

Description of Asesinato del papa Juan VII
Análisis criminológico del asesinato del Papa Juan VII en el 882 d.C.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Hola, te doy la bienvenida a un nuevo capítulo del programa Cuadernos de Criminología.
En esta ocasión vamos a abordar un tema relacionado con la delincuencia histórica, con un delito cometido hace más de mil años y que tiene que ver con el Papa, que en aquel momento no era de Roma.
Vamos a analizar desde un punto de vista criminológico y también analizando esa necesaria parte histórica este suceso que cambió, en cierto modo, el pensamiento occidental sobre la situación del Papa y sobre los magnicidios relacionados con esta figura.
¿Estás preparado? ¿Estás preparada? Pues vamos a comenzar. Quédate conmigo.
En la vasta historia del Papado, pocas narraciones resultan tan turbadoras como la del primer pontífice, cuya muerte fue, sin duda, un asesinato consumado.
Juan VIII, en la madrugada del 16 de diciembre del año 882, lógicamente después de Cristo, este Papa romano fue envenenado y, como el tóxico tardaba en hacer efecto, sus propios colaboradores lo remataron a golpes de maza.
Aquella muerte brutal no sólo quebró el mito de la inviolabilidad papal, sino que dejó una cicatriz duradera en la memoria cultural de Occidente.
Hoy, más de milenio después, su caso constituye un laboratorio, a mi entender, excepcional para aplicar las herramientas de la criminología científica al estudio de la violencia política medieval.
Por supuesto, para comprender este asesinato hay que ahondar en el contexto histórico.
Debemos situarnos en la convulsa Roma del siglo IX.
Vemos que, tras la fragmentación del imperio carolingio, la ciudad eterna se había convertido en un tablero donde clanes senatoriales, legados francos y emisarios bizantinos competían por la renta espiritual y, también, y muy importante, material de la sede apostólica.
Al sur, las incursiones arracenas saqueaban la campiña.
Al norte, los francos exigían contrapartidas por su escudo militar.
Al este, Constantinopla tanteaba recuperar influencia litúrgica.
Ese ecosistema altamente belicoso drenó el tesoro pontificio y obligó a Juan VIII a fortificar la ciudad de Ostia, a patrullar el Tíber con una humilde armada y a desplegar una diplomacia de cheques y oraciones que multiplicó tanto sus aliados como sus acreedores.
Juan VIII, nacido en Roma hacia el año 820, escaló la jerarquía curial hasta convertirse en archidiácono.
Fue elegido para este cargo el 14 de diciembre del año 872 y él rondaba más o menos los 50 años.
El naval griego apoyó la misión de civilo y metodio entre los eslavos, autorizó la traducción bíblica al glagolítico y reconoció la autonomía litúrgica de Croacia, un gesto que se consideró en su momento y sigue considerándose como geopolíticamente muy audaz.
En el frente defensivo reforzó las murallas costeras e impulsó la construcción de torres de señales para alertar sobre los piratas.
Pero cada subsidio militar iba vaciando el erario y sus excomuniones, especialmente la del ambicioso personaje histórico llamado Formoso, fracturaron el colegio cardenalicio.
Tras una década de pontificado, el papa estaba rodeado de cortesanos endeudados y de nobles resentidos que consideraban que su generosidad estratégica amenazaba sus prevendas.
La reconstrucción de los hechos apunta a un complot interno fraguado en el palacio de Letrán.
Los conjurados desplegaron un doble seguro.
Primero introdujeron un tóxico, probablemente arsénico, quizá cantáridas o quizá una mezcla con acónito, en el vino ceremonial y después, al constatar que el papa seguía con vida, lo golpearon sin ningún miramiento, con mazas, hasta fracturarle el cráneo.
Este procedimiento, descrito por los cronistas de la época, refleja una tensión clásica entre el sigilo, que en este caso está representado por el uso del veneno, y la certeza, que en este caso estaría de la mano de la violencia contundente para asegurar ese homicidio, esa certeza.
Desde la criminología situacional se diría que los asesinos reforzaron la capacidad de su arma, sumando métodos para disminuir la incertidumbre y, de paso, confundieron cualquier pesquisa forense.
Comments of Asesinato del papa Juan VII