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22-03-2025 Dos caminantes perdidos - 10 Minutos con Jesús

22-03-2025 Dos caminantes perdidos - 10 Minutos con Jesús

3/21/2025 · 10:30
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Description of 22-03-2025 Dos caminantes perdidos - 10 Minutos con Jesús

** Ponte en presencia de Dios. Trata de hablar con Él.
** 10 minutos son 10 minutos aunque te puedas distraer. Llega hasta el final.
** Sé constante. El Espíritu Santo actúa “a fuego lento” y requiere constancia.

Audios de 10 minutos que te ayudan a rezar.
Un pasaje del Evangelio, una idea, una anécdota y un sacerdote que te habla y hab.la al Señor invitándote a compartir tu intimidad con Dios.
Busca tu momento, piensa que estás con Él y dale al play.

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Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi padre Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí. Caminemos juntos en la esperanza.

La parábola que leemos en el evangelio de la misa de hoy puede ser ideal para glosar una vez más este lema que el papa nos propone para la cuaresma de este año.

Caminemos juntos en la esperanza. Porque justamente esta parábola nos habla de dos caminos que no nos llevan a la felicidad. Dicen que hay dos maneras de vivir tristes. El triste que no hace lo que quiere y el triste que hace lo que no quiere. Los dos caminos llevan a un mismo destino. Una vida frustrada del que hace lo que... del que nunca hace lo que quiere o del que como un esclavo se pasa la vida haciendo lo que no quiere. Estos son los dos hijos del padre de la parábola que vamos a contemplar hoy. Dos pobres hombres como nosotros necesitados de comprensión y en eso estamos en este camino de cuaresma.

El primero ocupa la mayor parte de la historia que conoces muy bien. Es un hombre con el ímpetu de la juventud que podemos imaginar que se cansa de estar en casa de su padre. Se siente triste porque no hace lo que realmente quiere y no es feliz. Quizás se ha llenado la cabeza de las aventuras que le han contado los viajeros sobre la buena vida que se pegan los habitantes de otras ciudades lejanas.

La música, el lujo, los placeres... poco a poco empieza a envidiar la vida de otros y la casa de su padre le empieza a parecer una cárcel llena de normas rígidas, tradiciones que le parecen absurdas, un aburrimiento, un sinsentido. Su padre se transforma entonces en el gran obstáculo para su libertad, su autoafirmación, la buena vida. No nos puede sorprender lo actual de este planteamiento. He perdido ya la cuenta de cuántas historias o películas ponen al padre, a la figura del padre, a caer de un burro.

O es un rígido, un egoísta, un dictador despótico o un verdadero inútil. O al menos alguien que no comprende al protagonista, que en la mayor parte de las veces es la protagonista. Pero bueno, ¿cuántas veces el enemigo nos intenta vender la vida lejos de la casa de nuestro padre Dios como el camino hacia la felicidad? Y el joven de la parábola parece poner remedio a su problema y se decide a ser feliz, pero por el camino equivocado.

Y le dice a su padre, padre dame la parte de la herencia que me corresponde, que es como decir, papá no voy a esperar a que te mueras para mí como si hubieras muerto y te exijo ahora la parte de la herencia que me corresponde para hacer mi vida, para vivir para mí. Y no para tu hacienda, para hacer tu voluntad, sino la mía. Aquí tenemos un detalle magnífico de la grandeza de ese padre. Le da su parte, respeta su libertad y él se va con su dinero y se lo gasta.

Cuando lo había gastado todo, sigue la parábola, vino por aquella tierra un hambre terrible y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. El hijo pequeño no era feliz porque no hacía lo que quería, pero ahora descubrimos que tampoco es feliz cuando hace lo que quiere.

Había tomado un camino para lograr la felicidad, pero ese camino también termina frustrado. Es entonces cuando recapacita. ¿Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan mientras yo aquí me muero de hambre? Me levantaré, me pondré en camino hacia donde está mi padre y le diré, padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamar mi hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros. Se levantó y vino a donde estaba su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas y echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

Si fue grande el corazón del padre que le daba la libertad a su hijo para alejarse de él, ¿cuánto más nos admiramos ante su misericordia cuando regresa él hecho...

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