272.- Encuentros cercanos del tercer tipo (de conocidos)

¿Adivina a quién me encontré en la mañana? Bueno, es más, como de costumbre te voy a alargar la historia. A ver, hoy me levanté a mi hora, pero no pude en la noche cocinar mi lunch. Entonces me bañé en chinga, bien rápido me puse a cocinar el pollo y unos tamales que me sobraron ayer. Y ahí los traigo, ya no me los desayuné. Porque dije, ahorita alcanzo a cenar rápido antes de irme a la oficina. Pero luego vi que no me iba a dar tiempo. Saqué la basura, guardé ya el pollo, guardé los tamales, pero decía, no, ahorita está el cenar llegando.

Cierro la puerta y voy llegando a la esquina de la casa y dije, sí puse llave a la puerta. No me acordaba. Pero en eso vi a alguien en la tienda, como un grupo de personas. Y alguien vestido de negro, como que levantó la mano. Y sí me aparcaté. Pero me regresé en chinga, porque sí estaba con la pendiente de si cerré la puerta o no cerré la puerta. Y me regresé en chinga, que pensé que me iba rápido. Y en el camino dije, me saludó a mí y dije, ¿habrá sido Vargas? No, él se fue a trabajar.

No sé por qué, pero me dio la impresión de como si me hubiera sido este Ángel y Vargas, que dijera que se habían topado. Pero dije, no, esos güeyes trabajan ahorita. Y ya yo llegué y abrí la puerta. Sí le había puesto llave, pero igual le abrí la reja y abrí la puerta normal. Porque dije, no vaya a ser que no le he puesto llave. Y sí puse llave. Y volví hacia atrás y veo a un tipo. Un moreno. Y dije, ah chinga, voy a ser familia.

Ese es Erick. Y ya como que me saluda y digo, ah, sí es Erick. Y yo digo, ah, ¿qué onda? Y ya cierro bien la puerta y ya voy con él. Trabaja por ahí, güey. ¿Este ya lo habías visto antes? Sí, un día, ya viniendo para acá, vi que estaba ese güey caminando por un chingo de güeyes. Y dije, chinga, ¿qué está haciendo por acá? Así como los vi, que se llaman tos puñetas, yo dije, a lo mejor siguen estudiando, qué sé yo. No le di más importancia. Y sí, justo ahí, sobre industrias. Ahí los vi caminando.

Pues no, creo que son compañeros de trabajo. Trabajan en la misma calle donde vivo yo. Me señaló, no supe este día de qué casa era. Por la esquina, ahí trabaja, de programador. Y ya, pues sí, lo saludé y dije, ah, estoy trabajando. Ya, qué chido. Y me dijo, esta es la casa a la que ibas a buscar el rooming. Porque una amiga de él se ofreció, le había comentado, me había comentado, pero al final no pudo. Y dije, sí, es esta. Y en ese momento tenía un chingo eso en la cabeza. Entonces me quedé como callado, porque no sabía qué. Qué más.

Qué más como conversar, porque sí podía preguntarle como qué hacer. Ya dije, pude haberle preguntado qué hace, de qué trabaja, cómo se habla la empresa. Pero en ese momento como que sí. Pues un bloqueado. Y supongo que se dio cuenta que era como un, ah, bueno, ya me puedo ir. Y ya como que se despidió, ya me despedí y ya me fui. Este.

Pero después recapacité lo que pasó y dije, creo que desde su perspectiva pareció que cuando llegué a la esquina lo vi e intenté huir de él a mi casa y yo de puta madre me ha quedado como un niño. No, pero él te fue a perseguir a tu casa. Eso sí, güey. O sea, él es un puto.

Y qué pedo, güey. O sea, que no decías que ya ni te hablaba, que cuando te hablaba nomás y cuando le decías algo te decía pinche loco. Qué te pasa? Sí, sabe, güey.

Se lo está loquito, güey. Puede ser, pero si fue algo que nunca quería en mi vida que fuera a pasar. Sí, güey. Pinché rancho. Desde que se dejó de hablar con Marcelo y todavía desde antes, porque la última vez que lo vi fue en una reunión que fue en su casa. Creo que también había un festival. Desde ese día ya nunca lo voy a ver. Y pues ya son un chingo de años. Y hay mucha gente que me ha vuelto a ver y puede que nunca vuelva a ver. Así que no es imposible.

Por eso no.