

Description of Así nos llevan a la guerra
Las mentiras de los políticos para llevarnos a los ciudadanos a la guerra para tapar sus vergüenzas.
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Queridos amigos, bienvenidos al canal del Coronel. Hoy vamos a hablar de por qué nos llevan a la guerra. ¿Qué intereses hay por parte de algunos dirigentes en llevarnos a la guerra? ¿Es afán de poder? ¿Es tratar de disimular sus muchos escándalos de corrupción? ¿Es tapar sus vergüenzas? Porque esto no es la primera vez que pasa a lo largo de la historia.
Sabéis que los dirigentes, como todos los seres humanos, están sometidos a sus emociones, sus pecados capitales, como ahora veremos, y por tanto hay que desconfiar siempre cuando dicen, vamos a la guerra, vamos a la guerra. Jamás. Ellos no van, nos mandan a nosotros. Vamos a ver muy brevemente algunos de los motivos por los que nos han llevado muchas veces los dirigentes a la guerra.
Son textos que he extraído de mi primer libro, de Así se domina el mundo, que me vais a permitir que lo lea porque creo que son muy interesantes para comprender, haciendo comentarios, para comprender un poco a lo mejor qué hay detrás de estas ansias de algunos dirigentes europeos, muchos de ellos con una popularidad muy baja, con grandes escándalos de corrupción a su alrededor, cuando no ellos mismos, con una gran oposición política y ya sabéis que es que nada mejor que ir a una guerra para aglutinar a las poblaciones, vamos allá.
Mirad, empezamos. El afán de poder. Decía Quino, este gran humorista gráfico, decía ¿cuál es el gran mal del mundo? Lo tengo clarísimo, la ambición de poder y de dinero. Es la madre de todas las desgracias que han sucedido y se sucederán. Esto lo decía Quino.
Comenzamos. En el breve libro ¿Por qué la guerra?, que recoge la correspondencia entre Albert Einstein y Simon Freud, llama la atención el contenido de la carta que el físico envió al psicoanalista el 30 de julio de 1932, desde su todavía residencia de Potsdam. En ella Einstein, que tras la llegada de Hillel al poder decidiría renunciar a la ciudadanía alemana y emigrar a Estados Unidos, responde a la pregunta que le traslada a Freud. ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? La carta aporta profundas reflexiones sobre la condición humana, el afán de poder y la supremacía de la economía.
Decía, el afán de poder caracteriza la clase gobernante de todas las naciones. Este hambre de poder político suele emedrar gracias a las actividades de otro grupo, guiado por aspiraciones puramente mercenarias económicas. Pienso especialmente en este pequeño grupo, pero resuelto, activo en toda nación, compuesto de individuos que, indiferentes a las consideraciones y moderaciones sociales, ven en la guerra, en la fabricación y venta de armamentos, nada más que una ocasión para favorecer sus intereses particulares y extender su autoridad personal.
Se preguntaba, ¿cómo es posible que esta pequeña camarilla somenta al servicio de sus ambiciones la voluntad de la mayoría, para cual el estado de la guerra representa pérdidas y sufrimientos para los ciudadanos? Ponía entre paréntesis, al referirme a la mayoría no excluya a los soldados de todo rango que han elegido la guerra como profesión, en la creencia de que con su servicio defienden los más altos intereses de la raza y de que el ataque es a menudo el mejor método de defensa.
Fijaros bien, voy a repetir alguna frase porque creo que son importantísimas y encajan perfectamente con el contexto actual. Decía, pienso especialmente en este pequeño pero resuelto grupo, activo en toda nación, compuesto de individuos que, indiferentes a las consideraciones y moderaciones sociales, ven en la guerra, en la fabricación y venta de armamentos, nada menos que una ocasión para favorecer sus intereses particulares y extender su autoridad personal. Parece que lo acaba de decir hace una hora, ¿verdad? Encaja perfectamente, como le decía.
Sin duda, el afán de poder también arrastra el deseo de dominio, de imponer la opinión, de disponer de dinero abundante con el que satisfacer caprichos y vanidades, sin olvidar el sexo. Esto también nos cuenta que nos encajamos con lo que pasa ahora, ¿verdad? Fijaros bien cuántos escándalos hay. Y de destacar a toda costa de los demás, pues al basar todo en un estado de comparación, para ser mejor, los demás deben ser peores. Este último párrafo es de mi propia cosecha. Empezaba en sin duda. Pero para que veáis que es que no nos tenemos que fiar de nada, que ya lo tenemos.