La sociedad coloca los cuerpos de las mujeres en primera línea de fuego. Reconoce a la mujer a través del cuerpo, de la belleza, como algo digno de ser contemplando y sublimado, o todo lo contrario usado y desprestigiado. Se comercia con él y se utiliza como arma de guerra.
Días, como el 8 de marzo, es un buen momento precisamente para reivindicar nuestro cuerpo como mujeres, su cuidado y darle el lugar que se merece. Estamos abriendo grietas a golpe de gritos en la calle, de sororidad, creando redes donde tejer todos estos malestares de manera compartida. Darles salida ayuda a no contenerlos en nuestro interior o, al menos, a sacar parte de ellos y evitar así también gran parte de nuestro dolor corporal.
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