ASESINO EN SERIE bajo el régimen COMUNISTA | Andrei CHIKATILO

Durante más de una década, un hombre caminó entre los ciudadanos de la Unión Soviética como un fantasma. Sus pasos eran lentos, su mirada huidiza. Nadie sospechaba que bajo ese aspecto gris y anodino, se escondía uno de los asesinos más atroces de la historia moderna. Se llamaba Andrei Romanovich Chikatilo, pero el mundo lo conocería como el carnicero de Rostov. Entre 1978 y 1990 asesinó brutalmente a más de 50 personas, niños, adolescentes y mujeres, utilizando la violencia como único medio de placer. No dejaba rastro, no tenía un patrón claro, solo un hambre insaciable por destruir, por desgarrar y por dominar.

En una sociedad donde la figura del asesino en serie era un concepto occidental propio de la decadencia capitalista, Chikatilo se convirtió en el monstruo que el Estado se negaba a ver. Y eso lo hizo aún más letal. Hoy te cuento la historia de un hombre que vivió una doble vida. Maestro y padre por la mañana, depredador por la noche. La historia de un asesino que durante años burló a las autoridades soviéticas, mientras llenaba de cadáveres los bosques, las estaciones y los campos del sur de Rusia.

Esta es la historia del carnicero de Rostov. Muy buenas, yo soy Lux y bienvenidos, por última vez, a las profundidades del Averno de la locura. No os asustéis, digo por última vez porque, como os he ido avisando a lo largo de los últimos capítulos, a partir de la semana que viene, cuando ya haya salido este caso en público, cambiaré el nombre de este podcast a Crímenes de Arkham.

Veréis que cambia el nombre del canal y veréis que cambia el logo. Un logo chulísimo, por cierto. Así que espero que no os asustéis, que me seguís siguiendo, pero esta vez como Crímenes de Arkham. Recordad que todos estos casos lo tenéis con acceso anticipado gracias al apoyo para fans de Evox. Y además contaros que os estoy preparando una sorpresita.

Y es que en nada, a lo mejor cuando salga este caso ya lo tendréis, no estoy segura, pero estaros pendientes del podcast porque dentro de poco disfrutaréis de episodios exclusivos para fans donde os iré contando algunas cosillas sobre criminología. Y bueno, no me voy a enrollar más. Muchísimas gracias por vuestras suscripciones, por vuestro corazóncito en Evox. Y sin más, empecemos con el caso.

Para entender cómo Andrei Chegatilo pudo cometer tantos crímenes durante tanto tiempo, hay que mirar más allá de sus actos. Hay que observar el entorno donde creció y, sobre todo, el sistema que lo permitió. La Unión Soviética de los años 70 y 80 era una sociedad rígida, gobernada por el Partido Comunista bajo un estricto control estatal. La imagen del ciudadano ideal debía mantenerse a toda costa.

Reconocer la existencia de un asesino en serie dentro del sistema era impensable. El crimen en ese nivel era considerado un fenómeno occidental, propio del capitalismo. En la URSS simplemente no ocurría, al menos oficialmente. Esta negación institucional creó el terreno perfecto para que un depredador como Chegatilo actuara con impunidad.

Los cuerpos aparecían mutilados en bosques y estaciones, pero la policía local, sin experiencia ni recursos, se enfrentaba a un monstruo que no encajaba en los moldes de sus investigaciones. Además, la represión informativa impedía que la prensa hablara abiertamente del caso. El público no era advertido, no había alertas, no había perfiles, solo silencio y miedo. Mientras tanto, Chegatilo seguía suelto, caminando libremente entre los mismos ciudadanos que debía proteger el Estado.

Fue un fantasma alimentado por la burocracia, la censura y el orgullo nacional. Y cada día que pasaba sin ser atrapado, el número de víctimas aumentaba. Chegatilo nació el 16 de octubre de 1936 en Yablunchek, una pequeña aldea ucraniana azotada por la miseria. Su infancia estuvo marcada por la escasez, la violencia y el miedo. Creció en plena época del holodomor, la gran hambruna provocada por las políticas de Stalin, donde millones de