
Antonio, Modesto y Conrado: Experiencias de una vida en Amavir Getafe (Madrid)

Description of Antonio, Modesto y Conrado: Experiencias de una vida en Amavir Getafe (Madrid)
En Amavir, tanto en nuestras residencias como centros de día, proporcionamos entornos adaptados a las necesidades de nuestros mayores, fomentando su bienestar físico y emocional a través de actividades significativas y apoyo profesional.
En esta entrevista de Cadena SER se destacan las historias de tres de nuestros mayores de Amavir Getafe, en Madrid: Antonio, Modesto y Conrado.
Conrado, de 98 años, residente de Amavir Getafe, ha creado y mantiene un extenso huerto que incluye diversas verduras y varias decenas de árboles frutales. Recientemente, ha plantado tres higueras más, demostrando su continua dedicación y pasión por la jardinería. Lourdes Cascón, terapeuta ocupacional de Amavir, señala que actividades como las de Conrado proporcionan a los residentes una motivación diaria y mejoran su calidad de vida.
Por otro lado, Antonio y Modesto son usuarios de los centros de día de Amavir. Ellos participan en las actividades y servicios diurnos, como el comedor, pero regresan a sus casas para dormir. Esta modalidad les permite mantener su independencia mientras disfrutan de los beneficios y el apoyo que ofrecen los centros de día.
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Ya estamos aquí de vuelta. Esto es hoy por hoy. Esto es la cadena ser en el sur de Madrid. Hoy vamos a conocer las las experiencias, porque yo creo que al fin y al cabo son esos, las experiencias que a través de Amavir Getafe pueden vivir nuestros mayores. Experiencias que les permiten, por ejemplo, compaginar una vida más independiente con los servicios que puede haber en un centro de día o ya verán ustedes la historia de Conrado, un getafense de 98 años con un huerto que vaya huerto. Bueno, voy a saludar lo primero a Lourdes Cascón, que es terapeuta ocupacional en Amavir Getafe. Hola, Lourdes, ¿qué tal? Buenos días.
Hola, buenos días. Gracias por acompañarnos. Gracias a vosotros por invitarnos. Me dejas que presente a los tres machotes que tenemos aquí con nosotros. Antonio, ¿qué tal? Buenos días.
Modesto, muy buenos días.
Conrado, ¿qué tal? Buenos días. ¿Qué tal estáis? ¿Todo bien? Conrado, ¿tienes 98 años? No, tengo 98 y pico. No, no puede ser verdad.
98 años tienes. Te estoy por pedir el carné, Conrado. Sí, es verdad. ¿En qué año naciste? Me acuerdo que nací a las 8 de la mañana, el día 15 de enero del año 27.
O sea, que ha sido tu cumpleaños hace nada, encima.
Ya ha pasado. Ha pasado, ha sido hace poco.
Háblame de tu huerto, Conrado, que es que no me dicen más que todo el mundo del huerto de Conrado. El huerto de Conrado hay en Amavir Getafe, porque a lo que nos referíamos, y ahora voy con Lourdes, es que muchas veces el concepto que tenemos de una residencia, de un centro de mayores, no sé, difiere mucho de la realidad.
En esos centros, o al menos es lo que lo que busca Amavir, se intenta y se consigue que gente como Conrado, de 98 años, tenga hoy en día la ilusión de todos los días ponerse a trabajar en su huerto.
Háblanos de tu huerto, Conrado.
Bueno, pues empezamos por el principio.
Yo llegué a la residencia el día 3 de agosto del 2015.
2015.
Y bueno, me gustaba escribir algo, pero me aburría ya un poco allí, metido en la habitación.
Entonces salí por fuera y me encontré una boca de riego donde había bastante terreno.
Y dije, bueno, aquí puedo yo hacer algo.
Entonces, no tenía ninguna herramienta, ni me la daban.
Porque nosotros no podemos tener ningún tipo de herramienta, no podemos tener ni una navajita.
Pero a mí me dieron una espátula.
Entonces, con una espátula y una silla, me senté allí y empecé con la espátula a cavar.
Voy a contar lo que me pasó. Me vio la gobernanza desde la ventana y entonces, como allí no iba nadie, bueno, allí no iba nadie. No es como ahora que va todo el mundo.
Bueno, pues llegó y yo estaba de espaldas y me dijo, yo había hablado alguna vez con ella, pero muy poco, porque llevaba muy poquito tiempo allí. Y dice Conrado, ¿qué haces aquí? Y entonces, yo de espaldas dije, pues que he visto esta boca de riego y voy a ver si siembro aquí unas habitas.
Y con esta espátula, y entonces me dijo, ¿y con qué permiso? Y dije, ya, ya caí.
Ya me levanté, me puse cara a ella y le dije, con el nalguno, si quieres, ahora mismo me marcho.
Entonces, se hizo ella esta postura.
Yo aquí no veo nada. Aquí no hay nadie. He equivocado.
Y se marchó y dije, esto es que me dejan. Seguí con mi marcha y entonces aquel año sembré un cuadrito de habas de de tres por tres, unos nueve metros cuadrados, habría, unos nueve metros cuadrados más o menos de habas. Bueno, cuando estaban las habas ya un poquito altitas, llamó, que no había dicho nada la directora, llamó a la directora que había, entonces, y le gustó.
Y entonces me compraron cuatro batas de tomate, dos de batas de sandía y algún melón, o algo así por el estilo.
Entonces, ya vieron que se lo di a ellas, creé unas sandías jorditas y pepinos, en fin, ella crea algo.
Bueno, y de ahí empezó la cosa ya a hacer una serie de cosas.
Y, bueno, no sé,