ANTOLOGÍA MCREADY: CAPÍTULO 17/ 2. SASHA

Macreedy capítulo diecisiete dos ya ya joder no puedo respirar pero qué coño es esto and an sin saberlo ya ya estaba siendo arrollado por la masa informe en la que se había convertido la cosa vio por última vez a örjan por el rabillo de su ojo derecho saltando por encima de la amorosidad cósmica echándole orina con el difusor de plástico yaya asintió como el aire le faltaba como no le entraba en los pulmones es porque la masa amorfa como un músculo completamente tenso lo había envuelto por completo introduciéndose por todos los orificios de su cuerpo y de repente el mundo se oscureció ante él despertó envuelto en sudor un escalofrío recorrió su espalda desde la rabadilla hasta la nuca al abrir los ojos vio las copas de unos extraños árboles de ramas retorcidas y oscuras impregnadas de musgo verde luminoso o eso le pareció a él porque recubría troncos y ramas emitiendo una fosforescencia cetrina que le facilitaba ver su forma pero le asombraba porque era algo totalmente nuevo y jamás visto el suelo donde estaba recostado era una tupida alfombra de colores ocres olía a humedad amorosidad es podridas que emitían y dispersaban un aroma fonológico en derredor yacía reconocía es olor a hongos en muchas cavernas en selvas húmedas en oquedades de casas ruinosas en alimentos podridos había tenido contacto con esos efluvios los reconocía y no les hacía ascos pues muchas veces se había visto obligado a comer comida podrida muchas veces cuando estaba en un apartado lugar en una misión solo sin recursos sin ayuda muchas veces había dormido en una gruta infestada de hongos pero esos eran otros tiempos en estos momentos se sentía aturdido por las circunstancias oníricas todavía no había movido ni un músculo de su cuerpo cuando sintió algo allá a lo lejos algo que no podía ver pero que sabía que estaba presente sintió intuitivamente sobre su cabeza millones de estrellas titilando al unísono sin embargo el tupido del domo arbóreo le impedía vislumbrar más allá de las ensortijada las ramas repletas de hojas grandes que no reconocía y que parecían pertenecer a alguna especie arbórea fo aranea al menos para el que no era especialmente ducho en conocimiento arbóreo entonces se dio cuenta de que no debía estar en chile en las afueras de santiago que era donde había sido engullido por la cosa y fue en ese momento cuando espabiló por completo levantando yo voy de cabezota de engendró y mirando más detenidamente el delirante entorno en el que se encontraba sin