Description of LAS ALMAS EN PENA EN EL MARCOS DE OBREGÓN
Don Vicente se recrea en esta ocasión contándonos un suceso tragicómico que le ocurrió dentro de un cementerio. Precisamente cuando comenzaba la Cuaresma. Si bien la historia podría haber sido extraída del anecdotario popular, los detalles con que la adorna la hacen tan verídica que parece que le sucediera a él mismo. Más aún cuando la remata con ese chascarrillo rondeño de la mona y que debió de vivir en primera persona.
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Las almas en pena en el marcos de obregón cuarto centenario de don vicente espinel en ronda y una calleja oscura por donde todo el mundo tiene miedo de pasar y existe la creencia de que hay espíritu en ella don vicente se recrea en esta ocasión contándonos un suceso tragicómico que le ocurrió dentro de un cementerio precisamente cuando comenzaba la cuaresma si bien la historia podría haber sido extraída del anecdotario popular los detalles con que la adorna la hacen tan beryl chica que parece que le sucediera el mismo más aún cuando la remata con ese chascarrillo rondeños de la mona y que debió de vivir en primera persona me acuerdo una vez que habiendo salido de fiesta por el barrio de san ginés un martes de carnestolendas me envió a decidir una amiga que le llevase algo bueno con que despedir los carnavales y comenzar la cuaresma para cumplir ese deseo suyo y a la espera de sus gracias y caricias tuve que vender algunas cosas precisas pero no me importó allí en acabándose el criterio que provocaba el juego de las jeringas y naranjas dos o el de los perros corriendo como locos con latas amarrada das al rabo que se hacían por aquella época me fui a una bodega donde vendían comida para llevar compré una empanada un par de perdices un conejo y frutas de sartén lo hace todo muy bien y me fui derechito a comérmelo con ella pasadas ya las doce de la noche el día siguiente por ser miércoles de ceniza era día de mucho recogimiento y ayuno obligatorio pero había un silencio tan grande que aunque yo iba bien cargado de carnes y comidas no me podía ver nadie en llegando a la altura del cementerio de san ginés sentí de repente venir a los guardias de la ronda y me fui a esconder donde se guardaba la caja de los muertos con que se transportaba a los más pobres y que a la sazón estaba junto a una tumba a medio hacer antes que pudiesen llegar a mí los de la ronda me escondí aquí el bulto atado como estaba por el agujero abierto de la tumba próxima y sacando un rosario que siempre llevaba conmigo comencé a fingir que rezaba llegaron los guardias y como notarán algo raro pensaron que fuese yo algún sospechoso me agarraron de un brazo y me preguntaron qué hacía allí llegó el alcalde y visto el rosario y la tranquilidad con que yo disimulaba dijo que me soltasen y que me fuese a mi casa yo hice como que me iba y trasponiendo ellos volvía por mi paquete donde lo había escondido y temeroso como estaba alargué el brazo dentro del boquete sin poder dar con él un cementerio dentro de una tumba más de las doce de la noche y un silencio sepulcral que parecía que se había acabado el mundo volviéndolo a intentar comencé a mover la mano dentro de la tumba y a sentir dentro de ella un ruido como de hierros chocando ay lo que me pude imaginar allí se me representaron mil cadenas de otras tantas almas en pena padeciendo su purgatorio en aquel mismo lugar y fué tanta mi turbación y tanto mi miedo que se me olvidaron el amor y la cena que me había llevado hasta allí y así completamente aterrorizado y cuando ya me iba de allí volviéndome de espaldas y arrimándose a la pared eché a correr sintiendo que venía detrás de mí un ejército de muertos vivientes y yendo allí con aquel susto metido en el cuerpo sentí de repente como meta tiraban de la capa y tan fuerte que perdiendo el equilibrio tropezó viniendo a parar en el suelo y golpeándome con la propia guarnición de mi espada partiéndome los hocicos me volví a mirar el cadáver que me agarraba y me quedé estupefacto cuando comprobé que lo que me había sujetado no era ningún esqueleto chino un clavo hincado en la pared al que la capa había quedado enganchada cuando me