

Description of 37 La Huelga general
diciembre de 1931, una ciudad convulsa que vivía las tensiones de la Segunda República. Analizaremos las huelgas, disturbios y enfrentamientos que sacudieron sus calles en pleno invierno, las reivindicaciones obreras, la respuesta de las autoridades y el papel de los sindicatos y las organizaciones políticas.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
La huelga había estallado el 1 de noviembre, casi dos meses antes de que Leopoldo Gutiérrez, Marino, Leonés y Esquilor le atravesaran el corazón de un tiro, y estaba a punto de ser resuelto.
Los marinos pedían, como decía la canción famosa, descanso dominical y un salario normal, y la patronal no parecía dispuesta a ceder.
Había cuenta de que la dificultad que aseguraban los patrones supondría sustituir el descanso semanal, mientras el cual el trabajador sólo descansaba el día de libranza, pudiendo tener turnos laborales hasta la medianoche anterior y desde la posterior por el dominical, que incluía no sólo el día festivo, sino también las últimas horas del día previo hasta las primeras horas del próximo.
Había sido el inicio de todo, la mecha de la que surgieron las llamas que ardieron en Gijón a finales de 1931.
Los huelguistas no se asustaron cuando la patronal decidió despedir, con la esperanza de que abandonasen el paro a un gran número de estibadores.
El 8 de diciembre los trabajadores ocuparon las fábricas y el tiempo se detuvo.
Pararon La Viana y Moreda, pararon los comercios y los cafés, y la intervención de los guardias de asalto contra la multitud manifestándose hizo caer el ayuntamiento.
Hubo muertos y se cerraron los diarios.
Gijón durmió hasta el amanecer del día 22 de diciembre, cuando el conflicto comenzó a dar visos de resolución y los almacenes de La Sirena.
Aprovechando la conyuntura, empapelaron la ciudad de anuncios.
Obreros gijoneses, al trabajo, que ya tocó La Sirena, vuelva el sosiego a vuestros espíritus, la tranquilidad a vuestros hogares, prestaos a disfrutar de unas alegres fiestas navideñas, aprovechando de los regalos que, con el motivo del gran barato del fin de año, ofrecen nuestros almacenes.
La ciudad cayó en un profundo letargo de solidaridad proletaria.
¿O no? La patronal, poco dispuesta a perder dos meses de producción, sustituyó a los obreros huelguistas y a los despedidos por trabajadores eventuales que, como Leopoldo Gutiérrez, otrendían unos buenos beneficios para ellos, pero también problemas.
Se dijo, aquellos días que Leopoldo había accedido a traicionar a sus compañeros, no por motivos, sino por necesidad.
Quería obtener el dinero para volver al pueblo, para pasar con su familia las fiestas.
Si fue cierto o no, imposible de saberlo.
Lo que es, es indudable, es que no llegaría a conseguirlo.
El 22 de diciembre, media hora después de que los niños de San Ildefonso cantasen el gordo al 24.717, dos individuos con la cara cubierta por bufandas dispararon al esquirole en el pecho, produciéndole una herida mortal de necesidad.
Ocurrió, según relata el comercio, el día 23, en el tranvía 14, que unía el musel con los jardines de la reina.
Aprovechándose de que en aquel momento pasaba un camión cargado de mercancías y que por el ruido del motor y el ruido del tranvía, era la ocasión propicia, uno de los sujetos mencionados sacó una pistola e hizo dos disparos a bocajarro sobre el obrero libre.
Cayó al suelo como herido por un rayo, quedando los pies en la plataforma y el cuerpo dentro del coche.
Leopoldo Gutiérrez ocupaba el asiento inmediato a la puerta posterior y de los dos pistoleros, que se habían subido en la calzada, se desentraron junto a él, en frente, sin que éste hubiera mostrado signos algunos de inquietud al verlos.
El suceso causó pérdida.



















Comments of 37 La Huelga general