Ben Affleck cuenta balas, mientras Costa-Gavras las esquiva hablando del sentido de la vida

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Hola, soy Paspadilla y quiero mandar un saludo...

¿Cómo diría? Como un e-mail, directo a las estrellas. Un beso muy fuerte.

Si les digo el seudónimo de Teffi, seguramente no le sonará a nada.

Si menciono el nombre completo, Nadezhda Aleksandrova Toviskaya, seguro que tampoco.

Sin embargo, esta autora, nacida en San Petersburgo, es muy conocida en la Madre Rusia, admirada por antagónicos como el zar Nicolás II o Lenin, también por el controvertido Rasputín.

Tal fama llegó a tener que existían perfumes y caramelos con su nombre.

El caso es que Libros del Asteroide ha lanzado a las librerías españolas una pequeña joya titulada Memorias de Moscú al Mar Negro de la citada Teffi, una mujer que provenía de las clases altas rusas y que sufrió en primera persona, en sus propias carnes, las consecuencias de la llegada al poder del líder comunista Lenin.

Y es que esta escritora, viendo lo que se cocía en su país, salió pitando, nunca mejor dicho al tratarse, de una huida en tren.

Contando las cosas con mucha gracia, con esa gracia andaluza pero en ruso, donde ahí podemos ver muchas de sus peripecias en estas memorias, excelentemente escritas no como un ensayo al uso, sino como una novela repleta de agudas reflexiones y ágiles diálogos, con mucho humor y momentos para la ternura, cargados de referencias literarias.

Además, como esta mujer tenía un gran arte para decir las cosas sin molestar, pues las decía de tal forma que también le permitía, de alguna manera, poder denunciar las tropelías de los bolcheviques.

El capítulo relacionado con los registros es divertido, no, divertidísimo, mostrando el ingenio de personas para evitar el atraco a mano armada, por la cara para entendernos, de estos personajillos.

Como dato curioso y dada la escasez de vodka de esos tiempos de guerra, entre las hordas leninistas y el ejército blanco del Zar, las personas que huían solían incluir un bote de colonia no para perfumarse, sino para beber.

Por otra parte, les leo un par de anécdotas para que vean el nivel de este libro y las curiosidades que se encuentran en él.

Y esta mujer cuenta, de esta forma, esas estrategias para eludir ese tipo de robos.

Se han enterado, los Proking lograron pasar todos sus bienes, se los endosaron a la abuela.

¿Y por qué no revisaron a la abuela? Oh, ¿qué dice usted? Es una mujer de lo más desagradable. ¿Quién se atrevería? Los Corbing fueron muy astutos y lo improvisaron todo en el momento.

La señora Corquina, a la que ya habían revisado, estaba a un lado y de pronto ¡ay, ay, ay! Se le tuerce el pie, no puede dar ni un paso y el marido, que todavía no había sido revisado, le dice al soldado, por favor, dele el bastón para que se apoye.

Y él se lo da. Y al bastón le habían hecho unos agujeros y lo habían llenado de diamantes.

Fueron astutos, ¿verdad? Los Pulking tenían una tetera con doble fondo.

Fanitka pasó un diamante enorme, esto no lo van a creer, metiéndoselo en la nariz.

Claro, para ellas fácil con su nariz de 50 quelates, no todo el mundo tiene esa suerte.

Por último, la señora Fook había escondido con mucha astucia un diamante en un huevo.

Hizo un pequeño agujerito en la cáscara de un huevo crudo, lo metió el diamante y después coció el huevo.

Y a ver así, ¿quién iba a encontrarlo? Finalmente, nos despedimos con una reflexión de esta mujer y con unas copillas que esta mujer había sacado en relación a su pensamiento, a su reflexión.

Cuando caminas por la cuerda floja, nunca hay que pensar en que te puedes caer.

Al contrario, hay que creer que todo va a salir bien y sin falta canturrear alguna canción.

Y en ese momento...