El asesinato de Socorro Pérez.-91#.

Escúchame, cierra tus ojos pronto, alguien está en la ventana, o llamando a la puerta, o quizás no, se oyen ruidos en casa, ¿escuchaste?, ¿hay alguien a tu lado?, la silenciosa noche todo lo esconde, ¿está cerca?, ¿qué se rompe en el alma de un hombre para llegar a matar?, ¿qué ha ocurrido en su corazón para cruzar los límites del tabú ancestral?, ¿qué lo ha conducido al Día de Autos?, les habla Francisco José Fernández Cruz Sequeira y les doy la bienvenida a este programa en el que cada viernes recorremos la naturaleza del crimen y del criminal, comenzamos.

Buenas noches y bienvenidos a un nuevo programa del Día de Autos, lo cierto es que ha habido algún momento en el que no tenía muy claro que volviese a dirigirme a ustedes y a agradecerles que estuviesen con nosotros un programa más, pero estoy aquí y estoy profundamente agradecido a toda la cantidad ingente de personas que sin conocerme de nada me han expresado a través de los comentarios de programa y de correo electrónico y de, bueno, por todos los medios que existen hoy día, sus mejores deseos para que me recuperase, lo cierto es que estoy muy agradecido porque no ha sido fácil y en algunos momentos ese calor, esa humanidad ha sido importante para mí.

Luego cuando en estos días nos planteábamos hacer el programa también he podido leer los, entre comillas, cariñosos mensajes de esos que no tienen nada que hacer, en los que me deseaban que me muriese prontito, entre insultos como montón de mierda y cosas parecidas y uno se da cuenta de que algo tiene que estar haciendo bien para que los malos le odien, pero los menciono fundamentalmente para sentirme bien conmigo mismo.

Cuando uno hace algo a favor de las personas buenas, pues siempre las malas te replican y eso te sirve para orientarte en tu camino, pero no son más que importantes en la medida en que sirven de referencia. Los verdaderamente importantes son todas las personas que sin conocerlo a uno le expresan ese apoyo, ese cariño, desde lugares distantes como nunca puedes imaginar, Canadá, Costa Rica, haces un programa, piensas que te deben escuchar pues tres gatos y de repente te das cuenta que de tres gatos nada, que te escuchan miles de personas desde montones de lugares distantes que ni tan siquiera sabes que existen y que te tienen como parte de su vida y eso me hace sentir mucho mejor, me dan muchas más ganas de seguir haciendo lo que hago. El último programa anterior a este apenas podía respirar y me costó muchísimo, muchísimo el poder dirigirme a ustedes.

Si les explico más o menos cómo adquirí este programa.