Asesinato en la Costa Brava. La tragedia de Vicky Fariña

En julio de 1990, Lestartit, en la Costa Brava, vivía su temporada alta.

Las playas llenas, los campings y las discotecas reflejaban el ritmo intenso del verano.

Un trabajador de telefónica, mientras recorría un camino rural entre humedales, encontró el cuerpo de una joven tras un árbol.

Presentaba signos evidentes de violencia.

Las primeras pistas fueron escasas.

Un pantalón rasgado, una cadena en el cuello y un paquete de cigarrillos.

El hallazgo, ocurrido cerca de la frontera con Francia, dio inicio a una investigación que traspasó límites territoriales y que, más de tres décadas después, continúa sin resolverse.

Esto es, Crímenes que marcaron España.

Hoy, Asesinato en la Costa Brava.

La tragedia de Vicky Fariña.

Detrás de los hechos.

Conozcamos las personas clave de este relato.

Victoria Eugenia Fariña Sangüesa, conocida como Vicky, nació el 9 de marzo de 1970 en Molins de Rey, Barcelona.

En 1990 tenía 20 años y trabajaba como camarera en la Startit durante la temporada de verano.

Era la quinta de seis hermanos y mantenía una relación cercana con su familia.

Sus aspiraciones iban más allá del trabajo estacional.

Quería ser modelo y estudiar inglés para convertirse en azafata de vuelo.

Su carácter sociable y abierto la hacía conocida en el entorno, tanto entre los turistas como entre los residentes.

Sin embargo, esa misma confianza generaba cierta preocupación entre quienes la consideraban demasiado accesible con personas que acababa de conocer.

Su padre, Manuel Fariña, obrero y vecino de Molins de Rey, tenía 55 años en el momento de los hechos.

Tras la muerte de su hija, colaboró activamente con los investigadores, aportando información detallada sobre sus hábitos y entorno.

Destacó su rechazo a las drogas y su deseo de construir una vida profesional estable.

Desde el inicio, expresó su sospecha hacia el exnovio de Vicky, convencido de que su comportamiento posesivo y su insistencia tras la ruptura pudieron influir en lo ocurrido.

Juan Pedro, conocido como Hooper, fue la expareja de Vicky.

Nació en 1968 y tenía 22 años.

Llegó con ella al Start It en la primavera de 1990, con la intención de trabajar durante el verano.

Ambos encontraron empleo en el sector hostelero, pero la relación terminó poco después.

Pese a la separación, Hooper continuó frecuentando el local donde trabajaba Vicky, mostrando un interés constante en reanudar el vínculo.

Su actitud, descrita por algunos testigos como insistente, generó malestar y tensiones entre ambos.

Jesús, nacido en 1965, tenía 25 años en el momento de los hechos y era amigo de Vicky.

Provenía de Arcos de la Frontera, Cádiz, y también trabajaba en la hostelería local.

Se trataba de una persona reservada, de trato correcto y sin antecedentes de conflictos.

Su nombre apareció en la investigación de manera circunstancial, debido a una lesión que levantó sospechas durante el funeral de Vicky, aunque no se encontraron pruebas que lo relacionaran con el crimen.

Robertus, conocido como Robbie, era un ciudadano holandés de unos 25 años que residía en el Start It.

Trabajaba en el sector turístico, organizando actividades para los visitantes.

Su nombre surgió en la investigación tras detectarse coincidencias en pruebas biológicas, aunque los métodos disponibles en 1990 eran aún muy limitados.

Negó cualquier implicación y fue liberado bajo vigilancia, sin que se hallaran evidencias concluyentes en su contra.

Keith, un turista alemán de 27 años, se alojó en los hoteles Flamingo y Miramar durante el verano de 1990.

Su comportamiento y ciertas contradicciones en su testimonio llamaron la atención de los investigadores.

Fue interrogado en varias ocasiones, pero, al igual que otros sospechosos, su implicación nunca pudo ser demostrada.

Así ocurrió Crónica de los Hechos En la primavera de 1990, Victoria Eugenia Fariña Sangüesa, conocida como Vicky, tenía 20 años y vivía en Molins de Río.