

Description of 212. Una deuda impagable
La IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU, celebrada en Sevilla, reunió a numerosas organizaciones comprometidas con la denuncia de un sistema económico que sacrifica derechos humanos en nombre del pago de la deuda.
Se ha puesto el foco en la grave paradoja que enfrentan más de 3.300 millones de personas: sus países invierten más en cumplir obligaciones financieras que en garantizar servicios básicos como salud o educación.
Esta situación, lejos de ser coyuntural, refleja estructuras diseñadas para beneficiar a unos pocos y dejar atrás a los más vulnerables. También se ha evidenciado la interconexión entre deuda financiera y deuda ecológica.
Los países más desarrollados, grandes emisores de gases contaminantes, han construido su riqueza a costa de los recursos naturales del Sur global, dejando a estas regiones el peso de los impactos climáticos más severos.
Ante esta doble carga, diversas voces han reivindicado una economía que coloque a la persona en el centro, que integre justicia social y ambiental, y que promueva una reforma profunda de la arquitectura financiera internacional desde la ética, la equidad y la memoria histórica.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Hola, ¿qué tal estás? A lo largo de esta semana has estado al tanto de la celebración en Sevilla de la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo organizada por la ONU. Delegaciones de muchos países se han reunido codo con codo junto a organizaciones no gubernamentales y otras entidades para intercambiar puntos de vista acerca de economía y desarrollo y comprometerse en algunos aspectos.
La última reunión de este tipo tuvo lugar hace una década con el objetivo de encontrar cauces de financiación para la realización práctica de la Agenda 2030. En esta ocasión, como ya has visto, lo que se trajo a primer plano de la atención mundial fue la insostenibilidad del modelo financiero internacional, sobre todo en su relación con los países en desarrollo. Y es que estos últimos han estado pagando durante décadas unos intereses muy superiores a los de los países más industrializados.
Esta pesada carga sigue siendo a día de hoy un lastre a la hora de abordar la mejora de vida de su ciudadanía. Unos 3.300 millones de personas viven en países donde los intereses que pagan por la deuda externa son superiores a su gasto en educación o salud. Quédate conmigo, porque durante la próxima media hora vamos a intentar descubrir si existe esperanza en medio de unas cifras tan desgarradoras.
Soy José Antonio y te doy la bienvenida al docentésimo decimosegundo episodio. Este tipo de conferencias en clave económica como la que ha tenido lugar en Sevilla no suelen captar la atención de la ciudadanía general más allá del titular capcioso que busca movilizar las emociones en contra de un determinado grupo. Fulano hizo esto mal. Mengana dijo esto que no debía.
Pero fuera de eso, los discursos terminan quedándose en círculos especializados. La Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo estuvo mucho tiempo preparándose, tanto en sus ponencias centrales como en todos los demás actos desarrollados de forma paralela. En nuestro caso, vamos a regresar la mirada hasta el 5 de febrero de 2020.
Ese día la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales promovió un evento bajo el título Nuevas formas de solidaridad orientadas hacia la inclusión fraternal, la integración y la innovación, donde se discutió sobre las reglas económicas en un mundo donde la desigualdad social sigue en aumento. A todas las personas que participaron en aquel acto de 2020, el Papa Francisco les dirigió unas palabras. Entre otras cosas, dijo lo siguiente.
Un mundo rico y una economía vibrante pueden y deben acabar con la pobreza. Se pueden generar y estimular dinámicas capaces de incluir, alimentar, curar y vestir a los últimos de la sociedad en vez de excluirlos. Debemos elegir qué y a quién priorizar, si propiciamos mecanismos socioeconómicos humanizantes para toda la sociedad o, por el contrario, fomentamos un sistema que termina por justificar determinadas prácticas que lo único que logran es aumentar el nivel de injusticia y de violencia social. El nivel de riqueza y de técnica acumulado por la humanidad, así como la importancia y el valor que han adquirido los derechos humanos, ya no permite excusas. Nos toca ser conscientes de que todos somos responsables.
Esto no quiere decir que todos somos culpables, no. Todos somos responsables para hacer algo.
Puede que todavía no haya quedado clara la relación entre aquel acto de 2020 y la conferencia celebrada por la ONU durante esta misma semana. Sigamos entonces enlazando información.
Entre los miembros presentes de aquel evento estaba el economista Josef Stiglitz, quien posee un premio Nobel en Economía. Stiglitz en aquella ocasión ofreció una ponencia en la que resaltó la importancia de la encíclica Laudato si a la hora de vincular justicia ambiental y justicia social como parte de un todo ecológico.
Comments of 212. Una deuda impagable