30-"Las crónicas de Esther" de Vicente García. Segunda parte. Capítulo 2. Distopía, ciencia ficción

Capítulo 2. Alexa permaneció varios minutos confusa frente a la cúpula. Buscaba en vano una explicación lógica a lo que había sucedido y alguna manera alternativa para entrar. Pero nada, quienquiera que hubiera cerrado la entrada lo había hecho a conciencia y con la intención de que fuera definitiva. Abatida regresó al improvisado campamento donde 270 y Thomas jugaban a un rudimentario juego de cartas con una baraja que habían encontrado meses atrás en las ruinas de un edificio. ¿Te animas a ganarnos de nuevo jefa? No, no tengo ganas. Preguntó 270.

¿Quién a pesar de su actitud apesadumbrada solía resultar más empático que Thomas? No, las cosas no van bien. Han sellado el único acceso que conocía para entrar de forma clandestina en el domo. Entrar sin ser vista. Exacto. Seguro que habría solución.

Seguro, seguro. Pero ahora mejor dediquémonos a descansar. Se apresuró a decir Thomas con pocas ganas de que se complicara la noche con otra de las locas aventuras a las que les tenía acostumbrados Alexa. Alexa, cansada, optó por seguir la sugerencia de su compañero y se recostó cerca de un árbol. Resultaba tan agotador que las cosas nunca salieran a la primera que en ocasiones se preguntaba si no serían más que meras herramientas en manos de un destino caprichoso.

Por una vez y sin que sirva de precedentes te haré caso, dijo antes de cerrar los ojos y dejar que el cansancio acumulado hiciera el resto y la venciera. La noche pasó rápida y sin incidencias, más allá de los sonoros ronquidos de 270, capaces de espantar a cualquier intruso que se les pudiera acercar con aviesas intenciones. A media mañana, recuperados y más animados, se dirigieron hacia la zona donde se encontraba la antigua salida. Una vez allí, pudieron constatar que estaba sellada por completo, como si nunca hubiera existido.

Se ve mucho mejor con la luz del día, pero aún así cuesta si no te fijas, apuntó Alexa señalando.

Buscábamos un hueco de unos 5 por 5 metros, no un agujero sellado con un tono casi idéntico al resto de la cúpula, dijo 270 con frustración. ¿Y ahora qué hacemos?, preguntó Thomas.

No lo sé, no tengo ni idea, no veo ninguna opción válida, respondió Alexa algo abatida. Los pocos accesos que existen están vigilados, el sistema de conexión interdomos está recorrido por vías energéticas que nos desintegrarían al menor contacto. Solo nos quedarían las escotillas del primer anillo colector, dijo señalando a la parte intermedia de la cúpula. Es una locura, están a más de 50 metros de altura y ni siquiera sabemos si se pueden abrir.

Podríamos improvisar, un globo aerostático de esos que se hacían antes. Vi un vídeo en ese gran invento que fue YouTube, en el que se decían cómo hacerlos. ¿Te has vuelto loco? Ascenderíamos hasta alcanzar la escotilla, nos deslizaríamos por una cuerda y la abriríamos. Ahora sé cómo te sientes cuando improviso alguna de mis locas ideas. ¿Eso quiere decir que lo has hecho?