Audiosesión de meditación guiada #224

Nos preparamos para la siguiente práctica de meditación, te sugiero que en la medida de lo posible toquemos en ese modo mental, ajeno a todo lo anterior que pudiera formar parte de esa actividad mental, emocional, incluso física.

Percibamos un momento la capacidad natural que disponemos en nuestro cuerpo, ese sustante físico a través del cual todo discurre, a través del cual lo más inmanente a lo más trascendental opera de una forma diferente.

Demos cuenta de esa capacidad que disponemos para el movimiento, el dinamismo, pero también para el reposo.

En ese sentido, te sugiero que en la medida de lo posible permanezcas en quietud, permitiendo así que nuestro sistema nervioso enseguida reciba de una forma inconsciente, pero palpable, la información de que ahora no necesita procesar ninguna respuesta física o corporal.

En este sentido observa esto, observa ese espacio silenciado que acompaña a la expresión corporal, esa manera de percibir nuestro cuerpo interiormente, las funciones vitales se mantienen, se ralentiza, toda en ese orden en el que no sabemos ejercer ningún tipo de control.

Estamos en una práctica atencional que prepara a nuestra manera de percibir y en esta práctica solamente aquello que merece ser aprendido es la atención eficiente, la atención al abdomen, siempre ese ritmo que acompaña. El ritmo es un elemento que forma parte de esta experiencia.

Todo se va acompasando de una manera amable, de una manera en la que no hay prisa, de una manera que no gusta resultar. La misma práctica de meditación es guiar.

Cualquier expectativa observa cómo se produce desde un anhelo egoico personal.

Precisamente es el desalojo de toda presencia egoica en la que nos apropiamos del presente, lo que tratamos ahora de disolver para únicamente colocarnos en un modo diferente de mirar.

Ni es mejor ni es peor, ni conviene ni no conviene, ni es fácil ni es difícil.