La ruina con Ignasio Taltavull y Tomás Fuentes.

Tomás Fuentes, buenas noches.

Buenas noches, Ignasio Taltavull, qué bien, qué bien.

Estamos otra vez en el Teatro Capitol, con muy buena gente, ha venido...

La mejor gente que hemos encontrado.

Que hemos echado a varios que no daban la talla.

Sí, que no daban buena espina.

Pero esta gente es excelente.

Esta gente es excelente y espero que estén a la altura para recibir a nuestra invitada.

Nos visita de nuevo, ya ha venido antes, pero nos hace mucha ilusión porque es una de las personas que más nos hace gracia de España, porque es una de las personas más divertidas de España.

Y del mundo también.

Por supuesto, un aplauso para Ana Borgade.

Ana Borgade.

Toda una vida de humillaciones que compartir.

Por supuesto, pensábamos que le deben quedar muchas aún.

Sí.

Y vas generando nuevas.

Queda roña, queda roña.

Queda roña por rascar aún.

Hombre, pues no sé, yo casi que...

Vamos directo a la roña, ¿no? Vamos a tope.

Bueno, estás bien, ¿no? Todo bien.

Gracias por volver.

Bueno, ¿con respecto a qué? Claro.

¿A mí? Sí, claro, a mí.

Estás muy bien.

Sí, sí, claro.

Bueno, Ana, ¿qué nos cuentas esta vez? ¿Es anterior? ¿Ha pasado recientemente? Pues mira, traigo una protorruina.

Yo creo que es la más antigua que voy a contar.

Muy bien, muy bien.

Y, oye, he mirado de camino para acá, ¿cuándo fue? Y fue en el 2008, porque ya, bueno, tengo más años que la puerta al Capitol y ya tengo material para contar antiguo.

Y me pasó eso, en el 2008.

Me iba a decir que era una época en la que iba muy despistada, pero es mi vida y es despistada.

Pero es cierto que trabajaba mucho entonces.

Yo creo que no había ni empezado a hacer televisión en el 2008.

Y nada, pues viajaba muchísimo, muchísimo.

O sea, mi estado normal era todo el tiempo.

O sea, me despertaba a las 3 de la mañana en el hotel, es que era como, ¿dónde estoy? ¿Por qué está ahí la puerta de mi casa? Y no era la puerta.

O sea, era todo el rato despistar y desorientarme.

Y entonces viajaba un montón, tenía muchos bolos, me iba muy guay en el teatro, pero nunca sabía dónde me andaba.

Llegaba al aeropuerto de Barajas y me decían, ¿dónde vuela? Y yo decía, ¡Madrid! Y me miraban como, ¿dónde está tu tutor? Y entonces, en esa época de desasosiego, pues hubo un día que estaba por la mañana y por la noche tenía que estar en un bolo en Bilbao.

Y al día siguiente me iba a otro sitio.

Entonces iba como...

¿Sabes que ya se te juntan las maletas? Que ya ni las deshaces.

Empiezas a hacer el Carrefour, metes bragas y dices, ¡venga al aeropuerto! Aún sirve.

Sí, sí, sí, tómalate.

Lo dices porque...

A ver, nosotros viajamos mucho, ahora me preocupa que esto se...

Claro.

Sí, sí, pero es el momento en que dices, tengo que deshacer la maleta, tengo 10 minutos para deshacer...

¿Cómo de sucia estaba la ropa sucia? Mucho.

Es más ropa que sucia.

Hay otra vuelta, hay otra vuelta.

Yo alguna vez he pensado una cosa que luego he pensado, no, porque es de idiota, de pensar, hostia, ya que estoy aquí en Bilbao, por ejemplo, avanzo y hago la compra de la semana.

Y luego he pensado, no, pero claro, la tendré que embarcar.

Exactamente.

Sí, sí, pero te lo juro que he estado como de, yendo hacia el supermercado, pensando, mira, ya lo avanzo, ya lo tengo hecho.

Sí, sí, luego de llegar allí, pero que voy a facturar los yogures.

Y es que en esa época iba tan cansada que recuerdo ir en moto y decir, puedo aprovechar este trayecto para dormir.

¡No! Y luego decía, la llevo yo, la llevo yo.

O sea, estaba realmente muy despistada.

Y entonces llegué al aeropuerto, no sé qué, como trabajé por la mañana, no sé qué, me dejan en el aeropuerto, y de repente miré y dije, wow, he llegado a tiempo, he llegado con margen, y entonces dije, bueno, vale, ¿qué hago ahora? Bueno, pues aprovecho, no sé, ordeno la agenda.

¡Cerveza! Claro, me voy a tomar una cerveza ahí al aeropuerto, tal, no sé qué, una cervecita, dos o tres euros.

¿De qué hora estaríamos hablando? Pues, ¿de qué? ¿De qué hora, más o menos? Pues sería como...

Ocho de la mañana.

¿Te imaginas? No, no, no, debería ser como, o sea, entre antes de comer y después de comer para una persona funcional.

Vale.

Yo no recordaba cuándo había hecho la última, o sea, iba a decir cuándo había hecho la última comida, esa sí, pero cuándo había comido por última vez, ¿no? No me liéis, el caso es que yo estaba allí con una cerveza, tal, no sé qué, me la tomé como rápido, en esta cosa del estrés, y ya dije, uh, pues me da para otra.

¿Otra? Y entonces me tomé la segunda cerveza, ahí empezó el error, porque ya como que entré en este tono como de...

A volar.