
#279 Cómo te engaña tu cerebro (y por qué funciona)

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¿Puede un placebo mejorar tu rendimiento deportivo real, incluso si no tomaste nada?
¿Qué procesos biológicos se activan en tu cuerpo solo por creer que algo funciona?
Tu cerebro puede hacerte rendir más, sentir menos dolor e incluso recuperarte antes… solo con creer que algo va a funcionar. ¿Dónde está el límite entre lo fisiológico y lo psicológico? ¿Y si la mente fuera el factor olvidado del rendimiento?
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📚 Referencias científicas
1. Beecher, H. K. (1955). The powerful placebo. Journal of the American Medical Association, 159(17), 1602–1606.
2. Moseley, J. B., O'Malley, K., Petersen, N. J., Menke, T. J., Brody, B. A., Kuykendall, D. H., Hollingsworth, J. C., Ashton, C. M., & Wray, N. P. (2002). A controlled trial of arthroscopic surgery for osteoarthritis of the knee. The New England Journal of Medicine, 347(2), 81–88.
3. Beard, D. J., Rees, J. L., Cook, J. A., Rombach, I., Cooper, C., Merritt, N., ... & Carr, A. J. (2018). Arthroscopic subacromial decompression for subacromial shoulder pain (CSAW): a multicentre, pragmatic, parallel group, placebo-controlled, three-group, randomised surgical trial. The Lancet, 391(10118), 329–338.
4. Stone, M. R., Thomas, K., Wilkinson, M., Jones, A. M., St Clair Gibson, A., & Thompson, K. G. (2012). Effects of deception on exercise performance: Implications for determinants of fatigue in humans. Medicine & Science in Sports & Exercise, 44(3), 534–541.
5. Beedie, C. J., & Foad, A. J. (2009). The placebo effect in sports performance: a brief review. Sports Medicine, 39(4), 313–329.
6. Waber, R. L., Shiv, B., Carmon, Z., & Ariely, D. (2008). Commercial features of placebo and therapeutic efficacy. Journal of the American Medical Association, 299(9), 1016–1017.
7. Kaptchuk, T. J., Friedlander, E., Kelley, J. M., Sanchez, M. N., Kokkotou, E., Singer, J. P., Kowalczykowski, M., Miller, F. G., Kirsch, I., & Lembo, A. J. (2010). Placebos without deception: A randomized controlled trial in irritable bowel syndrome. PLoS ONE, 5(12), e15591.
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¡Muy buenas a todos! Soy Rubén Espinoza y esto es Hijos de la Resistencia, el podcast, un programa en el que ahondamos en este tipo de deportes y en el que abrimos las puertas a que deportistas, entrenadores e investigadores nos aporten todo lo que saben para que entrenemos más y mejor.
¡Muy buenas a todos! Bienvenidos, bienvenidas a un nuevo episodio del podcast de Hijos de la Resistencia, al mejor momento de la semana. Semana que ha empezado...
Pues bastante fuerte, ¿eh? Bueno, espero que ese apagón que nos ha tenido a todos desconectados durante prácticamente mediodía no te pillase en una situación complicada y que no lo pasases muy mal. Yo, la verdad, tengo que reconocer que me pilló en casa, con mi familia, así que, bueno, la verdad que nos lo tomamos con cierto humor y con cierta predisposición a pasar tiempo juntos y, bueno, no me puedo quejar de nada, pero me consta que ha habido algunas personas que lo han pasado francamente mal, sobre todo personas mayores o personas dependientes de bombas de oxígeno o personas que os ha pillado en mitad de ciudades grandes, con tráfico, con desplazamientos, teniendo que ir a recoger a los niños... Bueno, ha sido un poco caótico para algunos y algunas de vosotros, así que, bueno, espero que lo llevases de la mejor forma posible.
Antes de empezar este episodio, que te anticipo que va a ser un episodio muy interesante, quiero dar las gracias de corazón a todas las personas, tanto de mi equipo como deportistas, como personas que el fin de semana pasado, tanto el viernes y el sábado en la Feria del Corredor en Madrid, que se corría la maratón el domingo, a todas las personas que os acercasteis a compartir con conmigo, a darme vuestro cariño, vuestro apoyo y, bueno, pues a decirme que escuchabais el podcast y que y que erais fieles seguidores de este programa, me hizo muchísima ilusión. No estoy acostumbrado, debo reconocerlo, a este tipo de cosas, ya que, bueno, pues entre que vivo fuera, estoy todo el día para aquí y para allá y no comparto mucho tiempo con...
Bueno, en eventos de este tipo, pues he de decir que a veces me pongo incluso un poco nervioso, me da cierta vergüenza. Si en alguna ocasión has parado a saludarme y te he parecido un poco borde, que sepas que ha sido únicamente que me has pillado de imprevisto, que no me lo esperaba y que no he sabido muy bien cómo reaccionar, así que pido disculpas si alguna persona ha podido llevarse esa impresión, pero de verdad, muy agradecido y muy feliz y muy contento por todo lo que se generó allí, por los resultados de nuestros deportistas y por la experiencia que nos llevamos tanto mi equipo como yo. De verdad, muchas, muchas gracias. Espero, si me estás escuchando desde donde estés, espero que en algún momento podamos coincidir, podamos abrazarnos y podamos mirarnos a los ojos y comentar cuál es el objetivo que tienes entre manos y poder disfrutar juntos de alguna carrerita.
Y menudo episodio te traigo hoy, menudo episodio te traigo hoy. Vamos a empezar haciendo un viaje a la Italia de 1943 y te pongo en contexto. Vamos para allá.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en el Frente Italiano, el anestesiólogo Henry Becher trabajaba en hospitales de campaña del ejército estadounidense y se dedicaba principalmente a atender a los soldados que estaban heridos y que, fruto del conflicto que había con los nazis, pues terminaban, vamos a decir, malparados, piernas rotas, heridas que supuraban y que tendían a inyectarse, amputaciones, bueno, te puedes imaginar lo peor que te puedas encontrar en un conflicto de guerra en primera línea del frente.
Este doctor, la gran mayoría de ocasiones, cuando tenía que intervenir o incluso cuando lo que necesitaba era paliar el dolor de los soldados, lo que utilizaba, en la gran mayoría de ocasiones, era morfina. Hasta que un día, en medio del caos y en una situación de absoluta saturación, pues efectivamente se quedó sin morfina. Esto, en ese momento, planteó un problema muy serio. Había que seguir operando, había que intervenir, había que mover cuerpos destrozados aún con vida y ya no había analgésicos que ayudarán a reducir el dolor y a, pues, evitar que los soldados prácticamente se muriesen y se desmantelaran.
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