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By Lilith Duran Relatos Eróticos y más...
La Boda y la Ex

La Boda y la Ex

2/25/2025 · 40:55
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Description of La Boda y la Ex

🔥Todo iba bien para Aitor en su boda, hasta que vio a su exnovia… ¿Qué ocurrirá?🔥

💒Cuando el pasado vuelve en forma de una mujer tan bella, es imposible resistirse ni aunque sea tu boda...💒

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Aitor estaba delante del espejo, mirándose con el traje de boda confeccionado a medida, y con el peinado de peluquería que le sentaba de maravilla. Resopló nervioso. Su padre se encontraba detrás, junto a su madre, mirándole con orgullo.

—¿Estás listo? —Eso creo. Vamos allá.

Todos salieron del cuarto de aquel palacete donde habían preparado la ceremonia. Era un lugar magnífico, amplio y con un jardín envidiable. Alicia se enamoró del lugar según lo vio, y su futuro marido no puso ninguna pega. Era fantástico, un verdadero cuento de hadas.

Tocaba atravesar el empedrado que había en el jardín. El padre de Aitor se adelantó, y este se quedó con su madre. Ya estaba mayor, y tenían que ir a un paso más lento. La hada hace es una losa.

—No estés nervioso. Según pase la ceremonia, todo va a ir mejor.

Aitor soltó una carcajada por el comentario de su madre, y la tuvo que mirar.

—Mamá, la que está nerviosa eres tú.

No lo negó, y siguieron caminando en silencio.

Se acercaron al punto donde se encontraba la pequeña capilla habilitada para tales eventos. La música empezó a sonar, y Aitor respiró profundamente con ganas de estar ya casado con Alicia.

Pasó la mirada de manera fugaz entre sus amigos, familiares y demás invitados que habían acudido a la cita. No pudo ver a todos. Apenas levantaba la cabeza para observar al cura que le esperaba al fondo. Mejor tener un punto fijo que estar sonriendo todo el mundo.

Una vez la música terminó y llegó al altar, se percató de que apenas se enteró del breve paseo, y menos mal, si no, se hubiera puesto nervioso.

Se colocó al lado del cura, girándose para esperar a que llegase su mujer. Sin embargo, antes de que sonara la música, algo llamó su atención.

Vio a una persona en la zona de la izquierda, llevaba un vestido increíble de color verde y un cabello largo que caía en finas cascadas negras. Aitor entrecerró los ojos, porque en aquel pequeño edificio, con todos y todas presentes, su mirada azul se cruzó con los ojos rasgados de una mujer a la que conocía muy bien.

Jun. El chico se había quedado de piedra. No se esperaba que, al final, la chica acudiera, pero rápido tuvo que reponerse, porque la bella dama debía salir de su mirada. La música empezaba a sonar.

A lo lejos, observó a Alicia, con su pelo castaño al aire y ese precioso porte. Iba como una princesa, una digna reina del palacio en el que se iban a casar. Sin embargo, pese a la belleza del momento, su mirada se volvió a torcer hacia la izquierda, olvidándose por un lapso de tiempo de su futura mujer y centrándose en la dama asiática.

Sacudió la cabeza muy levemente, olvidándose de ella y posando su atención en su prometida. Esta llegó al altar con una espléndida sonrisa, dando un beso a su futuro marido en la mejilla y sentándose a su lado. La música cesó, y el cura empezó a hablar.

Aitor estaba centrado en la ceremonia. Se la sabía de pe a pa, no tenía ni que pensar sus movimientos, y tampoco lo hizo. Su mente se había alterado, los nervios se fueron a un lado, y en su cabeza únicamente estaba la imagen de Jun con el vestido verde.

—¿Por qué ha venido? —se preguntó al tiempo que el clérico daba su particular discurso. Perdido sus pensamientos, su mente se fue a dar un paseo para reflexionar en los motivos de Jun para aparecer en su boda. Aunque todos se hicieron a un lado, incluso la pizca de rabia por verla allí, ya que estaba tan bella...

—¡Sí quiero! —era la voz de su prometida, que dejaba de serlo para convertirse en su nueva esposa. Aitor abrió la boca descolocado. En un visto y no visto, la boda se había resumido a unos cuantos segundos, al menos en su cabeza.

Alicia torció el gesto, esperando por la respuesta del chico después de que el cura le hiciera la pregunta. Aitor le costó con reaccionar, y sintió a su costado el leve golpe que le propinaba su madre. —Los nervios —comentó ella en un suspiro nervioso—.

—Sí, sí quiero. El cura continuó con la verborrea, aunque Aitor no la atendía, y tampoco Alicia, que le seguía mirando con gesto extraño. Sin embargo, lo dejó pasar, volviendo a prestar atención al clérigo y levantándose la primera cuando les declararon marido y mujer.

La comida fue deliciosa. Todos los platos salieron a su punto, pero Aitor tenía la cabeza en otra parte. Miraba constantemente a la derecha, concretamente a una de las mesas que estaba formada por ocho comensales. Una de ellas, Jun. La tenía de frente. Desde su posición podía contemplar su precioso pelo moreno, su vestido que le dibujaba una divisa.

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