
92 - El Arca de Noé y el diluvio: La historia oculta de un cataclismo

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En el episodio de hoy, vamos a explorar una de las historias más conocidas y fascinantes: el relato del Arca de Noé y el diluvio universal. Pero no nos limitaremos solo a la versión bíblica, analizaremos esta historia desde la perspectiva de otras culturas y épocas, ya que han habido diversas civilizaciones en el mundo que curiosamente han contado historias similares. Hablaremos de ello y de la posibilidad de que efectivamente hubiese ocurrido un evento de estas características en una pasado muy remoto, el cual quedó reflejado de diversas formas en relatos antiguos.
Comenzaremos con la historia que cuenta el libro del Génesis, en el Antiguo Testamento de la Biblia. En esta narrativa, se explica cómo la humanidad fue castigada por Dios con un diluvio para limpiar la tierra de maldad y corrupción, y así renovar lo que fue su creación.
De toda aquella decadencia y destrucción, Dios decide elegir a Noé para salvarlo junto a su familia, ya que era un hombre justo y fiel a él. Para ello, le encomienda una misión extraordinaria: construir un arca gigantesca donde poder alojar a su familia y a una pareja de cada especie animal.
En el libro del Génesis se detallan las instrucciones para la construcción del arca. Debía ser hecha con madera de gofer, un tipo de madera que no se identifica claramente en la actualidad, pero que obviamente se presume que era resistente y adecuada para la construcción naval. La estructura debería ser cubierta de brea por dentro y por fuera para hacerla impermeable y protegerla del agua.
Sus dimensiones serían muy considerables; debería tener una longitud de 137 metros, unos 25 metros más que un campo de fútbol, con una anchura de 22,5 metros y una altura de 13,5 metros, equivalente a un edificio de cinco plantas. El interior tendría tres niveles y diversos compartimentos para poder separar los diferentes tipos de animales y almacenar las provisiones necesarias.
Habría una abertura o ventana para ventilación e iluminación situada a medio metro de la parte superior del arca, y la puerta por la que accederían las personas y animales debería ser colocada en uno de los costados de la embarcación.
Con estas indicaciones, Noé se puso inmediatamente manos a la obra, pero la construcción no se hizo de la noche a la mañana, como parece haberse entendido por el imaginario colectivo, sobre todo a través del cine.
Ciertamente, la Biblia no especifica exactamente cuánto tiempo tardó Noé en construir el arca. Sin embargo, se pueden hacer algunas estimaciones si nos basamos en las edades y eventos mencionados en el Génesis.
De entrada, tengamos en cuenta que en el período en el que transcurre la historia del Arca de Noé, según se cuenta en el Antiguo Testamento, las edades de los hombres eran significativamente mayores que las que experimentamos en la actualidad. Por poner ejemplos de algunos personajes bíblicos: Adán vivió 930 años, Cainán 910, Jared 962, Lamec 777, o Matusalén, el hombre más longevo mencionado en la Biblia, que vivió 969 años.
Noé era hijo de Lamec y nieto de Matusalén. El libro del Génesis indica que Noé tenía 500 años cuando tuvo a sus tres hijos, Sem, Cam y Jafe, tenía 600 años cuando ocurrió el diluvio y vivió hasta los 950 años. No obstante, la longevidad de estos personajes se interpreta de diferentes maneras en diversas tradiciones y estudios bíblicos, por lo que no podemos confirmar que estemos hablando de lo mismo en términos de edad.
No obstante, han habido debates entre expertos en el estudio de la Biblia sobre el asunto de las edades de los hombres y la duración de la construcción del arca de los cuales se ha llegado a considerar que ese periodo sería de entre 55 y 75 años, dependiendo de las interpretaciones de unos y otros. En cualquier caso, estaríamos hablando de décadas desde que Noé recibió el encargo hasta que lo finalizó.
