30 de marzo 2025. Predicación Iglesia ACyM Providencia

Como hace dos domingos ya, hemos comenzado una serie de sermones centrados en la Epístola de los Romanos. El día de hoy corresponden solamente dos versículos, pero están tan cargados de potencia que el Cuerpo Pastoral decidió dejarlos aparte para un sermón en específico. Así es que, además, con esto del día de hoy finalizamos el Proemio, que es la introducción de la Epístola de los Romanos. Desde la próxima semana ya nos zambullimos por completo en los contenidos que ésta nos trae.

Pero para comenzar quiero invitarles a hacerse una pregunta que quiero que tengan presente a lo largo de este sermón. ¿Cuándo fue la última vez que sintieron vergüenza? Quiero invitarles a que viajen durante un segundo, piensen en algún momento de su vida, no importa lo que sea, o por más vergonzoso que sea, piensen, ¿cuándo fue la última vez que sintieron vergüenza por algo? ¿Qué fue? ¿Cómo se sintió? Guarden eso, sosteniéndolo por ahí en algún rinconcito de sus mentes y sus corazones, mientras leemos y reflexionamos en el sermón del día de hoy.

Romanos, capítulo 1, versículos 16 y 17. Dice así, a la verdad no me avergüenzo del Evangelio, por sez poder de Dios para la salvación de todos los que creen, de los judíos primeramente, pero también de los que no son judíos. De hecho, en el Evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por la fe de principio a fin. Tal como está escrito, el justo vivirá por la fe.

Para comprender lo que estos potentes dos versículos nos tienen preparados, voy a invitarles hoy día a hacer un ejercicio inverso. Vamos a ir al revés, vamos a partir desde atrás en este versículo y vamos a llegar al final decantando por su introducción. Y entonces vamos a hablar de tres puntos principales. Primero, nos vamos a preguntar cuál es el contenido de esta fe. Una vez hablando del contenido, nos vamos a preguntar quiénes son los que creen, quiénes son estos que son llamados a creer. Tercero, vamos a preguntarnos cómo esto puede ser causa de vergüenza. Vamos entonces al primero de estos puntos y vamos a volver varias veces sobre estos versículos. Repasemos con el versículo 17.

Dice, de hecho, en el Evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin. Tal y como está escrito, el justo vivirá por la fe. Esa sección es, para nuestra tradición evangélica, importantísima porque fundó una bifurcación hace 500 años en la época de la historia de la Iglesia con la escisión protestante Martín Lutero y compañía. Y entonces se abanderaba esto del justo vivirá por la fe, diciendo que sólo por la fe se recibe la salvación. Eso lo tenemos muy presente, pero hoy día no nos vamos a quedar en ese punto de la historia. Lo agradecemos, lo reconocemos, pero vamos más allá y nos vamos a sumergir en este texto en particular. Me lo quería sacar, pero debo decirle igual brevemente.

Esta cita es de Habacuc, Habacuc capítulo 2 versículo 4. Esto de el justo por la fe vivirá o el justo vivirá por la fe, depende de la traducción, viene del Antiguo Testamento, viene de un profeta. Y no es coincidencia que el apóstol decida usar una cita del Antiguo Testamento para hablar sobre un aspecto vinculado con aquel que es considerado justo, relacionado con su fe. ¿Por qué? Porque la justicia, lo justo, el justo, es tema de toda la Biblia. Está desde el inicio de los Génesis al final de Apocalipsis. Si verifican los sermones en los que hemos estado presentes los años anteriores, cuando hemos tenido sagas como la de Gálatas, Corintios, pero también la de Miqueas, o también cuando hablamos incluso de las parábolas, siempre de alguna forma llegábamos al tema de la justicia.

Esto es caro, esto es importante para Dios, la justicia y el justo. Entonces ahí hay mucha carnita que picar y cocinar a fuego lento, que lo vamos a hacer en los sermones que vienen más adelante, porque el apóstol usa esta bístola para hablar mucho sobre la justificación por la fe, la justicia y el tema va a abrotar. Pero tengámoslo presente porque de esto parte hablando aquí, por eso es una introducción. ¿Con qué nos vamos a quedar por ahora, por hoy? El justo es aquel cuya vida es aprobada por Dios. Dios mira la vida de esta persona, esta persona es justa. Las características de su vida son aprobadas por Dios.