que lo de fuera (EDITADA)

Por la señal de la santa cruz de nuestros enemigos libra el Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.

Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.

En este sábado del mes de octubre, del mes del rosario, por tanto un mes con una connotación mariana clarísima, hemos acudido como siempre a la Virgen para pedirle ayuda para hacer con fruto este rato de oración.

Ella siempre está junto a nosotros, verdaderamente, siempre nos ampara, le pedimos ahora también que ampare y que proteja todos esos hogares. Y el Evangelio de hoy dice así, en aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo, bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.

Pero él dijo, mejor bienaventurado a los que escuchan la palabra de Dios y la cumple. Y nosotros, Señor, nos dejamos llevar por lo más visible, por lo más físico, lo patente, bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron, dice esta mujer. Y nosotros con ella, porque es un piropo precioso a nuestra Madre la Virgen. Pero tú, Señor, nos animas, en este Evangelio tan breve, a ver lo invisible, lo espiritual, lo que acontece en la intimidad del corazón, en lo profundo de nuestra Madre la Virgen. Mejor bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumple.

Es un cambio de perspectiva para nosotros.

Mejor nos dice el Señor, mejor esta palabra. No está diciendo que el otro sea malo, sino que dice mejor, más bien mejor. Y es mejor concebir por la fe que en el cuerpo, como decía un padre de la iglesia. Es mejor escuchar la palabra de Dios y cumplirla que engendrar al Hijo de Dios. Es una cosa que realmente nos sorprende, porque es el mayor privilegio mariano. El origen de los privilegios marianos es el ser la Madre de Dios.

Pero este padre de la iglesia explica muy bien que antes que físicamente María engendró al Hijo de Dios, a Cristo, por su obediencia y docilidad la palabra de Dios. He aquí la esclava del Señor, que tiene como esa prioridad. Y esto es lo que nos dice el Señor. Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. O sea, mejor es concebir por la fe que en el cuerpo.

Qué inmenso valor, Señor, por ejemplo, entregas o concedes tú, mejor dicho, a la fe, a la escucha, a la obediencia interior al Espíritu Santo, a las cosas que el Señor va trabajando en nuestra alma. Todo ese mundo oculto a los ojos de los hombres, tantas veces, ¿no? Cuántas veces nosotros podemos decir, sí, sí, sí, tras una alabanza que alguien nos hace, ¿no? Sí, sí, sí, pero yo sé bien lo que hay en mi interior. Y no soy tan bueno o tan buena persona como... No, no, no, no. Aquí hay...

O al revés, ¿no? A veces un acto hecho con la mejor intención, pues no tiene el efecto o no es agradecido o no tiene la eficacia, vamos a decir así, exterior, visible, pero nosotros en el corazón, Señor, sabemos que pues que ahí hemos puesto todo nuestro amor, ¿no? Lo hemos hecho con la mejor intención.

Y por tanto, esta frase del Señor que ve, que ve el fondo de los corazones, mejor bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen, pues es también una frase que nos llena de fe y de contento cuando procuramos vivir, pues, cara a Dios y no cara a los hombres y con rectitud de intención.

Porque mejor trabajar con fe y rectitud de intención, escuchando las llamadas de Dios, acabar bien las cosas, a servir a los demás en nuestro trabajo,