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By Jose Brage Meditaciones diarias
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3.2. Soltar lastre con el ayuno y la limosna

3.2. Soltar lastre con el ayuno y la limosna

3/24/2025 · 29:04
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Description of 3.2. Soltar lastre con el ayuno y la limosna

Segunda meditación del retiro mensual de marzo (año impar) predicado a hombres, sobre la experiencia de liberación que suponen las prácticas cuaresmales del ayuno y la limosna.

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Por la señal de la santa cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.

Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. Tú Señor, no sólo nos diste ejemplo de oración filial, como hemos visto en la anterior meditación, sino de ayuno en el desierto. Entonces, dice Mateo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.

A veces nuestro ayuno es como un ayuno de chichinabo, ¿no? O sea que ni sentimos hambre, o al menos el mío, ¿no? Yo lo pienso a veces y digo, bueno ¿realmente esto que estoy haciendo es el ayuno? Porque hambre, hambre, hambre, que me recuerde el hambre de Dios y el hambre de la vida eterna y pues, Señor, ¿a veces somos tan flojitos? El tentador se le acercó y le dijo, si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes, pero él le contestó, está escrito, no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

El Señor no cae en esa tentación de saltarse ese ayuno a la ligera, también porque venía el diablo, lógicamente, ¿no? Pero no cae en lo fácil.

¿Por qué? Porque ese ayuno del Señor es amor al Padre y amor a los hombres.

Como todo ayuno debe ser. Y el Señor, tú Señor, también nos diste, pues, ejemplo de una vida generosamente mortificada. No tenías donde reclinar la cabeza, no tenías tiempo para comer, las caminatas que te pegabas eran tremendas, en este tiempo en Tierra Santa, pues cada día andábamos 20 kilómetros, tal, bueno, acababas agotado, ¿no? Y cuando hicimos, pues, los lugares santos del Señor, la última cena donde fue, cómo fue al huerto de los olivos, cómo fue prendido, fue llevado a la casa de Caifás, allí pasó la noche en la mazmorra, luego fue llevado al pretorio, de allí fue condenado, y luego el vía crucis, y bueno, oye, sin cruz ya es un camino. El Señor tuvo una vida mortificada y tenemos ese ejemplo maravilloso, Señor, de tu amor a la cruz en Getsemaní y en la pasión.

Getsemaní, que se conserva la roca donde el Señor sudó sangre, allí hay un altar, ahí tuvimos misa, y luego, pues, te podías como apoyarte, ¿no?, en la roca, y allí fue donde nuestro Señor dijo, Padre, si es posible, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya, y anticipó su pasión y muerte en ese momento, por la oración, por la fe, por la aceptación de la voluntad de Dios.

Bueno, la cuaresma, que trata de esculpir en nosotros el rostro de Cristo, los rasgos de Cristo, pues nos anima también a la mortificación y a la penitencia, y solamente, Señor, el deseo de imitarte a ti ya sería motivo suficiente para amar la mortificación voluntaria, el sacrificio generoso por amor a Dios y por amor a los hombres. El ayuno es una manifestación concreta de esta mortificación y es una experiencia de pobreza y privación, así lo decía el Papa.

Liberar el corazón de lastre. No sé si sabéis que los submarinos, cuando tienen una emergencia en la quilla, tienen como un montón de plomo, una quilla de plomo de bastantes toneladas, no me acuerdo cuántas toneladas, pero muchas, 300, por ejemplo, o así, que vale muchísima pasta, ¿no? Y entonces,

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