Apariciones a la hora de la muerte - 10x05

En Radio Castilla La Mancha, El dragón invisible, con Jesús Ortega.

A comienzos del siglo XX, el profesor William Barrett, físico, investigador y miembro de la Sociedad para la Investigación Psíquica, se atrevió a investigar, a estudiar un fenómeno que a muchos desconcertaba, las visiones de los moribundos, personas que en el instante de la muerte, en el instante final, unas horas, días o incluso semanas de fallecer, afirmaban ver a familiares y seres queridos ya fallecidos que de alguna forma iban a recogerlos, incluso cuando los pacientes ignoraban por completo que la persona que les visitaba había fallecido.

Para Barrett, estos testimonios eran una de las pruebas más intrigantes, más sólidas a favor de la supervivencia, más allá de la muerte, el hecho de que la conciencia nos sobreviva. No eran relatos recogidos en bares o fruto de rumores, sino que estaban documentados en hospitales y atestiguados por médicos, por enfermeras e incluso familiares de los pacientes que estaban con ellos en el lecho de muerte.

Uno de los episodios más impactantes de este tipo de experiencias es uno de los primeros recogidos en el libro de William Barrett, Visiones a la hora de la muerte, y ocurrió en enero de 1924, concretamente en la casa de maternidad de Clapton en Londres. Ahí nos encontramos, nos narraba Barrett, a una protagonista, a la señora B, una mujer joven muy debilitada por un parto complicado, y a quien atienden diferentes especialistas, entre ellos la enfermera Florence Barrett, esposa directa de William Barrett y responsable obstétrica en aquella casa de maternidad. Como digo, la enfermera Florence Barrett fue testigo directa de la escena y relató cómo esta señora B, tras dar a luz, entró en una lenta agonía y sus palabras y su vista parecían dirigirse a alguien más, alguien que estaba en la sala, pero que aparentemente sólo podía ver a la señora B.

Con la mirada fija en un rincón de la habitación, la señora B murmuró, oh, qué hermoso, qué hermoso. Cuando la enfermera le preguntó qué es lo que veía, qué es lo que era tan hermoso, la señora B respondió con una voz cargada de emoción, un resplandor sublime, tres maravillosos. Lo que estaba viendo la señora B, según su testimonio, era directamente a su padre fallecido un tiempo antes, que de alguna manera había ido a visitarlo.

Pero el giro de esta historia viene cuando junto con esa aparición de su padre, la señora B identifica a otra figura, a otro ente invisible para el resto de la sala, Vida. Vida era la hermana de la señora B. Había fallecido apenas dos semanas antes del parto, pero curiosamente la noticia había sido cuidadosamente ocultada a la señora B para no agravar precisamente la fragilidad y no poner en riesgo el parto ni al bebé. Pero allí estaba, en la visión, en esa sala de hospital con la señora B a punto de fallecer y junto a su padre.

Para Barrett, este caso no podía despacharse como una simple ilusión óptica o una confusión, era algo más. No fue el único caso recogido por Barrett en ese libro, sino que fueron cientos. Nosotros hoy queremos profundizar en ese caso.