Abeja versus Avispa

Aquí estamos otra semana más, otro jueves más, con Onofre Alonso, en Asturias, paso a paso. ¿Qué tal Onofre? ¿Cómo estamos? Espérate, que abrimos ese micrófono. Ahora sí. ¿Querías dejar de hablar hoy o qué? Ahora sí, a ver si te escucha como Dios manda. Encantado de estar aquí, como siempre. Bueno, los jueves siempre tenemos una cita con Onofre que nos ayuda a descubrir o redescubrir, según el caso, algunos de los aspectos que tienen que ver con Asturias en cualquiera de sus ámbitos de estudio, de naturaleza, de patrimonio, de historia, de personajes, en fin. Y yo no sé por dónde vamos hoy.

Pues de la primera que dijiste. De naturaleza. Ah, muy bien. Hoy vamos a hablar no de uno, sino de dos protagonistas. Fíjate tú, esto no es normal. Dos protagonistas. Nuevamente nos focalizamos en algo concreto, un edificio, un animal, una planta, hoy de dos. Y no sé si para bien o para mal, pero los vamos a comparar. Y yo diría que, por supuesto, ni haber ni buenos ni malos. Simplemente para que los oyentes puedan diferenciar dos animales.

Esta es la primera pista, dos animales. Que seguro que a muchos oyentes, en algunas ocasiones, les parece lo mismo. Porque a primera vista, yo particularmente no las diferencio. A ver, tú me dirás. No las diferencio, dije femenino, segunda pista. Vale, sí, sí, yo voy tomando nota, pero de momento me pillan muy lejos. Y digo que no los podemos diferenciar, porque en la mayoría de las ocasiones los vemos revolotear, segunda pista o tercera ya, a una velocidad que nos produce, que fíjate, yo diría que nerviosismo. Un poco de inseguridad. Estamos como inquietos cuando los vemos cerca.

Y yo creo que nos produce, digamos, esa sensación de inseguridad, cuarta pista ya, porque nos pueden picar. Vale. Creo que nos vamos acercando un poco, a descubrir cuáles son los protagonistas de hoy, pero te diré que son muy, muy necesarios en nuestro ecosistema, y me atrevería a decir que si desapareciesen de nuestras vidas, no sería lo mismo. Vamos, que los necesitamos, y mucho. Por ello, creo que hoy, aunque antes de decir que pueden ser molestos, creo que hoy nos vamos a ilustrar cómo manejar situaciones, sobre todo, que debemos de respetar y que sepamos gestionarlas. Ah, muy bien. Y eso es muy interesante. Y yo creo que son...

Yo estaba con la cosa de insecto volador, pica, una abeja, una avispa, algo de eso. Pues de los dos, de la abeja y de la avispa. Vamos a decir diferencias entre estos dos insectos, que los tenemos, que son muy comunes en nuestra vida diaria, en algunas épocas del año más que en otras, pero que, como decía al principio, a veces dices tú, ¿qué hago? La espanto, me va a picar, marcho, la mato, bueno, matar nunca. Pero bueno, vamos hoy a descubrir cuáles son las bondades de estos insectos. Tenemos invitados para ello. Tenemos invitados.

Ha tenido la gentileza de acercarse aquí a los micrófonos de la cadena SER. Alberto Uría, que sabe mucho de muchas cosas de los animales, de los insectos y del ecosistema asturiano y mundial en general, que es apicultor, que tiene una miel maravillosa y que hoy nos va a descubrir, como decimos, la diferencia entre una abeja y una avispa. Alberto, ¿qué tal? Muy buenas. ¿Qué tal? Muy buenas. Es algo que siempre me hizo ilusión, que a los apicultores nos preguntan por avispas o abejas y dices tú, nunca había hablado yo de avispas en la radio. ¿Ah, sí? No, nunca. ¿Apicultor o avellero? Avellero, avellero.

Es como madreñero y zapatero, no es lo mismo. Bueno, aclarada ese extremo. ¿Hay buenos y malos aquí, Alberto? No, no hay buenos y malos. Todo bicho, uso siempre la palabra bicho porque para la mayoría de la gente, cualquier cosa que vuela y tiene una apariencia así de menos de, vamos a decir, cuatro o cinco centímetros, es un bicho. La gente se suele quedar en abeja y avispa en general y son, en realidad, no es que sean ni buenas ni malas. Ambas, abejas y avispas, cumplen funciones distintas en la naturaleza y en los ecosistemas.

Sí. ¿Por dónde empezamos? ¿Por la forma primero? ¿Cómo son cada una de ellas? Pues podemos empezar por la forma. Yo te preguntaría, ¿cuánto crees que mide una abeja? ¿Un centímetro? La abeja de la miel, sí, mide sobre 1,4 centímetros, pero en la Península Ibérica tenemos abejas de 3 milímetros y tenemos abejas de 3,2 centímetros. Entonces, hay una diferencia morfológica enorme, ya si hablamos de colores, de pelos, de tamaños, de longitud de patas. ¿Y cuánto mide una avispa? Yo me parece que son más largas, por lo menos. Tienen el cuerpo como más alargado.