27 - La Sombra Dentro

Lleva más de una hora lloviendo sin parar.

Por suerte la tormenta nos ha pillado en este pueblo vacío y ha sido fácil resguardarnos en una de las casas abandonadas.

Esta tiene dos plantas, un par de baños, cuatro habitaciones y un gran salón con chimenea pegado a la cocina.

Lo primero que hemos hecho es encender unas velas y buscar algo de comida.

Lo único que hemos encontrado que se pueda comer han sido latas de atún, bolsas de maíz crudo y muchas botellitas pequeñas de agua.

Miro a mis amigos y tengo que decir que estoy contento por volver a estar con ellos, aunque no fuera muy consciente de que dejara de estar.

Tampoco han querido contarme mucho.

Cuando llegue Gepardo de la ciudad estaremos todos.

Joder, otra de atún. Tenía esperanza que hubiese alguna chocolatina o cualquier cosa dulce.

Claro, porque evidentemente esta es la casa de veraneo de Willy Wonka.

Uy, mira, un Oompa Loompa.

Cuidado oriental, modera tu viperina lengua.

¿Quieres que haga unas palmitas? ¿Puedes? Claro.

Pero si no hay microondas.

Pero hay granos de maíz, cocina de gas y sartén.

Así las hacíamos en el convento.

Entiendo. Magia sacra, ¿eh? Perdónalo, Benita. Es que Morcon, sin el microondas, no es un adulto funcional.

No le digo nada a Taina por evitar una discusión, pero discrepo.

Precisamente me considero bastante funcional por usar el microondas.

Un avance tecnológico intachable.

Nunca he entendido a esas personas que utilizan una escalera mecánica y suben los escalones. No tiene sentido.

La propia escalera ya te lleva.

Si quieres subir por tu propio pie, entonces ve por la escalera no mecánica.

Aunque a eso tampoco le veo sentido. En fin.

Roldy está alejado del resto, cerca de una ventana.

Me hace señales y me acerco a él.

Mi valeroso y lentísimo compañero de batallas.

Bueno, lo de valeroso no...

Me gustaría realizarte una consulta privada que luego debes mantener en secreto.

Claro, dime.

Espera, abro la ventana para que los oídos más chafarderos no puedan escuchar.

¿Crees que el salvaje y la hechicera han acabado con su romance? ¿Qué? Digo que si crees que el cuatrero y la atractiva apóstata han...

Perdona, es que no te escucho bien, Roldy.

Nada, da igual. No era importante, Morcon.

Morcon, aquí tienes tus palmitas. ¿Y tú, Roldy, quieres? Como desees.

Vale, pues hago un poco más.

Nunca me niego al buen maíz tostado por las manos correctas.

¿Como desees? ¿Qué? Tienes suerte de que Benita no tuviera el VHS de la princesa prometida en el convento.

¿Cómo osas insinuar tal insolencia? Para los que anden despistados, que vean el inicio de la princesa prometida.

Está en YouTube.

Nos acercamos a la mesa para comernos lo único que hay.

Atún y palomitas.

Yo lo tengo claro. Solo voy a comer palomitas.

Atún y palomitas. Esto tiene que ser un lujo en cualquier cárcel tercermundista.

Y puede que ni siquiera allí.

A ver, sé que es una combinación extraña, pero podría ser peor.

Podría ser solo atún.

Buenísimo.

Joder, Roldy está raro de la hostia.

Sospecho los motivos y, la verdad, espero estar equivocado.

Es una cena inesperadamente agradable, con la tormenta de fondo y un pequeño respingo cada vez que un rayo ilumina la casa.

Pues oye, al final no ha estado mal.

Echaba mucho de menos las palomitas.

Solo me ha faltado una butaca vieja, una peli comercial de fondo y un idiota mirando el móvil al lado.

Voy a hacer más palomitas para equiparlos.

Vaya, el elefante en la habitación.

Elefante. Es un tiranosaurio.

¿Qué pasa, chavales? ¿De qué habláis? De fauna prehistórica.

Ah, vale.

¿Huele a palomita? Sí, ¿quieres? Pues en verdad, eh. Tengo un montón de hambre.

También hay atún.

Buah, atún y palomita.

Mi comida favorita de toda la vida.

Oye, Iván, entre tú y yo todo bien, ¿no? Sí, claro. Todo bien.

Nunca había escuchado un todo bien que sonase tanto a todo mal.