24-04-2025 Si Cristo ha resucitado... - 10 Minutos con Jesús

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato oración.

Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.

Hace ya tres días nos llegó la noticia, la triste noticia de la muerte del Papa Francisco.

Seguimos rezando por él y damos gracias por sus años de pontificado, por su fidelidad a Cristo, por su buen humor, por tantas cosas. Estos días estaba pensando que cuando en una familia muere el padre o la madre, quizá con muchos años, es un momento triste como es natural, pero a la vez puede ser un momento dulce, porque los hijos se reúnen junto al padre o madre fallecido, y la familia se aprieta, se une con fuerza, como una piña. Y es también lo que pasa en la iglesia, en la gran familia de la iglesia. Todos volvemos estos días, nuestra mirada, nuestras oraciones, a Roma por el Papa difunto, por el Papa que ha de venir, por toda la iglesia.

Y aprovechamos en estos diez minutos para rezar por estas intenciones. Durante esta primera semana del tiempo de Pascua, el Evangelio de la Misa de cada día nos va recordando las primeras apariciones de Jesús resucitado a los discípulos. Esas escenas nos muestran el paso triste de las santas mujeres hacia el sepulcro, quizá en silencio, con los hombros caídos, como quien sale de una derrota, con cansancio, pena, sin esperanza. Y cuando reciben el anuncio de la resurrección o cuando se encuentran con Cristo resucitado, entonces todo cambia.

Sus ojos se llenan de luz, su cuerpo de movimiento, empiezan las carreras para anunciar a los demás que Jesús ha resucitado. Se levanta la voz, fruto de la alegría del corazón, y el alma se llena de esperanza. ¿Y todo esto por qué? ¿Qué significa la resurrección de Cristo? El capítulo 15 de la primera carta a los Corintios de San Pablo nos ayuda a ir entendiendo. Y dice, Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras. Y que fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras. Y que se apareció a Cefas, Pedro, y luego a los doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos a la vez.

Durante cuarenta días, hasta la ascensión a los cielos, Jesús se va apareciendo a unos y a otros. Luego, a lo largo de la historia, tu Jesús te has manifestado a algunas personas santas, pero ya en contadas ocasiones. Recuerdo un chaval que en una ocasión me dijo, yo no creo en Dios, porque nunca lo he visto. Le dije que yo tampoco había visto a Dios. A mí nunca se me ha parecido Jesús. Pero yo creo en Él, y creo en su palabra. Y quiero creer cada vez más y más cada día. Vaya si creo. Los cristianos creemos en Jesús, en su resurrección, por el testimonio de los apóstoles, no porque le hayamos visto. Y hay muchos motivos para creer.

Si no, sería absurdo. Jesús tendría que estar todos los días apareciéndose a un montón de gente, a unos, a otros, a todos. No avanzaríamos. Estaríamos siempre en el principio. Una de las cosas que distingue a los hombres, a la humanidad, de los animales, es que tenemos historia, que transmitimos conocimientos, que vamos avanzando, que con la ayuda de la gracia podemos transmitir a los que vienen después la fe. Una fe que no es irracional ni absurda.

El Evangelio de hoy, San Lucas, nos cuenta que los discípulos de Maús estaban contando cómo habían encontrado al Señor en el camino y cómo le habían reconocido al partir el pan, quizá todavía con la respiración entrecortada por las prisas en volver a Jerusalén. En esto Jesús se presenta inesperadamente en medio de ellos y les dice, paz a vosotros. Tu Jesús siempre nos trae paz y alegría, también en medio de la dificultad. Se asustan, creen que es un fantasma. Están que no se lo creen, lo que están viendo con sus ojos. A ti y a mí nos habría pasado lo mismo. Y entonces tú Jesús les dices