#229 Cómo superar el síndrome del impostor con Chema Ballarin

Me das una confianza con una persona y eso hace que la persona se abra.

Incluso ni le preguntes, pero ella te empieza a contar.

Pues es que tengo una relación con mi...

Tema de aprobación, o con mi pareja, no sé qué.

Ahí es cuando intento cortar y decir que creo que es un punto que puede dar algo que pensar, pero esto lo tienes que trabajar con un psicólogo.

Hoy en Listening Leaders tengo el honor y el placer de viajar hasta la Ciudad de Madrid para hablar con Chema Valladín, el exconsultor de negocio para empresas Tech y coach barra mentor.

Ahora nos explicarás qué haces de coaching y qué haces de mentoría, que son dos cosas para mí muy diferentes, pero va a ser un placer tenerte aquí en este espacio.

Chema, bienvenido.

Muchas gracias, Raúl. Encantado de estar aquí.

Oye, me gusta mucho este término provocador que me proponías para enlazar esta entrevista, el síndrome del impostor.

¿Qué es esto del síndrome del impostor? Pues el síndrome del impostor es la sensación de que tú no vales para una cierta tarea, un cierto trabajo o una cierta responsabilidad.

Es esa creencia limitante de que no eres suficiente y no solo eso, sino de que estás engañando a otros y que en algún momento se te va a descubrir como alguien que no es capaz.

¿No se da por un tema cultural? En México hay una frase maravillosa que dice bájale dos rayitas, no te creas la última Coca-Cola del desierto.

En España, yo recuerdo de los tiempos...

Igual me voy muy atrás, pero los tiempos que uno iba al instituto, que si sacabas una buena nota, tenías que explicar a tus amigos por qué habías sacado una buena nota, porque se castigaba al que sobresalía, al que destacaba.

¿Puede ser un poco por eso? Tengo este síndrome porque creo que igual estoy haciendo cosas para las que no estoy preparado y a ver cómo lo explico, ¿no? No, no necesariamente.

Yo creo que las situaciones que has comentado quizá vienen más dictadas por lo que es un cierto componente social, de encaje, de, bueno, de oye, si destacas por encima de la media, pues no vas a encajar bien con el resto de la manada, que son más normalitos, quizá viene un poco más por ahí.

No, el síndrome del impostor viene porque en algún momento hay unos disparadores que hacen que tú creas que tu trabajo no es lo suficientemente bueno.

Esos disparadores pueden ser la comparativa social, ¿no? Uy, otros lo están haciendo mejor, sobre todo ahora con redes sociales, ¿no? Uy, este ha conseguido esto y yo no.

Ese puede ser un disparador.

Puede haber disparadores del entorno, que estés en un entorno superexigente y que nunca sea suficiente.

Hay unas metas tan sumamente elevadas que da igual lo que hagas, nunca llegas.

Hay disparadores personales, el tema de la autoexigencia, el tema de pensar con esfuerzo lo puedo conseguir todo, ¿no? Bueno, no es así.

Hay cosas que no se pueden conseguir aunque te esfuerces mucho.

Esto es una realidad que hay que aprender.

Entonces, viene más por ciertos condicionantes, ciertos disparadores que hacen que en un momento dado uno tenga esa sensación, ¿no? Y lo malo del síndrome del impostor es que es una espiral, ¿no? Es decir, tú crees que no eres bueno, con lo cual te fuerzas a hacer más, te exiges más, entras en un nivel de estrés incluso mayor, dejas de hacer...

Dejas de dormir, dejas de hacer cosas que te ayudarían normalmente a estar mejor por esforzarte más, ¿no? ¿Y eso qué hace? Que tus resultados sean peores, con lo cual piensas que aún eres menos bueno, ¿no? Y esa espiral, digamos, descendente es el peligro real, ¿no? De este síndrome, por no decir que luego puede hacer que no optes a puestos en los que podrías optar, ¿no? Por estas circunstancias. Entonces, es una compleja.

Esto se lleva estudiando desde 1978, creo que salió el primer estudio.

Y no ha habido mucho estudio.

Ahora parece que el término se empieza a divulgar un poco más, ¿no? Pero no hay mucha publicación académica al respecto.

Entonces, no se ha investigado mucho.

Cuéntame cuál es la mejor manera, a tu juicio, de salir de esta espiral.

Porque se me ocurren dos. La primera es...

Guau, como no soy suficiente, como no sé, pues voy a empezar a echar la culpa al empedrao.

Y ahí nos vamos con el es que, ¿no? Es que no me dan las herramientas, es que no, esto no funciona, es que, es que, es que no, que es lo que hacen los malos jugadores de baloncesto.

Yo vengo del mundo del básquet.

Cuando pierdes un partido, es el árbitro, el suelo, la canasta y el público, ¿no? Esa es una. Y la otra es cambiar, como dice...

Este... Ay, se me ha ido ahora el nombre, me volverá.

Cambiar el es que por el hay que, ¿no? O sea, cuando de repente dices, bueno, pues si no soy suficiente, tendré que prepararme uno, tendré que estar más atento, tendré que prestar más atención.

No lo sé, ¿hay alguna vía para salir de este círculo vicioso? Hay, sí, sí, sí, hay soluciones, ¿no? Yo hablo un poco también desde la experiencia personal, ¿no? Y sin ser psicólogo.

Una de, a mí, por ejemplo, una de las cosas que me ayudó más, sobre todo al principio, fue hablar, fue compañía.