
La Base 5x105 | Ucrania acepta una tregua a la espera de Rusia mientras la UE se militariza

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En el programa de hoy, 12/3/2025, Pablo Iglesias, Irene Zugasti, Manu Levin e Inna Afinogenova analizan el alto el fuego de 30 días en Ucrania aceptado por Zelenski tras las presiones de Trump y la carrera militarista en Europa. Con la participación de la secretaria general de Podemos, Ione Belarra.
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Pues el jefe del Estado Mayor de la Defensa Español se va a reunir esta tarde en París con sus homólogos europeos. Macron les ha convocado para estudiar juntos un ejército que asegure la paz en Ucrania mientras Europa, como decía Mauro, desde el portaaviones se rearma frente a Rusia y para eso Francia ofrece su arsenal nuclear. Utilizar, dice, las mismas amenazas que el Kremlin.
Ese país, Francia, tiene ahora mismo 290 cabezas nucleares para hacer frente a las más de 4.300 que custodia el Kremlin. En lo que a la guerra de Ucrania se refiere, hoy el marco central son las negociaciones entre Rusia y Estados Unidos. De eso no hay ninguna duda. Las exigencias rusas a Trump y la voluntad de los Estados Unidos de excluir a Europa y humillar a Ucrania son indudablemente las dos principales claves de la discusión pública actual respecto a la guerra. Sin embargo, las conversaciones y la correlación de fuerzas siguen estando medidas, en buena parte, por lo que ocurre en los frentes de batalla. Y ahí, como en la diplomacia, Washington ha decidido someter a Kiev.
Kursk era la gran baza negociadora de Ucrania, la carta con la que pretendían exigir concesiones territoriales a Rusia. Allí, en territorio ruso, los ucranianos habían logrado conservar una considerable porción de tierra bajo su control. Evidentemente, Kursk no era ningún tipo de plataforma para seguir extendiéndose por Rusia, sino sencillamente un arma para las futuras negociaciones. Para el gobierno de Zelensky, conservar el control de estos cientos de kilómetros cuadrados rusos era decisivo, porque con ellos iba a poder exigir que Rusia cediese en alguno de los soblas ucranianos donde el ejército ruso se había asentado.
Indudablemente, Estados Unidos era conocedor de esto y desde el inicio de la operación ucraniana en Kursk, la inteligencia norteamericana había sido absolutamente decisiva para su presencia allí. En los últimos meses, Kiev había concentrado recursos, consciente de la creciente dificultad para mantener el control del territorio y, simultáneamente, de la enorme importancia que tendría como moneda de cambio. Trump, Musk y el gobierno de los Estados Unidos en general han decidido consciente y deliberadamente llevar al matadero a Ucrania en Kursk.
Ya no se trata únicamente de humillar públicamente a Zelensky o de reiterar que Europa no tendrá voz en las negociaciones. En lo concreto, Estados Unidos busca dañar activamente a Ucrania en los frentes para torcer el brazo de Kiev y que Zelensky deba humillarse públicamente. Eso es exactamente lo que ha hecho en Kursk. No por casualidad, Zelensky pidió perdón hace un par de días a Trump por el incidente de la Casa Blanca. Los avances rusos en Kursk los ha ejecutado el ejército de Moscú, no el de Washington.
Eso es así. Por supuesto, la retirada ucraniana, cuyas tropas han perdido cientos de kilómetros cuadrados en apenas 72 horas, no la ordenaron comandantes estadounidenses sino la estructura de mando de Kiev. Pero el colapso ucraniano en el territorio ruso de Kursk ha sido decidido activamente por el gobierno de los Estados Unidos como una deliberada estrategia de violenta presión contra una Ucrania que intenta, en vano, resistir el envite de Trumpista y los avances rusos.
Para el gobierno de Vladimir Putin, recuperar Kursk era una prioridad máxima.
Antes de que las negociaciones avanzaran, hace una semana, Estados Unidos suspendió la ayuda de inteligencia ucrania, fundamental para un sinfín de tareas que Kiev llevaba a cabo en los frentes de batalla. Ucrania necesitaba, necesita el apoyo estadounidense para coordinar sus operaciones en Kursk. Sin ello, el ejército ucraniano está prácticamente ciego y ha sido cuestión de días, de horas. Washington vendó los ojos de la inteligencia ucraniana, la condenó en Kursk y, sin duda, mejoró nuevamente la opinión del gobierno ruso respecto a Washington.
Estados Unidos está utilizando a Ucrania para enviar un mensaje al mundo.
En primer lugar, Trump quiere demostrar que no tiene ningún reparo en agredir a sus aliados e incluso en llevarlos al matadero, como ha hecho con el ejército ucraniano en Kursk. Junto con los minerales, donde quiere evidenciar que nada será ya gratis, sino que la ayuda tendrá unos costes altísimos, Kursk manda también una señal inequívoca.
Lo trágico es que Zelensky no puede hacer absolutamente nada, independientemente de los aplausos y abrazos que le brindan los mandatarios europeos cada vez que coinciden con él en alguna pomposa cumbre. Por culpa de la innecesaria prolongación de la guerra más allá de 2022, decidida por Washington, Londres y las principales capitales de la Europa que hoy hincha el pecho y clama su chauvinismo europeísta supuestamente antitrumpista, Kiev depende de Estados Unidos y, en consecuencia, le debe su misión a Estados Unidos. Así de crudo.