

Description of Actualidad Semanal +D. Semana 40/2025
En 1918, un grupo de hombres se ganó el apodo de “El Club de los Suicidas”. No eran espías ni soldados de trincheras. Eran los primeros pilotos del servicio de correo aéreo de Estados Unidos.
Su trabajo era simple en teoría y demencial en la práctica: volar de costa a costa entregando cartas. No tenían radares. Ni GPS. Ni, la mayor parte del tiempo, radios que funcionasen. Volaban de noche guiándose por hogueras que los agricultores encendían en sus campos y de día, si la niebla lo permitía, siguiendo las vías del tren como si su biplano fuera una locomotora con alas.
Eran la encarnación de la toma de decisiones en un entorno de incertidumbre radical. Cuando se enfrentaban a lo desconocido —una tormenta imprevista, una brújula loca, el silencio repentino del motor— no se lanzaban a la locura. Se convertían en maestros de la gestión del riesgo porque sabían que la gravedad, a diferencia del gobierno, nunca se toma un descanso. La falta de datos les hacía más cautelosos, no más audaces.
Avancemos rápido un siglo.
Esta semana, el gobierno de los Estados Unidos ha decidido, por voluntad propia, apagar las luces. Ha desconectado los faros de la economía, suspendiendo la publicación de los datos de empleo e inflación que actúan como nuestro mapa y brújula. Nos ha metido a todos en la niebla.
Pero en lugar de la cautela extrema de aquellos pilotos, Wall Street ha reaccionado con la euforia de un emperador romano en plena bacanal.
Es una de las paradojas más fascinantes de nuestro tiempo. En la era con más acceso a la información de la historia, provocamos un apagón informativo y la reacción del capital no es el miedo, sino una fiesta desenfrenada. Una fiesta en la que un jeque saudí decide comprar los sueños de tu adolescencia por una cifra que marea, mientras en Silicon Valley se pagan múltiplos de ciencia ficción por empresas que prometen el paraíso digital mañana, aunque hoy quemen más dinero que un dragón con hipo.
Este nuevo episodio de Actualidad Semanal +D explora precisamente este mundo al revés.
¿Qué sucede cuando la economía más grande del mundo vuela a ciegas, pero el capital privado decide que es el momento perfecto para firmar el cheque más grande de la historia? ¿Por qué mientras en Washington se juega a la parálisis, en los despachos de Riad y Cupertino se juega a ser Dios? ¿Y qué nos dice de nosotros mismos una guerra santa por nuestra cafeína matutina, donde los gramos de proteína han reemplazado a la poesía italiana?
Este episodio no es un resumen de noticias. Es una autopsia en directo de la lógica del mercado en un momento de locura colectiva. Es la historia de cómo, en medio de la niebla más espesa, algunos han decidido que es el mejor momento para pisar el acelerador a fondo.
Si queréis entender por qué la ausencia de un mapa no impide que pongan en marcha la rotativa de billetes, y por qué deberíais, al menos, mirar con atención por la ventanilla… ya sabéis dónde encontrarnos.
Actualidad Semanal +D. Ya disponible en tu plataforma de podcast preferida. Abrochaos el cinturón. O no. Al fin y al cabo, parece que hoy el riesgo está de moda.
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Bueno yo soy Arturo Pina, esta semana he vuelto de las trincheras del mercado con el casco abollado, la ropa oliendo a pólvora y una sonrisa de llena. ¿Por qué? Pues porque mientras el gobierno más poderoso del mundo decide hacerse el harakiri burocrático, mientras el tío Sam se declara en huelga de brazos caídos, Wall Street en un acto de gloriosa indiferencia ha organizado la fiesta más salvaje desde la última vez que un banquero central nos aseguró que la inflación era transitoria. Washington ha echado el cierre, se ha tomado unas vacaciones indefinidas sin avisar, dejando a la economía global volando a ciegas y sin embargo, en medio de este apagón de datos, de esta niebla autoinducida, el capital privado, ebrio de inteligencia artificial y ambición desmedida, está firmando cheques que harían sonrojar al mismísimo faraón. ¿Contradictorio? ¿Peligroso? Absolutamente y por eso mismo fascinante. Abrochaos los cinturones porque hoy despegamos sin torre de control.
Analizaremos cómo el cierre del gobierno estadounidense convierte a los inversores en pilotos sin instrumentos. ¿Qué ocurre cuando el petrodólar saudí decide que su nuevo juguete favorito es un videojuego de 55 mil millones de dólares? ¿Y por qué en el gran casino de la inteligencia artificial hasta Jeff Bezos empieza a ver fantasmas en la máquina? Esto no es un podcast, esto es una sesión de espiritismo financiero. Y créenme, los fantasmas de las burbujas pasadas están intentando decirnos algo y no es para pedirnos fuego. Capítulo primero, el teatro del absurdo en Washington. Empecemos por el elefante en la habitación o más bien por el gobierno que ha salido de ella dando un portazo. A las 12.01 de la madrugada del miércoles, la maquinaria del gobierno federal estadounidense se detuvo. Como en una mala película de catástrofes, las luces del poder se apagaron, no por un meteorito sino por una pelea de bar sobre los créditos fiscales del Seguro de Salud. Desde 1976 hemos visto una veintena de estos lapsus de financiación aunque no todos terminaron en un cierre total.
De hecho, antes de los años 80 esto era poco más que un trámite burocrático, las agencias seguían funcionando con la confianza de que el dinero eventualmente llegaría. Pero desde entonces, una interpretación más estricta de las reglas ha convertido estos impases en parálisis reales. Esta vez el ambiente es distinto, los mercados de predicción como PolyMarket y Calshi apuestan por un cierre de varias semanas, no un bache de fin de semana. Y aquí es donde la cosa se pone interesante para nosotros, los que intentamos navegar estas aguas turbulentas. El principal efecto inmediato es lo que podríamos llamar el gran apagón de datos. La Oficina de Estadísticas Laborales, la famosa BLS, que normalmente nos sirve el vital informe de empleo del primer viernes de cada mes, está en servicios mínimos. De sus más de 2.000 empleados sólo queda uno en la oficina, el comisionado en funciones William Wiatrowski. Me lo imagino en un despacho gigantesco y vacío, regando las plantas y decidiendo sólo el destino de la política monetaria.
Sin este informe y sin otros datos clave como la inflación, cuya publicación del 15 de octubre está en el aire, la Reserva Federal y los inversores se ven forzados a pilotar a ciegas.
Es como intentar realizar una cirugía corazón abierto con las luces apagadas y usando el horóscopo como guía. Mike Madovich, del Roosevelt Institute, lo dijo claramente, es un momento especialmente desafortunado para perder estadísticas económicas, lo que podría retrasar la respuesta a una inflación o recesión.
De repente, los datos del sector privado, a los que normalmente miramos con cierto desdén, se han convertido en el oráculo. El informe de empleo de ADP, por ejemplo, que normalmente es el telonero del gran concierto de la BLS, ahora es la cabeza del cartel.
Y su última actuación fue para echarse a temblar una pérdida de 32.000 empleos en el sector privado el mes pasado, el mayor descenso en dos años y medio. Como dijo un economista de UBS, los datos privados son como ver la economía a través del ojo de una cerradura. Tienes una visión clara, pero tienes que verla desde el ojo de una cerradura. Y eso es lo que se está haciendo.
















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