Cuando el arca estuvo lista. Noé, su esposa, sus tres hijos, junto a las esposas de estos y todos los animales, ingresaron en el arca. Poco después se iniciarían las intensas lluvias, que duraron 40 días y 40 noches, cubriendo toda la tierra y destruyendo a todos los seres vivos fuera de la embarcación. Las aguas se mantuvieron durante 150 días, y el arca quedó a la deriva hasta que, al cesar las lluvias, acabó descansando en el Monte Ararat, un volcán inactivo de 5.137 metros de altura situado en el extremo oriental de lo que hoy conocemos como Turquía,
Al bajar del arca, Noé construyó un altar y ofreció sacrificios a Dios en agradecimiento. Como respuesta a su lealtad, Dios estableció un nuevo pacto con Noé y con toda la creación, prometiendo no destruir nuevamente la tierra con un diluvio. El arcoíris fue creado como señal de ese pacto eterno.
Ahí finaliza la historia del diluvio según la Biblia. Pero la Biblia no es la única fuente que habla de ello. Sorprendentemente, encontramos relatos similares en muchas culturas alrededor del mundo.
Uno de esos relatos que guarda una sorprendente similitud con los que aparecen en la Biblia es la epopeya del rey Gilgamesh, un poema épico sumerio que se remonta a hace más de 4.000 años y que, por lo tanto, es bastante anterior al del Génesis, ya que éste último habría sido escrito unos 1000 años después, de hecho su autoría es atribuida a Moisés en algunos estudios.
Gilgamesh es una figura central de la mitología mesopotámica, en ella se le describe como un hombre de fuerza sobrehumana que reinó durante 126 años. Pero en realidad, la relación de esta epopeya con el diluvio se produce con otro personaje que aparece en el relato, llamado Utnapishtim, el rey de la ciudad de Shuruppak, en el sur de Irak.
Según el relato, los dioses decidieron crear una gran inundación para destruir a la humanidad debido al caos en el que se encontraba. Sin embargo, el dios Enki decidió advertir a Utnapishtim sobre el inminente diluvio y le dio instrucciones para construir un barco y poder salvar a su familia, a sus animales y a algunos amigos.
Según se cuenta, después de la inundación los dioses, impresionados por su lealtad y obediencia, le otorgaron la inmortalidad como recompensa. Es por este motivo que Gilgamesh, tiempo después y asustado por su propia mortalidad, quiso encontrarle para que le revelara la forma de obtenerla él también.
Sin duda, la historia de Utnapishtim es muy similar a la del diluvio de Noé en el Génesis, lo que ha llevado a muchos estudiosos a considerar que ambas podrían tener un origen común o reflejar eventos catastróficos reales interpretados de diferentes maneras en distintas culturas.
Otra historia que hace referencia a un evento catastrófico relacionado con una gran inundación en el pasado remoto se encuentra entre las culturas indígenas de América. En la mitología de los Hopi de Norteamérica se habla de la imposición de un gran castigo que fue ordenado por el dios Tawa, creador del universo, quien consideraba que la humanidad se había vuelto desobediente y pecaminosa.
Tawa encargó a su arquitecto Sotuknang la aplicación de un severo castigo a la humanidad hasta que corrigiera su comportamiento. En este relato, el diluvio fue solo una de cuatro catástrofes creadas por Sotuknang para ello.
Pero también en el lado opuesto del planeta podemos encontrar otras historias semejantes a la descrita en la Biblia.
En la mitología hindú existe un relato sobre un gran diluvio que guarda similitudes sorprendentes con la historia del Arca de Noé. Se habla del sabio y justo rey Manu, quien recibe una advertencia divina sobre una inundación inminente. El dios Vishnu se le apareció en forma de pez y advirtió a Manu sobre un diluvio que destruiría toda la vida en la tierra, por lo que le instruyó para construir un barco grande y fuerte.
Según este relato, cuando el diluvio comenzó, Manu reunió a su familia, a los Siete Sabios, semillas de todas las plantas y a una pareja de cada especie animal, y subieron al barco. Durante muchos días y noches, las aguas cubrieron la tierra, pero el barco fue guiado por Matsya, el pez divino, hasta que finalmente se posó en el Monte Meru.
