La Base 5x89 | Trump y Putin negociarán el destino de Ucrania; Europa, humillada

Donald Trump dice que ha hablado con Putin por teléfono y que han acordado
empezar a negociar el fin de la guerra en Italia.
Ha ocurrido. Donald Trump y Vladimir Putin han hablado. Hemos acordado que
nuestros respectivos equipos inician negociaciones inmediatamente y nosotros
daremos comienzo llamando al presidente Zelensky para informarle de nuestra
conversación, aseguró Donald Trump en su cuenta en la red social ZRU.
El jefe ha bajado línea y corresponde a la frágil Ucrania y a la seguidista
Europa agachar la cabecita y aceptar las condiciones que Moscú y Washington
acuerden. No habrá voz para un Zelensky dependiente por completo de la ayuda
occidental, pero tampoco para una Europa que ha aceptado sistemáticamente ser un
peón más de la geopolítica estadounidense.
Ahora sí se puede hablar de paz. Hay que joderse. El jefe Trump ha aseverado que
millones de personas han muerto en una guerra que nunca habría ocurrido si él
hubiera sido presidente y que no deben perderse más vidas. Es absolutamente
desquiciante. 48 horas antes de la victoria electoral de Donald Trump en
aquellas elecciones presidenciales de noviembre, era sinónimo de locura
plantear siquiera la urgencia de llamar a Putin por teléfono para conversar. Hoy
claro esto es la nueva normalidad europea.
Antes las premisas eran diferentes. La guerra de Ucrania era existencial por
cuanto alcanzaba el carácter de cruzada civilizatoria contra la tiranía
putinista. Los costes económicos, políticos y de infraestructuras eran
irrelevantes en comparación al magno esfuerzo de guerra con el que había que
ayudar a Ucrania. Los ucranianos muertos y la crisis demográfica del país eran un
daño colateral. Sólo la victoria total contra el enemigo de Europa podía ser
un desenlace aceptable. Estados Unidos ha cambiado ahora la narrativa de forma
repentina y Europa, en tanto que súbito, acatará tal como antes acataba el
velicismo de Joe Biden. Trump habla en su texto de visitar las naciones del otro,
de los grandes beneficios de que algún día trabajen conjuntamente y de cómo
Rusia y Estados Unidos lucharon exitosamente juntos en la Segunda Guerra Mundial.
Me ha faltado decir la gran guerra patria a Trump. En fin, la posición
trumpista no tiene ni una pizca de humanismo. Es mera geopolítica enmarcada
en la disputa contra China y en la ansiedad de Trump por anotarse cuanto
antes un tanto con la paz de Ucrania. No obstante, es el previsible giro europeo
lo que llama la atención. No hace mucho, la única postura aceptable era que todo
esfuerzo era poco, que muera hasta el último ucraniano, que caiga hasta la
última empresa alemana. Todo con tal de prolongar una guerra que nunca fue y
nunca habría de ser ventajosa para los europeos.
No hace tanto, hablar de paz significaba ser un malvado agente de Putin. Reiterar
que las conversaciones de paz en 2022, por cierto truncadas por Joe Biden, que
estaba obsesionado con prolongar la guerra para desgastar las capacidades
rusas, decir que nunca debieron venirse abajo esas negociaciones era tener una
posición prorrusa. De hecho, todo era prorruso, por cuanto este calificativo
perdió además su significado político e incluso etimológico para convertirse en
un macabro dardo político para anular toda conversación sobre una salida
diplomática de la guerra. Pedir diplomacia era ser prorruso.
Pues nada, la conversación entre Trump y Putin es un primer paso para una paz
que llegará tarde, con miles, con millares, decenas de miles, cientos de miles de
innecesarias muertes y que se firmará considerando exclusivamente los
intereses de Rusia y de Estados Unidos. Probablemente Trump respete las
pretensiones de Moscú en el este de Europa al tiempo que exija a Ucrania
suculentos premios en clave de recursos como contrapartida por la ayuda
económica norteamericana que, por otra parte, no hubiera tenido sentido si Biden
no hubiera saboteado la paz en 2022.
Europa también pagará la cuenta. Los intereses de los estados europeos serán
ignorados y se cargará a la industria de guerra europea el peso de la contención
en una Ucrania postbélica cuyo riesgo de reanudación de conflicto podría
persistir durante décadas. Avanzarán las conversaciones y se
concretarán los acuerdos, pero una cosa está clarísima para todo el mundo. La
diplomacia europea ha recibido una de sus más grandes humillaciones. Europa se
ha constatado inútil para defender la paz e insuficiente para hacerlo
posible.