
25-04-2025 Nunca pasa nada - 10 Minutos con Jesús

Description of 25-04-2025 Nunca pasa nada - 10 Minutos con Jesús
** Ponte en presencia de Dios. Trata de hablar con Él.
** 10 minutos son 10 minutos aunque te puedas distraer. Llega hasta el final.
** Sé constante. El Espíritu Santo actúa “a fuego lento” y requiere constancia.
Audios de 10 minutos que te ayudan a rezar.
Un pasaje del Evangelio, una idea, una anécdota y un sacerdote que te habla y habla al Señor invitándote a compartir tu intimidad con Dios.
Busca tu momento, piensa que estás con Él y dale al play.
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Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.
Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.
Bueno, me parece muy bonito que San Pedro sea el protagonista del evangelio de hoy porque nos ayuda a mirar a Roma. Todos estamos con el corazón puesto en el sucesor de Pedro. Esta semana Santa pues ha tenido la suerte de ver al Papa Francisco por última vez, pocos días antes de su fallecimiento. Y mañana será la solemne misa de exequias por su alma.
Y tú y yo con toda la iglesia pues rezamos agradecidos para que Dios le acoja en su gloria. Y le pedimos también que desde el cielo siga cuidando de la iglesia como lo ha hecho hasta ahora. Y también pedimos al Espíritu Santo por el Papa que vaya a ser elegido en el próximo conclave, que sea un pastor conforme al corazón de Cristo. Así le podemos pedir.
Desde luego no creo que haya nadie en el mundo que lleve sobre sus espaldas un peso comparable al que lleva el Papa. Es la salvación de millones de almas que pesa sobre ese corazón humano. Y Dios elige a un hombre que es sólo un hombre, un hombre como nosotros, para cargar sobre sus hombros el peso de toda la iglesia. Es algo tremendo.
Y lo más sorprendente es verle tan tranquilo, con una sonrisa, bromeando con unos y con otros. ¿Cómo es posible que esa carga no le aplaste? Quizá el evangelio de hoy nos pueda dar alguna pista de cómo el Papa, que el día que es elegido, se pone el anillo del pescador, lleva el peso de la iglesia. Y la escena que leemos en el evangelio de hoy es una escena de pescadores, precisamente, de esas que te gustan a ti Jesús. Bueno, en realidad son dos escenas de pesca.
Los apóstoles salen a pescar con Pedro. Estaban juntos, dice San Juan, Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo, Natanael, el decana de Galilea, los Cebedeos y otros dos discípulos suyos. Y Simón Pedro les dice, me voy a pescar. Ellos contestan, vamos también nosotros contigo. A mí me gusta mucho esa frase, vamos contigo Pedro, vamos nosotros contigo.
Con Pedro, siempre con Pedro, que no nos separemos nunca de Pedro, del Papa. Dios ha querido que Pedro, que el Papa, sea el signo visible de unidad. Y sin unidad, pues nos quedamos sin vida. No se puede dar buen fruto en la iglesia sin estar unido al Papa, como no puede dar buen fruto el Sarmiento separado de la vid. Así que a pescar, pero siempre con Pedro.
¿Y qué ocurre en esa noche de pesca que nos narra San Juan? Pues ocurre que salieron y se embarcaron y aquella noche no cogieron nada, nada de nada. Toda la noche trabajando y no cogieron nada. Es es desolador. Y quizá pues pensarían, ya no queden peces en el mar de Tibariades. Podemos imaginarnos el agotamiento físico y mental, el desánimo, qué costoso se hace cuando uno tiene la impresión de cansarse para nada. Qué sinsentido. Y qué preocupación, ¿no? Pues para qué habremos salido a pescar y si no hay más peces en este lago. ¿De qué vamos a comer nosotros y nuestras familias? Y cuando estaba ya amaneciendo, vieron a un hombre en la orilla.
Después de toda la noche sin coger un solo pez, ese hombre desconocido les dice, ¿Muchachos tenéis pescado? Desde luego no podía haber hecho una pregunta más inoportuna. La contestación escueta deja ver un tono seco y quizá un poco desabrido. La respuesta es sencillamente no. No, no tenemos nada. No hemos pescado nada en toda la noche. No hurgues en la llaga, ¿no? Parece que podrían pensar o decir. Pero ese misterioso hombre insiste.
No le importa lo inoportuno del momento y con un tono firme y decidido les dice, echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. Y lo debió decir con tanta seguridad que a pesar de las circunstancias, unos pescadores tan experimentados como los apóstoles le hacen caso y vaya si encuentran. Echaron la red y no podían sacarla por la multitud de peces y Juan, el joven discípulo, le dice a Pedro, es el Señor. Esta es la segunda estación.
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