26 - Gigantes

Estoy contenta por haberme curado y por estar de nuevo con mis amigos, aunque me
da miedo pensar en qué pude hacer bajo los efectos de la toxina que nos hizo
violentos. No recuerdo absolutamente nada, pero he
visto las balas que me faltan y me temo que si no hubiera perdido la memoria
estaría horrorizada. Adiós Iván, ten cuidado.
Casi inmediatamente después de volvernos a encontrar, una vez más nos tenemos que
separar. Por un lado Gepardo, Rol y Kai van en el todoterreno en busca de alguien
a quien llaman el gigante. Por otro, Taina y yo vamos a hacerle compañía a
Morcon fingiendo estar infectadas para no perderlo de vista. Ojalá todo salga
bien y todo vuelva a ser todo lo normal posible dentro de nuestras posibilidades.
Vamos Taina, antes de que Morcon empiece a echarnos de menos.
Oye Benita, no hemos hablado mucho de esto, pero ¿qué tal con Gepardo?
Bien, supongo. Nunca ha estado con nadie.
Sí, desde fuera se os ve muy bien.
Puede ser. Pero si te digo la verdad, tengo algunas dudas. Es muy complicado
empezar con todo esto después de una vida entera en un convento. Estrenarme con un
tío como Iván, que es todo lo contrario a lo que se supone que... Bueno, no sé, es complicado.
Ya, es un poco como dejar de ser vegana comiendo carne humana directamente.
Supongo. A ver, con él he experimentado una satisfacción carnal increíble
objetivamente, pero no sé si lo que siento es lo que debo sentir.
Bueno, eso ya lo sabrás. Para bien o para mal, lo sabrás. En esto hay muy poco de objetivo.
Eso espero.
No es que yo sea una experta del tema tampoco. Lo único que te puedo decir es que tú te des tu tiempo.
No te agobies.
Bueno, ahí está Morcon. Disimula.
De nuevo, en el carruaje todoterreno de un clérigo malvado, vamos el célebre trío de la muerte en busca del gigante encadenado.
Y mientras el salvaje conduce y el oriental y yo discutimos en cuál de los siete reinos tendríamos más posibilidades de sobrevivir siendo plebeyos,
el cuatrero suelta una bomba de fuego valyrio que nos silencia con su destello.
Creo que le voy a pedir a Benita que se case conmigo.
¿Qué? El amor puede domar a la bestia más salvaje y asalvajar a la más mansa.
Llevo tiempo dándole huertas. Horas. Y la verdad es que las quiero a morir.
Cuatrero, cuidado con tal premura. Si no te correspondiese, se dañaría irremediablemente el lazo de unión que posees con la beata.
Recuerda que antes era la esposa de Dios.
¿Qué es lo que dice Rodri?
Que es un poco pronto.
Pronto no es. Si yo las quiero y ella me quiere, pues ya está. He pensado en cómo decírselo y todo.
Mira, vamos a ensayarlo. Tú haz de la bebita.
¿Quién, yo?
Y yo. No es muy difícil. Te digo una cosa y respondes como si fuera la Benita. Y ya está.
Bebita. Bebita, eres lo mejor que me ha pasado en toda la vida mía.
Y si me dieran de elegir entre el mundo de antes de la explosión o el mundo de mierda que se ha quedado, me quedo a vivir en el de mierda porque estás tú.
¿Quieres casarte conmigo?
La verdad es que me la esperaba todavía peor. Como trovador no te ibas a ganar la vida, amigo mío.
¿Entonces qué? ¿Quieres descasarte conmigo o no?
No.
Y yo no tú, sino si tú fueras la Benita. Métete en el personaje.
Gepardo, lo que quiero decir es que igual es un poco pronto.
¿Cómo va a ser pronto si estamos a punto de morir todos los putos días?
Ya.
Pues eso.
Al salvaje no le falta razón. Ni el Oriental ni yo somos precisamente diestros en el arte del amor y aún así tememos su fracaso en esta arriesgada empresa.
Pero las palabras del cuatrero resuenan en mi cabeza y es tan real como la muerte que seguramente acabaré mis días en soledad.
Gracias a eso me convertiré en el mejor guerrero que se haya visto jamás.
Llegamos.
¿Pero esto qué es? ¿Mad Max?
Hostia, un Scania R730 con motor V8. El camión más potente que hay.
El bicharraco ese nos coge por la autopista y pasa por encima del 4x4 como el que coge un Baden.
Innecesaria tanta información, pero está bien saberlo.
¿Y ahora qué hacemos?
Entrar, pelear y llevarnos al gigante.
Vale, déjame pensar un plan más eficiente.
Estamos con Morcon, el único de nosotros.