Academia de los nocturnos 4x24: En busca de lo desconocido

En la ciudad de Valencia, entre 1591 y 1594, cada miércoles por la noche se reunía, clandestinamente, un grupo de intelectuales para tratar asuntos de diferente temática.

Eran conocidos como la Academia de los Nocturnos.

Cuatro siglos después, Félix Friaza vuelve a abrir las puertas de la Academia para compartir con todos vosotros y en compañía de otros académicos nocturnos conocimientos, misterios y sabiduría popular ancestral.

¿Te atreves a cruzar la puerta? ¿Quieres formar parte de la Academia de los Nocturnos? Adelante, no te lo pienses.

Empieza a descubrir y compartir vivencias.

Pero deja atrás todos tus prejuicios.

Solo así podrás ser conocedor y partícipe de lo que encierran estas puertas.

Sed bienvenidos.

Bienvenidos y bienvenidas una semana más a la Academia de los Nocturnos.

Esta semana venimos con tristezas y venimos con alegrías.

Antes de nada, quiero recordaros a todos quienes formamos el equipo, hasta hoy día, de la Academia de los Nocturnos.

Laura Yana Cárdenas en locución, Paco Cárdenas en edición y sonido, Javier Resines y su caminando entre monstruos, y el buen amigo Álvaro Aluna a nula, a nula, con su enclaver de leyenda.

Voy con una de las tristezas, aunque ya lo dije la semana pasada.

Sí, es con el señor de la laguna, lagunero de pro, Juanca Romero.

Amigo, ¿cómo estás? Muy buenas noches, muy bien.

Nos quedamos con ello, que todo el mundo se quede con ello, que está regularcillo, pero no es nada malo.

Al revés, va a ser todo muy positivo.

Y bueno, Juanca, tú mismo nos vas a decir el porqué tienes que dejar la academia, al menos de momento, que esto no implica que no vayas a entrar cuando a ti te dé la gana, porque esta es tu casa.

Es que ya empiezas con una mentira, yo no voy a dejar la academia.

Voy a dejar de estar frecuentemente en la academia, de copresentar la academia contigo, pero la academia no.

Porque yo siempre fui un estudiante que corría, porque se me hacía tarde para llegar a clases, y cuando llegaba al instituto me sentaba en el parque con los amigos para disfrutar de mi fuga.

Es decir, yo soy un académico de los que le gusta fugarse, ir y venir.

Tú eres un come pipas en los bancos.

Bueno, cuando empezaste diciendo come, digo, uy, ¿qué vas a decir? Un come pipas.

Un come pipas y abrir dos litronas, al menos.

Tú sabes que con los tiempos que corren, el trabajo también debe convertirse, junto con la salud, en una prioridad.

Y el trabajo manda y me obliga a hacer algunas paradas en los caminos que tengo abiertos, y una de esas paradas es esta, ¿no? La de la academia de los nocturnos.

Bueno, pero simplemente es una parada, el camino sigue, y en ese camino hay otros.

Siempre hay cruces, hay cruces en todos los caminos.

¿Que lo digas tú? Claro, que lo diga yo.

Lo del amor hostigo.

Vamos a ver, en todos los caminos hay cruces, y en uno de ellos te aparecerás, como buen demonio que eres, y dirás, que quiero entrar.

Pues hala, macho.

Pero bueno, tú te vas, pero alguien viene, ¿no? Cuando tú vas, alguien viene por aquí, claro, y además creo que...

Creo, no, estoy convencido de que...

De que es la persona ideal.

Primero, porque yo no he logrado corregirte, y quien viene ahora, la presentamos, seguro que lo va a hacer.

Creo, lo va a intentar al menos.

Lo va, lo va a hacer.

Y segundo, porque lo hace muy bien.

Yo ya estaba al tanto, he tanteado, he escuchado cosas, y no he escuchado a lo que dicen, no, no, la he escuchado a ella hacer cosas y lo hace fantásticamente.

Ni siquiera hablaría de relevo, hablaría de la ley natural que dice que tiene que venir algo mejor, y se cumple.

Fantástico, fantástico.

Fantástico, pero, no sé, no me ha convencido eso de que me quieran aplacar en mi formalidad.

Son cosas mías, yo no he hablado con ellos.