2x01. Maje, la viuda negra de Patraix: todo lo que no te contó Netflix

El otro día llamé a la policía. ¿Qué dices? A mi amigo. Salva, no hagas locuras. No, llamé a mi amigo, no voy a hacer locuras.

Y le pregunté, no sé qué es esto, ¿me puedes mirar? Y me ha mirado, me ha mirado.

Pues hay otra persona ahí que no sé quién es, un tal José Antonio, no sé qué, no me acuerdo el apellido.

Sí, sí, también le hablé de él, el publicista, ¿te acuerdas del publicista? Y también me han dicho que te vas con él a Italia, sí.

Sí, pero con más gente. Pero escúchame, entonces, ¿me están investigando a mí? A ti o a él, porque lo saben.

Seguro que ya habías escuchado este audio. Seguro que ya conoces a Maje y a Salva.

Y seguro que ya te sabes el caso de la viuda negra de Patraes.

Pero empiezo esta segunda temporada con este caso tan conocido porque yo al menos nunca me canso de escucharlo.

Documentarme para este episodio ha sido muy absorbente, te reconozco que es uno de los casos que más repaso y repaso porque me parece sorprendente y siempre descubro algo nuevo.

Además, hace poco que estrenaron una película en Netflix.

Para mí se han dejado demasiada historia fuera del metranje.

Bueno, no me lío más porque estaba deseando volver.

Os he echado mucho de menos en este parón, pero ahora aquí estoy para pasar todo el verano juntos.

Soy Carmen Basteiro, recuerda, esto es Mis Crímenes y... ¿empezamos? Empezamos.

Es 16 de septiembre de 2016. Una joven novia, 26 años, sale del coche negro a las puertas de la iglesia de Novelda, en Alicante.

Va entera de blanco, como manda la tradición, y al final del pasillo la espera él.

En traje negro, pelo engominado y con una sonrisa de quererla para siempre.

Ese día María Jesús Moreno, alias Maje, se convirtió en la esposa de Antonio Navarro.

Estamos ya a 26 de agosto de 2017, un año y un mes después de esa boda tan bonita.

Víctor llega a casa en su moto a la hora de comer.

Vive en el barrio de Patraix, en Alicante, y tiene una plaza de garaje alquilada justo en su edificio.

Ese día deja la moto y ve que, a unos metros, el coche de sus vecinos está lleno de manchas.

Se acerca, preocupado. ¿Es que alguien ha derramado ácido sobre la carrocería? No, es mucho peor. Cuando llega al coche, ve los pies de alguien que está tirado en el suelo.

No espera más, corre hacia la calle y llama al 112.

La policía no tarda en llegar y descubrir que están en el escenario de un crimen.

La víctima va documentada. Es el ingeniero Antonio Navarro, de 35 años.

Tiene el pecho cubierto de sangre y, por lo que pueden deducir, fue asesinado poco antes de que su vecino diera la voz de alar.

Calculan que en torno a las 3 de la tarde.

El grupo de homicidios de la Policía Nacional de Valencia, con la inspectora Esther al frente, no te diré el apellido por cuestiones de privacidad, se encarga de la investigación.

Aún están dentro del garaje, dando los primeros pasos en la investigación, cuando escuchan un griterío fuera.

Tras la cinta policial, una mujer morena grita. ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado? Se identifica a un agente. Es María Jesús Moreno, maje, y está preocupada porque su marido, Antonio, aparque al coche en ese garaje.

Maje, esa mujer desconsolada, acude a declarar solo unos días después del entierro de su marido.

No va sola, la acompaña a la comisaría su amiga Rocío.

Y parece que aquí pasó todo muy parecido a como se narra en la peli de Netflix, por si la has visto.

Bueno, yo te cuento. Maje entra a declarar, como testigo, y explica que llevaba poco tiempo casada con Antonio, que estaban todavía empezando la vida en común, poniéndola a casa, como decimos en Asturias.

Que ella trabaja mucho, es enfermera y trabaja en un hospital, y también en una residencia de personas mayores de una hermandad religiosa.

Bueno, una residencia de monjitas, dice ella.

Más ella deja caer que es que Antonio, que les acaba de casar,