#246 ¿Cómo ser un gran director de hotel hoy? | Lecciones de Manuel Vegas

Es muy vocacional, asumes que implicas a la familia, no tienes un horario fijo, un mes entero sin librar ningún día, no eres menos director, porque desciendas a las catacumbas de la estructura académica, la programación de estudios, no lleva el mismo ritmo que lleva la industria.

Hoy en Listening Leaders tengo el placer y el honor de viajar a Madrid para hablar de hotelería, pero no con cualquier persona, sino con alguien que ya verán ustedes, lleva ligado al mundo hotelero toda la vida, él es Manuel Vegas, presidente de la Asociación Española de Directores de Hotel, en donde, de una manera u otra, de forma intermitente, llevas desde el año 2001 ligado a la asociación, con un montón de iniciativas que iremos hablando en este podcast.

Bienvenido, Manuel Vegas, qué gusto tenerte aquí.

Muchas gracias, Raúl, por la invitación.

Matización.

En la asociación, que tiene 53 años de existencia, se lanzó en 1972, yo me incorporé a la asociación como asociado en el 1982, diez años después.

A nivel directivo, sí, a nivel de presidente, a partir del 2001, pero yo llevo, gracias a Dios, 43 años como asociado.

O sea, que si yo quería reforzar que eres la historia viva de la asociación, ya ha quedado patente y claro, ¿no? Qué gusto.

Hay asociados más viejos todavía que yo.

No, ya sabes que yo no he querido decir eso, porque a estas edades uno se va acercando peligrosamente a lo que nunca ha querido parecerse.

Oye, Manuel, ¿cómo ha cambiado en todos estos años? ¿Cómo ha cambiado el mundo de la hotelería y, en particular, el mundo de los directores de hotel? Bueno, los que ya, efectivamente, según el carnet nacional de identidad, nos refleja una cierta edad, tenemos esa vista atrás que nos permite analizar mejor que las nuevas generaciones la inmensa transformación que ha tenido tanto el turismo en España como la figura del director.

Porque, claro, estábamos hablando, cuando yo me incorporo en el sector en 1972, justo el mismo año que también nace la asociación, pero yo me incorporo como Botones a trabajar en una temporada de verano de un hotel de costa, y es lo que tiene este sector, que produce adicción.

O sea, es un virus muy potente y, bueno, pues me quedé prendado del sector y dije que tenía que seguir en él, y aquí estamos.

Hemos cambiado muchísimo, porque desde los años 70, que estamos hablando de un turismo todavía muy romántico, el cliente que teníamos eran clientes de cierto nivel adquisitivo, porque no estábamos hablando de masas, no estábamos hablando de tu operación, sino que era un tipo de cliente más selecto, donde teníamos un nivel de servicio, tanto en recepción como en restaurante, de mucho nivel, porque se cuidaba mucho esa faceta.

No éramos tecnológicos, ni digitales ni tecnológicos, porque, lógicamente, era lo que teníamos.

Yo, a mis alumnos, que he sido durante 28 años también profesor de la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, cuando le hablabas un poco de esa historia, de cómo trabajábamos en aquellos años, y decías que el único material que teníamos para trabajar era una goma de borrar y un lápiz, porque había que hacerlo todo a lápiz y, si te equivocabas, pues para poder borrar la goma, y utilizábamos una máquina de escribir de teclas, porque hasta que llegó la eléctrica y con la correctora, utilizábamos calco para poder duplicar las facturas o las cartas, pues no concebían, cuando le explicabas eso, no concebían la evolución.

Yo tenía montado en mi clase un poco la historia de la evolución tecnológica, o sea, las herramientas antiguas que teníamos en aquel momento, los racks donde poníamos las tarjetitas con el control de clientes, luego un anchor, que era un maquinón tremendo, con 30.000 teclas para poder facturar y hacer cosas, luego el primer ordenador, un Amstrad, por ejemplo, que fue el que empecé a utilizar en su momento, y así podían ver la evolución.

Claro, ahora no se concibe de todo, estamos hablando ya de inteligencia artificial, en fin, ya es un...