#335 La Muerta de Guy de Maupassant

Le había amado desesperadamente porque sea con extraño es un solo quieren el mundo tener un solo pensamiento en el cerebro un solo deseo en el corazón y un solo nombre los labios nombre que asciende continuamente como el agua de manantial desde las profundidades del alma hasta los labios un nombre que se repite incesantemente que se susurra una y otra vez en todas partes como una plegaria voy a contarles nuestra historia ya que el amor sólo tiene una que siempre la misma la conocí viví de su ternura de sus caricias de sus palabras en sus brazos tan plenamente envuelto atado y absorbido por todo lo que procedía de que no me importaba ya si era de día o de noche ni si estaba muerto o vi en este nuestro antiguo mundo y luego ella murió como no lo hace tiempo que no se nada pero una noche regreso a casa muy mojada pues yo vi intensamente y al día siguiente dosis quito sido durante una semana y tuvo que guardar no recuerdo ahora lo que ocurrió pero los médicos llegaron escribieron y se marchan se compraron medicinas algunas mujeres se las hicieron bebé sus manos estaban muy caliente sus tienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes cuando yo le hablaba me contestaba pero no recuerdo lo que decía leo olvidado todo todo todo ella murió y recuerdo perfectamente su ley débil sus pie la enfermera dijo a y y yo entendí me preguntaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijera aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando acababa en la etapa la encerraban a ella dentro dios mío oh dios mío ella estaba enterrada enterrada ella en aquel agujero vinieron algunas mujeres mujeres amigas me marché de allí corriendo corrí luego anduve a través de las calles regrese a casa y al día siguiente emprende un viaje ayer regrese a parís cuando vi de nuevo mi habitación tramitación nuestra cama nuestros muebles todo lo que queda de la vida de un ser humano tras la muerte me invadió tal asalto de nostalgia y de pesar que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojar me a la calle no podía permanecer ya dr aquellas cosas aquellas paredes que le habían encerrado que le habían cobijado que conservan un millar de átomos de ella de su piel y de su aliento en sus imperceptibles grietas cogí mi sombrero para marchar mi y antes de llegar a la puerta a se junto al gran espejo el vestíbulo espejo que ella había colocado allí para poder contemplar se todos los días de la cabeza a los pies el momento de salir en el momento de salir para ver si lo que llevaba le caía bien y el aliento desde sus pequeños zapatos me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas y tantas y tantas que el espejo tendría que haber conservados imagen pero no estaba allí de pie temblando con los ojos clavados en el cristal aquel liso enorme vacío cristal que le había contenido por entero y la vía poseído tanto como yo tanto como mis apasionada las miradas sentí como se llamará a que lo toque pero estaba frío o el recuerdo triste espejo ardiente espejo horrible espejo que hace sufrir tales tormentos a los hombres dicho solo hombre cuyo corazón olvida todo lo que a contenido todo lo que ha pasado delante de todo lo que se ha mirado asimismo en el o ha sido reflejado en su afecto y su amor cuánto su dios mío me marche sin saberlo sin desearlo hacia el cementerio encontré su sencilla tumba una cruz de