Podemos encontrar otras referencias sobre una supuesta catástrofe por la que la tierra se cubrió de agua debido a enormes episodios contantes de lluvia en un tiempo remoto. Varias culturas y civilizaciones antiguas como China, la antigua Grecia o los mexicas hablan de algo similar y resulta muy llamativo que así sea, dadas las distancias entre ellas, por lo que han habido estudios que han tratado de dar claridad a esto. Sin embargo, no se han encontrado pruebas concluyentes por el momento, aunque sí hay ciertas hipótesis vinculadas a estudios científicos que pueden ofrecer nuevas pistas que nos ayuden a desentrañar este misterio.
Por ejemplo, hay algunos estudios geológicos los cuales parecen confirmar que hace aproximadamente 7.500 años, el nivel del mar Mediterráneo aumentó de manera muy considerable por alguna razón. Este aumento del nivel del mar provocó un desbordamiento a través del estrecho de Bósforo, conectando el Mediterráneo con el Mar Negro. En aquel tiempo, la cuenca del Mar Negro era un lago de agua dulce o salobre, mucho más bajo que el nivel del mar Mediterráneo.
Se cree que cuando las aguas del Mediterráneo irrumpieron en la cuenca del Mar Negro, se desató una inundación masiva y rápida. Se estima que el volumen de agua que fluyó fue tan grande y dramático que acabó inundando enormes áreas de tierra habitada en un período de tiempo muy corto, provocando una auténtica catástrofe en la zona. Aparentemente, si eso fue así, no se trataría entonces de algo provocado por lluvias intensas, como describe la Biblia.
Otras teorías hacen referencia a la posibilidad de que toda la zona de la cuenca mediterránea hubiese sido devastada por tsunamis gigantes provocados por grandes terremotos, por una gran erupción volcánica o por el impacto de un asteroide en el mar. Sea cual sea la razón, hoy por hoy no hay evidencias suficientes para confirmar ninguna de ellas, solo sospechas de que algo ocurrió posiblemente hace unos 5.000 años, que pudo tener un efecto destructivo global o que afectó a una enorme extensión de tierra.
Aunque está claro que no se puede afirmar con certeza que un solo evento resulte ser la misma base de todas estas historias, las similitudes entre los relatos de diferentes culturas son sorprendentes como habéis podido escuchar.
Ahora bien, una cosa que sí se puede confirmar es que la arqueología ha encontrado evidencias de asentamientos antiguos sumergidos bajo el agua en diferentes partes del mundo, lo que sugiere que eventos de inundación importantes podrían haber ocurrido en el pasado y haber sido interpretados en su momento como castigos divinos. Eso, unido a lo limitado que era el mundo conocido para los habitantes de aquellos tiempos, podría explicar muchas cosas.
Pero la imaginación y el deseo de resolver los mitos es a menudo inagotable. A lo largo del último siglo han habido numerosas expediciones al monte Ararat en busca de rastros arqueológicos del Arca de Noé. Una de las más conocidas es la realizada en 1985 por un equipo de exploradores turcos y estadounidenses, que llegaron a descubrir en un área de difícil acceso una enorme formación rocosa con una curiosa forma de barco, la cual es conocida como la formación Durupinar, aunque este descubrimiento genera el mismo entusiasmo que escepticismo.
En los análisis del terreno que llegaron a hacerse de la zona, se encontraron materiales arcillosos, además de conchas de mariscos y otros restos marinos que sugerían una actividad humana. Esos restos se dataron con una antigüedad de entre 5.000 y 7.000 años, lo que obviamente generó una gran curiosidad y llevó a que algunos de los investigadores afirmaran que esa actividad humana coincidía con el teórico periodo del diluvio bíblico, pero aun siendo cierto, no significa que esa formación rocosa sean restos petrificados de un gran barco.
Desde la epopeya de Gilgamesh hasta la historia del Arca de Noé que cuenta la Biblia, pasando por las leyendas hindúes o las teorías de inundaciones en el Mediterráneo, hemos visto cómo diversas culturas distantes entre ellas han narrado eventos catastróficos similares que pudieron haber dejado una huella en la memoria colectiva de hace miles de años.
