23 de marzo 2025. Predicación Iglesia ACyM Providencia

Hemos iniciado por, ya, llevamos, esta es la segunda semana, no llevamos tanto, llevamos dos semanas en el libro de Romanos, en la carta del apóstol Pablo a las iglesias en Roma y la semana pasada el pastor Javier nos compartía acerca del Evangelio de Dios.

Todavía estamos en estos primeros versículos introductorios a la carta y quiero invitarle a abrir su Biblia, yo voy a leer para ustedes en Romanos capítulo 1, versículo 8 en adelante, en la nueva versión internacional. Romanos capítulo 1, versículos 8 en adelante, leo para ustedes, dice, en primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo por todos ustedes, pues en el mundo entero se habla bien de su fe. Dios, a quien sirvo de corazón predicando el Evangelio de su Hijo, me es testigo de que los recuerdo a ustedes sin cesar. Siempre pido en mis oraciones que, si es la voluntad de Dios, por fin se me abra el camino para ir a visitarlos. Tengo muchos deseos de verlos para impartirles algún don espiritual que los fortalezca, mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos.

Quiero que sepan, hermanos, que aunque hasta ahora no he podido visitarlos, muchas veces me he propuesto hacerlo para recoger algún fruto entre ustedes, tal como lo he recogido entre las otras naciones. Estoy en deuda con todos, sean griegos o no griegos, sabios o ignorantes. De allí mi gran anhelo de predicarles acerca de las buenas noticias también a ustedes que están en Roma. No tenemos noticia del origen de la Iglesia en Roma. No sabemos quién la fundó, cuándo exactamente comenzó, de qué manera inició la Iglesia en Roma. Tenemos algunos antecedentes, algunas descripciones que el mismo apóstol Pablo hace. Y lo que el apóstol Pablo presenta es que hay una cualidad particular en la Iglesia en Roma que lo atrae a él. Quiere, desea, anhela estar presentes, estar presente con ellos, compartir la comunión, ser parte de la vida de Iglesia, animarse mutuamente. Y hay algunas otras descripciones que vamos a ir descubriendo en el transcurso de las reflexiones de romanos.

Pero este apostolado de Pablo que ha sido llamado a las naciones, lo está impulsando a ir ahora a la ciudad de Roma. Él no conoce a los hermanos de Roma, sólo ha oído de ellos. Tiene varios amigos en la ciudad. Uno lo lee al final de la carta, él saluda a varios de sus amigos, incluso algunos de ellos colaboradores muy estrechos en el Evangelio. Pero él nunca ha estado presente. Pero hay un ferviente anhelo, un deseo profundo, una atracción por esta Iglesia que quiere estar con ellos y compartir la comunión, estar y vivir algún tiempo con ellos. Quiero, para tener una referencia respecto a la intención de Pablo para viajar a Roma, estar con la Iglesia, lo que el mismo apóstol escribe en Romanos capítulo 15, versículo 22 en adelante. Dice el mismo Pablo, pero ahora que ya no me queda un lugar donde trabajar en estas regiones y como desde hace muchos años anhelo verlos, tengo planes de visitarlos cuando vaya rumbo a España.

Espero que después de que haya disfrutado de la compañía de ustedes por algún tiempo, me ayuden a continuar el viaje. Pablo tiene la intención de pasar tiempo con la Iglesia. Fíjense, él dice disfrutar. Uno podría recordar acá el Salmo que dice qué alegría, qué dicha, qué bienaventurados somos cuando disfrutamos de la comunión. La Iglesia está junta, el pueblo de Dios está junto en armonía. Bueno, Pablo quiere pasar tiempo con esta Iglesia, pero tiene otros planes también. Él quiere llegar a Roma y continuar rumbo a España. Pablo dice en este versículo, en el capítulo 15, que ya no hay ningún lugar en el mundo conocido en el extremo oriental del imperio donde él no haya desarrollado su labor ministerial. Ha plantado una gran cantidad de iglesias, ha puesto obispos, pastores, ancianos, presbíteros.