

Description of Balance de Flamenco on fire
Realizamos en este minipodcast una visión de qué ha supuesto Flamenco on fire con cifras y análisis de lo que dio de sí este encuentro
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Bienvenidos a este espacio de análisis. Hoy dirigimos nuestra mirada a Pamplona tras la reciente celebración del festival flamenco On Fire. Los datos que se han hecho públicos son cuanto menos notables. Hablamos de una asistencia masiva a 69.000 personas en apenas ocho días. Una programación muy, muy densa. Da la impresión de ser un evento totalmente afianzado. Desde luego. Esas cifras invitan a detenerse y pensar un poco, sí. Justo.
Y precisamente a partir de esa información, de los datos de la última edición, pues nos surge la pregunta central que queremos abordar hoy. ¿Este éxito tan evidente es sobre todo un reflejo de una maquinaria organizativa y promocional, digamos, perfectamente engrasada? ¿O estamos viendo una prueba real de la madurez artística del flamenco y de su calado cultural tanto en Navarra como como fuera? Yo personalmente me inclino a pensar que las métricas y sobre todo la diversidad de la oferta sí que apuntan a una vitalidad artística genuina y a una apreciación cultural que, bueno, que va a más. Pues yo voy a plantear una visión algo distinta.
Sin negar el impacto de las cifras, que son las que son, creo que es necesario preguntarse si no estarán reflejando, quizá en mayor medida, una gestión y un marketing excelentes más que una transformación profunda en lo artístico o en cómo el público se relaciona con el flamenco en sí. Bien, pues si te parece, vamos al meollo.
Para mí el éxito numérico de Flamenco on Fire no es casualidad. Es un indicador claro de que su peso artístico y cultural está creciendo. Fijémonos en los detalles que conocemos. 69.000 asistentes en ocho días es una barbaridad. Pero no solo eso, en los teatros la ocupación media fue de un 74%, que, oye, ya es una cifra considerable.
Sí, sí, es un buen dato. Y lo más llamativo, cuatro llenos absolutos con Geray Cortés, Los Planetas, Tuquende y Alba Heredia y otros artistas rozando ese lleno como José Valencia, La Macanita o el mismísimo Tomatito. Esto no es gente que pasaba por allí, es público dispuesto a pagar una entrada para ver flamenco.
Y luego está la riqueza de la programación. Nada menos que ocho ciclos diferentes, más la propuesta de Electro on Fire, con 218 artistas participando en 49 actividades por 22 escenarios distintos. Es fundamental ver cómo logran que convivan figuras ya legendarias, pensemos en Macanita, Duquende, Tomatito o el maestro Pepe Avichuela, con talentos que están despuntando con fuerza asegurando el futuro con nombres como El Bola, Alba Heredia, Geray Cortés o José del Tomate. Tampoco podemos pasar por alto el eco mediático.
877 noticias generadas con una valoración económica estimada cercana a los 30 millones de euros. El crecimiento en redes sociales, especialmente en Instagram, es tremendo, conectando con un público clave entre 27 y 51 años y con una presencia internacional significativa. Francia, Estados Unidos, Argentina, México.
Que Televisión Española en la 2 le dedique un programa resumen me parece que confirma su relevancia nacional. Y un último punto sobre el concepto. Ese homenaje a la pelota vasca, integrándolo no solo temáticamente sino físicamente en espacios como el Frontón de la Mañueta o el certamen Electro on Fire en colaboración con Radio 3, indica una voluntad de ir más allá, de buscar diálogos culturales, no de hacer, bueno, un festival más.
Comprendo directamente esa lectura. Y es innegable que, visto así, los números hablan de éxito, claro. Ahora bien, yo creo que nuestro papel aquí es también aplicar una lente un poco más crítica y preguntarnos qué miden exactamente esas cifras. Veo los mismos datos, ¿eh? Pero quizá los interpreto desde otro prisma. Tomplemos la asistencia, por ejemplo, llenar al 100% los eventos gratuitos es espectacular, no cabe duda. Sí, eso llama la atención.
Pero, ¿refleja necesariamente un compromiso profundo con el arte flamenco o es también en parte el resultado lógico del atractivo que tiene una oferta cultural de calidad bien comunicada y, además, gratuita, en un ambiente festivo? Y otra cosa, el éxito rotundo de nombres muy consagrados, ¿no podría de alguna manera enmascarar cuál es la recepción real del público ante propuestas quizá más innovadoras o emergentes dentro de esa misma programación tan diversa? Mi principal punto de disenso surge al examinar con detalle la información disponible sobre el festival. Hay un énfasis que me llama mucho la atención en las métricas de gestión y marketing. Se nos dan cifras muy precisas de comunicación, el número de noticias, ese valor publicitario equivalente, los mitos















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