La búsqueda de la verdad detrás de estos relatos continuará, con arqueólogos, geólogos e historiadores intentado encontrar pistas que revelen un fragmento más de este supuesto evento. Lo que es seguro es que el estudio de estos grandes interrogantes de nuestro pasado nos ayuda a entender mejor nuestro presente en el mundo.
Aquí terminamos. Gracias por acompañarme en este episodio. Recuerda inscribirte al canal si te gustan estos contenidos y aportar tus comentarios y sugerencias, que son muy importantes para mejorarlos.
Te espero en el próximo episodio de EL FARO DE LYCON.
Hasta pronto.
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más conocidas y fascinantes, el relato del arca de Noé y el diluvio universal. Pero no nos
limitaremos sólo a la versión bíblica, vamos a analizar esta historia desde la perspectiva de
otras culturas y épocas también, ya que han habido diversas civilizaciones en el mundo que,
curiosamente, han contado historias similares. Hablaremos de ello y de la posibilidad de que,
efectivamente, hubiese ocurrido un evento de estas características en un pasado muy remoto,
el cual quedó reflejado de diversas formas en relatos antiguos.
Comenzaremos con la historia que cuenta el libro del Génesis, en el Antiguo Testamento de la Biblia.
En esta narrativa se explica cómo la humanidad fue castigada por Dios con un diluvio para limpiar
la tierra de maldad y corrupción, y así renovar lo que fue su creación. De toda aquella decadencia
y destrucción, Dios decide elegir a Noé para salvarlo junto a su familia, ya que era un hombre
justo y fiel a él. Para ello le encomienda una misión extraordinaria, construir un arca
gigantesca donde poder alojar a su familia y a una pareja de cada especie animal. En el libro
del Génesis se detallan las instrucciones para la construcción del arca. Debía ser hecha con
madera de gófer, un tipo de madera que no se identifica claramente en la actualidad, pero que
obviamente se presume que era resistente y adecuada para la construcción naval. La estructura debería
ser cubierta de brea por dentro y por fuera, para hacerla impermeable y protegerla del agua. Sus
dimensiones serían muy considerables. Debería tener una longitud de 137 metros, unos 25 metros
más que un campo de fútbol, con una anchura de 22 metros y medio y una altura de 13 metros y medio,
equivalente a un edificio de cinco plantas. El interior tendría tres niveles y diversos
compartimentos para poder separar los diversos tipos de animales y almacenar las provisiones
necesarias. Habría una abertura o ventana para ventilación e iluminación situada a medio metro
de la parte superior del arca, y la puerta por la que accederían las personas y animales debería
ser colocada en uno de los costados de la embarcación. Con estas indicaciones, Noé se puso
inmediatamente manos a la obra, pero la construcción no se hizo de la noche a la mañana, como parece
haberse entendido por el imaginario colectivo, sobre todo a través del cine. Ciertamente, la
Biblia no especifica exactamente cuánto tiempo tardó Noé en construir el arca, sin embargo
se pueden hacer algunas estimaciones si nos basamos en las edades y eventos mencionados en
el Génesis. De entrada tengamos en cuenta que en el periodo en el que transcurre la historia
del arca de Noé, según se cuenta en el Antiguo Testamento, las edades de los hombres eran
significativamente mayores que las que experimentamos en la actualidad. Por poner
ejemplos de algunos personajes bíblicos, Adán vivió 930 años, Cainán 910, Jared 962, Lamec 777 años,
o Matusalén, el hombre más longevo mencionado en la Biblia, que vivió 969 años.
Noé era nieto de Matusalén. En el libro del Génesis, Noé tenía 500 años cuando tuvo a sus
tres hijos Sem, Cam y Jafé. Tenía 600 años cuando ocurrió el diluvio y vivió hasta los 950 años.
No obstante, la longevidad de estos personajes se interpreta de diferentes maneras en diversas
tradiciones y estudios bíblicos, por lo que no podemos confirmar que estemos hablando de lo
mismo en términos de edad. No obstante, han habido debates entre expertos en el estudio
de la Biblia sobre el asunto de las edades de los hombres y de la duración de la construcción del
arca, de los cuales se ha llegado a considerar que ese periodo debería estar entre 55 y 75 años.